Dr¨¢stico viraje a la pol¨ªtica econ¨®mica con la designaci¨®n de nuevo ministro de Hacienda
Cualquier s¨²bita mudanza de ministros en un Gobierno joven puede ser considerada s¨ªntoma de que algo raro pasa. Pero el cambio ocurrido esta semana en Brasil, con la dimisi¨®n del ministro de Hacienda, Francisco Dornelles, y la designaci¨®n del empresario Dilson Funaro en su lugar, puede ser considerado. el m¨¢s dr¨¢stico viraje economico ocurrido en Brasil en muchos a?os. A cinco meses de haber asumido de manera imprevista la Presidencia de la Rep¨²blica, Jos¨¦ Sarney parece haber propiciado una triste salida para la escuela monetar¨ªsta que a lo largo de los ¨²ltimos a?os domin¨® la econom¨ªa brasile?a.
Las divergencias entre la l¨ªnea defendida por el ministro saliente y el resto del gabinete econ¨®mico del Gobierno Sarney eran eviden tes. Los logros obtenidos por el Gobierno Sarney en la econom¨ªa empiezan a desvanecerse precisamente ahora. Por tanto, el nuevo ministro asume la cartera de Hacienda en. el momento en que una nueva crisis asoma en el horizonte. La inflaci¨®n, que en los ¨²ltimos tres meses hab¨ªa permanecido por debajo del 10% mensual, volvi¨® a dispararse durante el mes de agosto: nada menos que el 14%, la tasa mensual m¨¢s alta de la historia de Brasil, lo que coloca la tasa de inflaci¨®n anual para los ¨²ltimos l2 meses en el 227% frente al 217,3% del mes pasado.
Control de precios
El nuevo ministro ha calificado la noticia de "desastre", aunque en la noche del ¨²ltimo martes se hab¨ªa curado en salud justificando lo que se avecinaba con el argumento de que en agosto termina el plazo de congelamiento de precios de bienes y servicios determinado por el presidente Sarney en mayo. Sin embargo, el nuevo ministro afirm¨® que va a mantener el control de precios, lo que considera "arma importante en la guerra contra la inflaci¨®n".El nuevo ministro dijo tambi¨¦n que va a implantar medidas para controlar las tasas de inter¨¦s en el mercado interno. Y ah¨ª empiezan a tornarse m¨¢s evidentes los cambios que pasan a afectar a la pol¨ªtica econ¨®mica brasile?a. Hasta ahora, las divergencias entre el ministro saliente, Francisco Dornelles, y el ministro de Planificaci¨®n, Jo¨¢o Sayad, se centraron b¨¢sicamente en tres puntos. Dornelles defend¨ªa el control del d¨¦ficit p¨²blico para poder controlar la inflaci¨®n, Sayad aseguraba que el sector externo (pago de servicio e inter¨¦s de la deuda de 100.000 millones de d¨®lares) era factor fundamental en la crisis y en la generaci¨®n de los d¨¦ficit de empresas estatales.
Dornelles aseguraba que las elevadas tasas de inter¨¦s en el mercado interno son consecuencia de la presi¨®n del Gobierno sobre el ahorro popular para financiar su d¨¦ficit. El ministro de Planificaci¨®n dice que es deber del Gobierno influir las tasas de inter¨¦s para ayudar a reactivar la econom¨ªa y disminuir la especulaci¨®n. Dornelles defend¨ªa la negociaci¨®n sobre bases tradicionales con la banca in ternacional, Sayad defiende una negociaci¨®n m¨¢s dura con el FMI. La dimisi¨®n de Dornelles se vio acompa?ada por la de 50 altos funcionarios de Hacienda y del Banco Central contrarios a la pol¨ªtica del presidente Sarney, quien no admite la dr¨¢stica cirug¨ªa impuesta por el FMI.
El precio interno del dinero deber¨¢ ser el primer blanco del nuevo ministro, lo que quiere decir que por ese camino el Gobierno Sarney pretende imponer nuevo ritmo a su pol¨ªtica econ¨®mica. Dispuesto a matar del susto a los monetaristas, el nuevo ministro desliz¨® la confidencia de que no descarta la posibilidad de liberar cr¨¦ditos para dominar las tasas de inter¨¦s (que llegan alrededor del 18% al mes), y reactivar la econom¨ªa para controlar los ¨ªndices inflacionarios.
La deuda externa -Brasil es la naci¨®n m¨¢s endeudada de entre los pa¨ªses en v¨ªas de desarrollo- y las negociaciones con el FMI y la banda internacional entran en un campo de espera. Hace pocas semanas, el Gobierno Sarney obtuvo un acuerdo: hasta marzo de 1986, los bancos ffiantienen l¨ªneas de cr¨¦dito a Brasil, y Brasil se compromete a, pagar los intereses de la deuda. Pero nadie asegura que 1986 traiga un clima de tranquil¨ªdad para la reiniciaci¨®n de las negociaciones.
Estabilidad precaria
La estabilidad del Gobierno Sarney es precaria en un a?o de d¨ªsputa electoral (en noviembre ser¨¢n elegidos los alcaldes de las principales ciudades brasile?as y, a diferencia de lo que ocurre en otros pa¨ªses, en Brasil esas disputas municipales tendr¨¢n influencia decisiva sobre el futuro inmediato de las fuerzas pol¨ªticas). Adem¨¢s, en 1986 ser¨¢ electa una asamblea constituyente, y entre tanto torbellino pol¨ªtico, la econom¨ªa pasa a ser fundamental para el equilibrio de la "nueva Rep¨²blica". El ejecutivo debe hacer frente al, malestar social creado por la erosi¨®n del poder adquisitivo. Como muestra, los 24.000 trabajadores del complejo de Camacari, el primer centro petroqu¨ªmico de Brasil, llevan varios d¨ªas en huelga en demanda de mejoras salariales.El Gobierno no puede darse el lujo de divergencias graves en su seno. Y un cambio audaz en la conducci¨®n de la pol¨ªtica econ¨®mica parece ser, por el momento, el ¨²nico camino. Todo el mundo sabe que, con recesi¨®n y descontento popular, nadie gana, elecciones excepto la oposici¨®n.
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