Las chapuzas de un viaje
LA PERIPECIA del avi¨®n presidencial en viaje hacia Pek¨ªn ha dado un aire ins¨®lito al inicio de la visita del jefe del Ejecutivo espa?ol a la Rep¨²blica Popular China. No se ajusta a las pautas de la normalidad que dos pa¨ªses con los que nuestro pa¨ªs mantiene relaciones diplom¨¢ticas cerraran s¨²bitamente su espacio a¨¦reo al DC-8 que transportaba al presidente en viaje oficial. Tal vez si el incidente no se hubiera duplicado en un breve lapso de tiempo las burocr¨¢ticas explicaciones dadas ayer por la Oficina del Portavoz del Gobierno no habr¨ªan mostrado de manera tan escandalosa su insuficiencia. Pero la imagen del DC-8 de nuestra Fuerza A¨¦rea -en el que viajaban el jefe del Ejecutivo, los ministros de Asuntos Exteriores y de Cultura, el s¨¦quito presidencial y los empresarios y periodistas que les acompa?aban- dando tumbos por los confines de Europa y por una zona b¨¦lica del Oriente Pr¨®ximo, eligiendo precisamente Ankara como lugar de espera y de merienda, rehaciendo de forma improvisada su plan de vuelo y acumulando ocho horas de retraso en el viaje hasta Pek¨ªn no puede sino suscitar una sensaci¨®n de rid¨ªculo colectivo. Pero adem¨¢s plantea serias preguntas acerca de la seguridad del presidente del Gobierno de este pa¨ªs en sus desplazamientos.Las autoridades b¨²lgaras atribuyen a un "error t¨¦cnico" y a una "desdichada confusi¨®n" la negativa a que el avi¨®n presidencial sobrevolara su territorio; el Gobierno iran¨ª aduce una inesperada situaci¨®n de alerta militar como causa de la prohibici¨®n. La oficina del portavoz no dice gran cosa m¨¢s sobre el calamitoso incidente. El anunciado cambio de estilo de la pol¨ªtica informativa daba pie para esperar una explicaci¨®n completa y convincente que detallara, entre otras cosas, qui¨¦n decidi¨® el plan de vuelo elegido y qu¨¦ garant¨ªas de seguridad ofrec¨ªa un itinerario que de antemano se sab¨ªa hab¨ªa de atravesar un pa¨ªs en guerra.
La ordinaria preparaci¨®n de este tipo de viajes es que el 401 Escuadr¨®n del Ej¨¦rcito del Aire, del que dependen los aviones utilizados en sus desplazamientos por las autoridades del Estado, elabore un plan de vuelo con soluciones alternativas y lo someta al organismo pertinente, al que corresponde dar el visto bueno definitivo. Una vez aprobado el plan, Asuntos Exteriores tramita los permisos y autorizaciones necesarios para sobrevolar los espacios a¨¦reos de los pa¨ªses afectados. La oficina del portavoz guarda ahora silencio acerca de los diversos actores en un sainete cuya comicidad pudo transformarse en drama. ?Tramit¨® el Ministerio de Asuntos Exteriores con la debida diligencia, que exige escrupulosas reconfirmaciones y recordatorios, los permisos de sobrevuelo? ?Ofrec¨ªa la ruta inicialmente elegida garant¨ªas de seguridad? ?Qui¨¦n decidi¨®, en ¨²ltima instancia, ese itinerario?
No parece un alarde de prudencia que el viaje emprendido por el presidente Gonz¨¢lez a Pek¨ªn incluyera en su trayecto un pa¨ªs del bloque sovi¨¦tico, cuyas todav¨ªa malas relaciones con China son conocidas, y -sobre todo- los territorios de Irak e Ir¨¢n, enzarzados en una cruenta guerra desde hace a?os. Que el plan de vuelo inicialmente sometido a Presidencia mencionase esa variante ya resulta criticable. Pero que el responsable de la Moncloa encargado de elegir la ruta definitiva optara por esa alternativa raya en la irresponsabilidad, tal y como los hechos se han encargado de demostrar. Resulta necesario subrayar que Felipe Gonz¨¢lez viajaba en su calidad de presidente del Gobierno espa?ol, y que la seguridad del titular de ese cargo es un asunto de Estado sobre el que la opini¨®n p¨²blica tiene derecho a pronunciarse, y los parlamentarios, la obligaci¨®n de controlar. Si las severas medidas destinadas a garantizar la seguridad del presidente Gonz¨¢lez dentro de Espa?a han llegado hasta el extremo de recluirle en el palacio de la Moncloa y de dificultarle un veraneo normal, no se entiende la dejadez e ineptitud de los planificadores de su visita a Pek¨ªn al meterle en la boca del lobo de dos pa¨ªses fronterizos en plena guerra. Por si fuera poco, la tripulaci¨®n del DC-8 ha aguantado 26 horas de vuelo, s¨®lo interrumpido por las obligadas escalas t¨¦cnicas y por el regreso imprevisto a Turqu¨ªa. ?No aumentaba eso de manera notable las condiciones de inseguridad del vuelo y no supone un abuso respecto a la propia tripulaci¨®n? Ninguna compa?¨ªa de aviaci¨®n civil se permitir¨ªa hacer una cosa as¨ª, que est¨¢ terminantemente prohibida por las autoridades aeron¨¢uticas internacionales.
El vicepresidente del Gobierno ha abierto ahora una investigaci¨®n sobre los hechos. Es encomiable, y no debe ser dif¨ªcil concretar las averiguaciones. Lo que es preciso se?alar es que ¨¦ste es un asunto que no compete s¨®lo a la persona del presidente y a la dignidad del equipo gobernante. Y que las explicaciones les son debidas a todos los ciudadanos, participantes del bochorno nacional que esta chapuza sugiere.
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