La fiebre de privatizar empresas p¨²blicas afecta ya a mas de 20 Gobiernos a lo largo y ancho del mundo
En Espa?a, sin embargo, los socialistas que dirigen nuestras empresas p¨²blicas se guardan mucho d reconocer que su proclamada pol¨ªtica de privatizar empresas tiene alguna relaci¨®n directa con la experiencia brit¨¢nica. Pero, al menos en sus resultados, no cabe duda de que casos corna Textil Tarazona, Soler Almirall o la futura venta ebolsa de acciones de ENDESA y ENHER, entre otras, tienen mucho que ver con los remedios cl¨¢sicos y conservadores de reducir p¨¦rdidas en el sector p¨²blico.Seg¨²n la agencia Reuter, m¨¢s de 20 delegaciones de pa¨ªses extranjeros, incluyendo algunos del Este, han visitado recientemente el Reino Unido para asistir a seminarios, ofrecidos por el Gobierno Thatcher, en los que se analiza el funcionamiento en el Reino Unido de la experiencia de transferir empresas p¨²blicas a la iniciativa privada. Ajos seminarios han asistido delegados del Gobierno y agentes y banqueros que han servido de asesores en el proceso. Todos ellos coinciden que el motivo que ha impulsado a los visitantes a acudir a estos cursos es la profunda desilusi¨®n existente entre los nuevos gestores p¨²blicos con lo remedios keynesianos posteriores a la II Guerra Mundial y con el mal funcionamiento del sector p¨²blico en sus respectivos pa¨ªses.
La experiencia brit¨¢nica
Desde que el Gobierno Thatcher lleg¨® al poder, en 1979, m¨¢s de una docena de empresas p¨²blicas brit¨¢nicas han pasado al sector p¨²blico, entre ellas algunas del calibre de la British Petroleum, Jaguar PCIL o British Aerospace. Otra ocho grandes empresas p¨²blicas esperan ahora su turno para ser transferidas al sector privado, que en seis a?os ha recibido m¨¢s de 400.000 trabajadores del sector p¨²blico y ha engordado las arcas del Estado con casi 6.000 millones de libras esterlinas (m¨¢s de un bill¨®n de pesetas) procedentes de las enajenaciones.
S¨®lo la venta de Britoil, culminada hace un par de semanas, su puso para el Gobierno brit¨¢nico la captaci¨®n de 450 millones de libras (unos 10.000 millones de pesetas) entre inversores privados, que superaron en n¨²mero la oferta de acciones puestas a la venta Algo similar sucedi¨® con la venta *de British Telecom, que, al salir sus acciones a la venta por debajo del precio del mercado, se lleg¨® pr¨¢cticamente a rifar entre los peque?os ahorradores brit¨¢nicos.
Precisamente, muchas de las cr¨ªticas que han surgido al proceso de privatizaci¨®n parten de aque llos que piensan que el Gobierno de Londres, al ofrecer los t¨ªtulos a un precio inferior al mercado, aparentemente para hacer atractiva la venta, est¨¢ pr¨¢cticamente regalando al sector privado las empresas. Otros consideran que detr¨¢s del plan existe toda una conspiraci¨®n pol¨ªtica de los conservadores para reducir el peso de los sindicatos en las empresas p¨²blicas, ampliar la base del sistema capitalista o modificar la concepci¨®n keynesiana de la econom¨ªa por los nuevos aires de la econom¨ªa de oferta.
Sean ciertas o no estas cr¨ªticas, lo llamativo del proceso son los efectos beneficiosos que la privatizaci¨®n puede tener en la econom¨ªa, tales como la reducci¨®n del d¨¦ficit p¨²blico o el relanzamiento de la actividad econ¨®mica. ?stos son, al menos, algunos de los aspectos que m¨¢s llaman la atenci¨®n a los Gobiernos extranjeros que acuden a Londres a estudiar el proceso con la sana intenci¨®n de imitarlo, seg¨²n estiman sus defen sores.
Algunas variantes
Uno de los primeros Gobiernos extranjeros en acudir a la capital brit¨¢nica fue el mexicano, aunque sus ideas sobre la reprivatizaci¨®n de las empresas p¨²blicas tengan metas muy diferentes. El Gobierno azteca tiene intenci¨®n de poner en marcha un plan alternativo de privatizaci¨®n de empresas p¨²blicas. Se tratar¨ªa de vender a los acreedores participaciones en las empresa,s, p¨²blicas, a cambio del riesgo crediticio contra¨ªdo con las mismas.
