Vigdis, o enamorarse de la vida
Vigdis Finnbogadottir, la primera mujer del mundo que fue elegida por sufragio universal para ocupar una jefatura de Estado, llega hoy a Madrid. ?sta ser¨¢ la tercera vez que Vigdis -en Islandia no se usa el apellido para referirse a las personas- se encuentre en Espa?a. Antes fueron visitas privadas. La primera, para unos estudios sobre An¨ªbal y las guerras p¨²nicas. La segunda, hace tres a?os, ya presidenta, para conocer Andaluc¨ªa.
La presidenta islandesa no habla de pol¨ªtica, porque as¨ª lo exige la Constituci¨®n. Eso no le importa en absoluto. Incluso se dir¨ªa que le satisface el papel de estar por encima de la batalla pol¨ªtica cotidiana. Sin embargo, Vigdis, tras una elegante fachada de dulzura y serenidad, oculta a una mujer de fuerte car¨¢cter, consciente de s¨ª misma, poseedora de una gran energ¨ªa. A veces, tambi¨¦n, deja percibir un modo de ser enigm¨¢tico, dual.
Se enorgullece de ser la primera mujer del mundo a la que sus compatriotas pidieron, primero, que optara a llevar las riendas del pa¨ªs, y, despu¨¦s, ante otros tres candidatos masculinos, que ocupara la residencia presidencial de Bessastadir, pero no sabe con certeza por qu¨¦. Ella da dos razones que al tiempo ser¨ªan complementarias si no las formulara como excluyentes. En 1980 "un amplio grupo de islandeses, el 33,6%, pensaba que ya era hora de que una mujer se presentara como candidata y eligieron a esa mujer", dice. No han transcurrido dos minutos de esta afirmaci¨®n cuando asevera: "No fui elegida por ser mujer, sino porque hablaba de algo que a los islandeses les gustaba escuchar: de nuestra identidad, de nuestra historia, de nuestra lengua".
Esa contradicci¨®n es la de su vida. Nacida hace 55 a?os en el seno de una de las familias m¨¢s ricas de Islandia, Vigdis dedica gran parte de sus energ¨ªas al mundo de la far¨¢ndula, al que por su cuna no estaba destinada. Interviene en un grupo de teatro experimental y m¨¢s tarde dirige dos teatros oficiales, el de Reikiavik y el Nacional. Tambi¨¦n ha sido gu¨ªa de turismo y ha dado clases de franc¨¦s por la televisi¨®n, idioma y cultura de los que se confiesa admiradora; incluso ha tenido tiempo de manifestarse contra la presencia norteamericana en Keflavik, una gran base militar a medio centenar de kil¨®metros de la capital islandesa.
Revisar criterios
Este pronunciamiento y el hecho de estar divorciada desde los 31 a?os fueron elementos que jugaron en su contra durante la campa?a electoral del verano de 1980. Vigdis romp¨ªa muchos esquemas. Hoy, la presidenta da un rodeo para responder a la pregunta de qu¨¦ queda de aquellas ideas pol¨ªticas. "Cada d¨ªa en la vida se cambia. Afortunadamente, soy cinco a?os m¨¢s rica en experiencia. Con los a?os se gana en sabidur¨ªa". ?Y se cambian los puntos de vista? "Por supuesto. Cada opini¨®n debe revisarse tan pronto como se crea una nueva situaci¨®n".
Vigdis no fue en balde directora de teatro. Cuando habla lo hace con una voz modulada, enfatizando algunas palabras, reforzando con suaves movimientos de manos determinados significados, buscando con gui?os c¨®mplices el compromiso del interlocutor. En ocasiones r¨ªe sonoramente.
La entrevista se lleva a cabo entre el despacho de la residencia presidencial -una habitaci¨®n con estanter¨ªas repletas de libros, en la que se encuentra la figura melanc¨®lica de un Don Quijote sedente; "su expresi¨®n es de ensue?o, de nostalgia, ?q¨²e estar¨¢ pensando?", se pregunta Vigdis- y un sal¨®n donde tom¨® caf¨¦ con el periodista. Es en este recinto, de colores fr¨ªos, donde se plantea la cuesti¨®n que m¨¢s parece afectar a la presidenta. ?Qu¨¦ posibilidades existen de lograr una zona n¨®rdica desnuclerizada? Vigdis piensa unos segundos. Su rostro se ensombrece. La mirada parece que se vuelve sobre s¨ª misma. "Es una cuesti¨®n del Parlamento island¨¦s", se defiende. Pero despu¨¦s de haberse explayado. "No conozco a ninguna persona que no crea que debemos conservar la paz. Con todo lo que se ha inventado es absolutamente horroroso pensar en la guerra. Todo lo que sea desnuclearizar favorece la paz, se hace para acabar con el terror. La gente joven est¨¢ asustada. Hay que hacer todo lo posible para quitar ese miedo a los j¨®venes, que pierden su inter¨¦s por la vida". Enseguida vuelve a mostrarse optimista y piensa en el futuro. "Hay que insuflar entusiasmo en la vida, enamorarse de la vida".
La presidenta islandesa fue reelegida autom¨¢ticamente el a?o pasado al no presentarse ning¨²n candidato. Hay quienes creen que le va a resultar dif¨ªcil volver a ser una ciudadana de a pie si alg¨²n d¨ªa deja Bessastadir, una antigua granja con tres edificios y una iglesia levantada sobre un pen¨ªnsula frente a la capital, en la que vive en compa?¨ªa de una hija adoptiva, Astridur, de 12 a?os, un conductor y un ama de llaves, sin ninguna medida de seguridad. "En 1979 anunci¨¦ que no iba a continuar como directora del teatro Nacional. Me preguntaron qu¨¦ iba a hacer y respond¨ª que esperaba que los islandeses pudieran hacer algo por m¨ª. Al a?o siguiente fui elegida presidenta. Mi respuesta, ahora: Espero que esta naci¨®n tenga algo que yo haya de hacer. Porque de otro modo ser¨ªa una cat¨¢strofe".
Sartre y Lorca
Adem¨¢s de seguir pendiente de su hija, Vigdis podr¨ªa dedicar su tiempo a releer a Simone de Beauvoir y a Jean-Paul Sartre, cuya autobiograf¨ªa, Les Mots, dice que le impresion¨®. Tambi¨¦n podr¨ªa revisar a Lorca, casi totalmente traducido al island¨¦s y cuyo dramatismo ella considera perfectamente conjugable con el modo de ser de su pueblo. Pero mientras llega ese momento seguir¨¢ entusiasm¨¢ndose con los viajes (ha visitado ya los restantes pa¨ªses n¨®rdicos, el Reino Unido, Francia, Portugal y Estados Unidos). "A todos estos pa¨ªses he ido invitada. Es maravilloso ese 'Islandia, ven, por favor".
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