Reagan no proteger¨¢ la industria norteamericana del calzado, a pesar de la presi¨®n del Congreso
![Francisco G. Basterra](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/https%3A%2F%2Fs3.amazonaws.com%2Farc-authors%2Fprisa%2F26f1666e-8865-4b38-9825-e308de656829.png?auth=690528c49e3824418e30ff3ed7a3e27b8e03b84858dbfba27dd43e81c6d4b120&width=100&height=100&smart=true)
El comercio, y no las relaciones con Mosc¨² o la crisis de Centroam¨¦rica, va ser el objeto de la gran batalla pol¨ªtica del pr¨®ximo oto?o en Estados Unidos. La primera escaramuza la van a ganar los defensores del libre comercio al negarse Ronald Reagan a proteger a la industria del calzado de la competencia extranjera. Cuando el Congreso regrese de vacaciones, a primeros de septiembre, est¨¢ decidido a forzar al presidente a adoptar una serie de medidas proteccionistas.
Estas medidas estar¨ªan provocadas por un d¨¦ficit comercial previsto para este a?o de 150.000 millones de d¨®lares, que por primera vez desde 1914 ha convertido a EE UU en una naci¨®n deudora. Se habla incluso de aprobar una legislaci¨®n que permita imponer una tarifa sobre todas las importaciones. Pero Ronald Reagan se ha declarado dispuesto a aguantar y no ceder a la presi¨®n del Parlamento, defendiendo el principio del libre comercio y vetando si es necesario la legislaci¨®n proteccionista. En l¨ªnea con esta actitud, la Casa Blanca anunci¨® el domingo que Reagan definitivamente rechazar¨¢ esta semana, la imposici¨®n de cuotas o de tarifas arancelarias a los zapatos extranjeros para proteger la industria nacional. La noticia supondr¨¢ un alivio para la industria espa?ola exportadora del calzado, que en 1084 vendi¨® 38 millones de pares de zapatos a EE UU por valor de 361.000 millones de pesetas. "El presidente cree que ser¨ªa un mal precedente para el libre comercio internacional conceder a la industria zapatera un tratamiento especial", afirm¨® un funcionario de la Casa Blanca en Santa B¨¢rbara, California, donde Reagan est¨¢ pasando sus vacaciones. El 76% del mercado norteamericano de zapatos est¨¢ copado por las importaciones. La decisi¨®n del presidente, que deber¨¢ ser oficialmente anunciada antes del 1 de septiembre, es un desaf¨ªo a la actitud proteccionista del Congreso y puede tener importantes consecuencias pol¨ªticas. Para calmar las reacciones de los sectores proteccionistas se espera que Reagan adopte algunas medidas concretas para abrir los mercados exteriores a los productos norteamericanos. Se tratar¨ªa de aplicar la secci¨®n 301 de la Ley de Comercio de 1974 que da poderes al presidente para "penalizar" a pa¨ªses que realicen pr¨¢cticas comerciales "injustas" en sus relaciones con EE UU. En unas declaraciones radiof¨®nicas transmitidas ayer, el presidente afirm¨® que "en los a?os 30 el proteccionismo s¨®lo sirvi¨® para extender la depresi¨®n a nivel mundial, empeorarla y prolongarla".
Se?ales de alarma
Para los partidarios del proteccionismo, sin embargo, las se?ales de alarma ya han sido ampliamente sobrepasadas. Uno de cada cinco d¨®lares que gastan los norteamericanos para comprar productos manufacturados se dirige a pagar las importaciones. Ya no s¨®lo es el Congreso el que piensa que no se puede seguir as¨ª , sino tambi¨¦n los sindicatos y buen n¨²mero de sectores industriales. Existe un ambiente psicol¨®gico que pide hacer algo para evitar el da?o sufrido por la industria exportadora norteamericana. Un reciente sondeo de opini¨®n publicado por The New York Times revelaba que la limitaci¨®n de importaciones es una buena idea aunque signifique una gama de elecci¨®n de productos m¨¢s reducida.
La inundaci¨®n de importaciones baratas es denunciada como la causa principal del crecimiento let¨¢rgico en que se ha sumido la recuperaci¨®n econ¨®mica y el motivo de la p¨¦rdida de cientos de miles de puestos de trabajo en la industria. S¨®lo los detallistas, que saben que se encarecer¨¢n los precios y la exportaciones agr¨ªcolas, que temen represalias de terceros pa¨ªses contra sus productos, se oponen a la marea proteccionista.
"Desde 1930, Estados Unidos nunca se ha hallado como hoy tan cerca de un proteccionismo abierto", ha afirmado Clayton Yeutter, el representante especial de la Casa Blanca para asuntos comerciales. En dicho a?o fue aprobada la tarifa proteccionista Smoot-Hawley, que provoc¨® el efecto contrario al que persegu¨ªa. Decenas de pa¨ªses tomaron a su vez medidas de represalia, se redujo el nivel del comercio mundial y se lleg¨® a la gran depresi¨®n. La situaci¨®n ha llegado, sin embargo, a tal punto que la Administraci¨®n ya no se puede limitar a vetar legislaci¨®n, sino que este oto?o deber¨¢ presentar una pol¨ªtica comercial coherente que contrarreste las acusaciones de que este Gobierno "no tiene pol¨ªtica en materia de comercio".
Pero es mucho m¨¢s f¨¢cil pedir protecci¨®n que demostrar que ¨¦sta ser¨¢ beneficiosa para el conjunto del pa¨ªs. El jefe de la delegaci¨®n de la Comunidad Econ¨®mica Europea en Washington, sir Roy Denman, ha advertido que, para Estados Unidos, restringir masivamente las importaciones "es lo m¨¢s parecido a pegarse un tiro en sus propios pies". La prestigiosa revista del mundo financiero Fortune dedica este mes su tema de portada a La guerra de Norteam¨¦rica contra las importaciones, y llega a la misma conclusi¨®n. El argumento m¨¢s r¨¢pido contra las tarifas ha sido que provocan represalias y guerras comerciales que nadie puede ganar. "Pero incluso si ning¨²n socio comercial respondiera", asegura Fortune, "el d¨¦ficit comercial no se reducir¨ªa mucho, y quiz¨¢ incluso nada".
Los dem¨®cratas, que piensan convertir el debate sobre el comercio en el tema clave de las elecciones legislativas de 1986, pero tambi¨¦n buen n¨²mero de republicanos que deber¨¢n enfrentarse al electorado en Estados marcados por la crisis industrial, coinciden en que Reagan no est¨¢ haciendo nada por reducir el alto valor del d¨®lar.
Sobrevaloraci¨®n del d¨®lar
La sobrevaloraci¨®n de la divisa norteamericana penaliza en un 40% a las exportaciones norteamericanas y provoca el billonario d¨¦ficit comercial. "Creo que el presidente no se da cuenta del grado de desindustrializaci¨®n que est¨¢ produci¨¦ndose en Estados Unidos", afirma el senador republicano John Heinz, de Pensilvania, un Estado s¨ªmbolo de la crisis del acero y la industria pesada de este pa¨ªs.
Algunos economistas creen, sin embargo, que Estados Unidos no debe seguir preocup¨¢ndose por la defensa de sus tradicionales industrias de manufacturas, miner¨ªa o la agricultura, donde ya este pa¨ªs no es competitivo. Por el contrario, debe centrarse en las industrias de bienes o servicios, donde compite favorablemente, y dejar caer el resto.
Para otros expertos, no obstante, la realidad es que la falta de competitividad de los productos norteamericanos es debida sobre todo a la baja productividad y a las reducidas tasas de inversi¨®n.
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