En otras palabras, se tratar¨ªa de involucrar a los bancos en el capital de las empresas a las que han prestado dinero. Con ello se conseguida reducir el endeudamiento de las mismas -y, por ende, el del pa¨ªs- y se lograr¨ªa involucrar a las entidades de cr¨¦dito en el proceso productivo y en los planes de viabilidad de las sociedades.
Lo malo de aplicar experiencias como ¨¦stas en los pa¨ªses en desarrollo fuertemente endeudados -Brasil tiene planes similares para 77 empresas p¨²blicas- es que la experiencia cuenta con fuertes cr¨ªticas de los partidos de izquierda o de la oposici¨®n de turno. Tal es el caso de M¨¦xico, donde se acusa al Gobierno de poner en marcha una pol¨ªtica contraria a los programas de nacionalizaci¨®n de sectores b¨¢sicos, que tan populares fueron en el pasado.
El caso espa?ol
El caso espa?ol se asemeja m¨¢s al brit¨¢nico que al mexicano o brasile?o, pese a la disparidad ideol¨®gica que parece existir entre el Gobierno Thatcher y el instalado en Madrid. Los socialistas espa?oles, al menos los que dirigen hoy el Instituto Nacional de Industria (INI), manifiestan que la pol¨ªtica de privatizaci¨®n de empresas p¨²blicas no existe. En todo caso, a?aden, lo que se est¨¢ haciendo es racionalizar la gesti¨®n de algunas empresas- y desprenderse de aquellas cuya presencia en el sector p¨²blico no se justifica ni por el elevado volumen de p¨¦rdidas que acumulan, ni porque- tampoco est¨¢n englobados en sectores b¨¢sicos o estrat¨¦gicos donde ser¨ªa l¨®gica su presencia.
La verdad es que el INI s¨®lo ha puesto en marcha dos experiencias de privatizaci¨®n hasta la fecha. Se trata de las empresas Textil Tarazona yde la industria de rodamientos catalana Soler Almiral. En ambos, el proceso ha costado dinero al sector p¨²blico y ha recibido duras cr¨ªticas de los sindicatos y los trabajadores, que han visto en la privatizacion un sistema innovador para proceder a sq cierre.
Quiz¨¢ hayan sido las cr¨ªticas sindicales las que han puesto t¨¦rmino, o interrumpido, este. proceso en Espa?a. En el INI, por ejemplo, la jerga de privatizaci¨®n no est¨¢ bien vista hoy, y alguno de sus principales directivos manifestaba recientemente a un periodista que hoy, en Espa?a, esta pol¨ªtica es -impracticable. "Qu¨¦ m¨¢s quisiera yo que vender una parte de Iberia en la bolsa. Si t¨² me encuentras inversores suficientes para la compra del 40% del capital de esta compa?¨ªa, te nombro presidente de la misma", comentaba.
Iberia quiz¨¢ sea hoy invendible, pero algo parecido se est¨¢ intentando con Seat y ENASA, por citar dos ejemplos. Seat ser¨¢, el a?o pr¨®ximo, alemana, si el grupo Vplkswagen se muestra satisfecho con las medidas de saneamiento de la empresa que ha adoptado el sector p¨²blico, y que puede que cuesten al erario p¨²blico m¨¢s de 300.000 millones de pesetas, aparte de los 200.000 millones ya enterrados. El caso de ENASA es muy similar, aunque la factura a pagar sea m¨¢s barata.
La ¨²nica compa?¨ªa p¨²blica vendible hoy en Espa?a ser¨ªa, en todo caso, la Empresa Nacional de Electricidad (ENDESA) o su filial ENHER. Pero muchos expertos sospechan que poca voluntad pol¨ªtica puede existir para vender un grupo que genera m¨¢s de 70.000 millones de pesetas- de cash flow al a?o debido a las muy particulares,-condiciones en las que funciona esta sociedad, con contratos de suministros de su materia prima, la electricidad, muy favorables para el sector p¨²blico. Por otro lado, la enajenaci¨®n al sector privado de una empresa el¨¦ctrica p¨²blica ir¨ªa en contradicci¨®n con la filosof¨ªa del partido pol¨ªtico en el poder, que en su programa de Gobierno incluye la palabra nacionalizaci¨®n, hablando de este sector, en lugar de privatizaci¨®n.
Pese a este contrasentido, muchos expertos no dudan en se?alar que la filosof¨ªa de privatizaci¨®n existe en algunos organismos p¨²blicos y que, pese a las etiquetas, su puesta en pr¨¢ctica ser¨ªa un hecho m¨¢s generalizado si no existiera lainala conciencia de las etiquetas. "Lo malo de la privatizaci¨®n de empresas p¨²blicas", dec¨ªa un socialista que dirige una empresa p¨²blica, "es que la ha puesto de moda la se?ora Thatcher".
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