Pedro Madrid
Uno de los ¨²ltimos rabelistas, puso m¨²sica a la pel¨ªcula 'Los santos inocentes' por 5.000 pesetas
La cocina de la casa de Pedro Madrid es amplia, y muchas veces los poyos -cubiertos por pieles de cordero- est¨¢n ocupados por los que acuden hasta Polaciones, en las monta?as de Cantabria, para o¨ªr a uno de los escasos rabelistas vivos y de los poqu¨ªsimos que se dedican a fabricar rabeles. Hasta all¨ª lleg¨® un d¨ªa Mario Camus. Entreg¨® a Pedro Madrid una cinta con una grabaci¨®n de piano. Pedro Madrid pas¨® largos d¨ªas sacando al rabel aquellas notas. Fue la banda sonora de Los santos inocentes. Pedro Madrid cobr¨® por su trabajo 5.000 pesetas. No ha visto la pel¨ªcula.
Tiene 62 a?os y un poblado bigote negro. Habla muy poco. Prefiere acunar el rabel entre sus piernas acompa?ando canciones monta?esas. Es de los pocos rabelistas que a¨²n quedan en nuestro pa¨ªs. "Seremos como media docena. Cerca de aqu¨ª hay una mujer que tambi¨¦n lo toca". Pero Pedro Madrid sabe que el arte de tocar el rabel se perder¨¢ inevitablemente, aunque de cuando en cuando reciba all¨ª, en la cocina de su casa, a j¨®venes que quieren aprender a tocarlo. ?l accede. Hasta que un d¨ªa dejan de ir. "Esto est¨¢ lejos", dice. Y vuelve a pasar suavemente el arco por las cuerdas del rabel. "Lolita, por tus amores / me cobraste cuatro reales. / Lolita, no seas tan cara; / yo puse los materiales".Las enciclopedias dicen que el rabel, basado en el rabeb ¨¢rabe, cay¨® en desuso en el siglo XVII, y que se trata de un instrumento medieval de cuerdas frotadas, plano por arriba y abombado por debajo, con m¨¢stil muy, corto. As¨ª son los rabeles que hace Pedro Madrid, que no ha le¨ªdo esas enciclopedias aunque sepa m¨¢s de lo que puedan decir los libros. "?ste -y muestra el que tiene en esos momentos en sus manos- est¨¢ hecho de madera de tejo. Es un ¨¢rbol milenario cargado de leyendas, pero es muy dificil encontrarlo. Tambi¨¦n los hago de serval, que es un ¨¢rbol sagrado de los antiguos celtas".
Pedro Madrid toca el rabel apoy¨¢ndolo en las piernas. Porque aunque alguien diga que se sujetaba en el hombro, como los violines, este rabelista prefiere la forma en la que tradicionalmente lo tocaban los pastores monta?eses. No sabe m¨²sica. Aprendi¨® a tocarlo solo a los diez a?os y afina de o¨ªdo. ?l ajusta las clavijas, frota el arco, hasta que el rabel le dice que asi, ¨¢si es como tiene que sonar.
Apenas sale de su casa, en lo m¨¢s alto de Polaciones. De cuando en cuando vienen a buscarlo para que toque en alguna fiesta popular. Recuerda que en Santander, en un congreso de Comisiones Obreras, ¨¦l interpret¨® al rabel La Internacional, "y la gente se emocionaba al oirlo. Eso es lo que vale", dice. Pero lo que m¨¢s gusta son las canciones- picarescas que canta ¨¦l mismo, con un brillo de burla en los ojos, o su mujer: "Al pasar el arroyo, dijo el obispo: / si me mojo las bolas, v¨¢lgame Cristo".
Un d¨ªa, "con una nevada tremenda" apareci¨® por all¨ª Mario Camus y le propuso poner m¨²sica a la pel¨ªcula Los santos inocentes. Camus le mand¨® una cinta con la banda original de la pel¨ªcula interpretada al piano. Pedro Madrid se aprendi¨® de memoria la melod¨ªa y la toc¨® en el rabel. ?l no sabe c¨®mo qued¨® su m¨²sica. Le pagaron 5.000 pesetas por su trabajo, y se acab¨®. Ni siquiera ha visto la pel¨ªcula. "Pero da igual. Yo no quer¨ªa nada, lo hice con gusto. A m¨ª me pareci¨® bien"., Vuelve a acariciar el rabel mientras murmura: "Lo malo es que quedamos tan pocos que esto se terminar¨¢ perdiendo".
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