Espa?a, en el coraz¨®n y en el bolsillo
Las relaciones econ¨®micas hispano-islandesas no son particularmente estrechas. Pero aun en lo poco, son los apenas 240.000 n¨®rdicos quienes se llevan la parte del le¨®n frente a los 38 millones de espa?oles. No es extra?o que nos miren con simpat¨ªa.
Apenas uno ha puesto el pie en Islandia y trasciende que es espa?ol cuando se le dice que gracias a nosotros los islandeses no tienen ley seca. La historia se remonta a los a?os veinte, cuando el Gobierno prentendi¨® abolir el consumo de alcohol, regl¨®n en que se encontraban unos cuantos hectolitros de jerez. Espa?a puso el grito en el cielo y amenaz¨® con suspender todas las importaciones de bacalao island¨¦s si en la isla se prohib¨ªa la importaci¨®n de vino. La amenaza surti¨® efecto y hoy los islandeses pueden empinar el codo lo que quieran, aunque con algunas restricciones incomprensibles, como, por ejemplo, que los mi¨¦rcoles no puedan tomar vino en los restaurantes.
En la actualidad el vino constituye apenas el 10% de las exportaciones espa?olas a Islandia. El grueso lo forman los env¨ªos de hierro y acero, que suponen la tercera parte de las exportaciones; las estructuras, ensambladas o no, de las que la gr¨²a del puerto de Reikiavik es la muestra m¨¢s evidente; las manufacturas de amianto y cemento y, c¨®mo no, los productos hortofrut¨ªcolas.
A cambio de estos elementos, m¨¢s o menos elaborados, Espa?a recibe de Islandia pescado (fundamentalmente bacalao), harinas de pescado y aluminio en bruto. S¨®lo estos tres productos representan el 95% de las importaciones espa?olas desde la isla del Atl¨¢ntico norte. Como renglones adicionales quedan las langostas y las pieles curtidas.
Traducido a pesetas, el a?o pasado Espa?a import¨® por valor de algo m¨¢s de 6.000 millones y exportamos por menos de 1.800. ?sta es la balanza que Espa?a quiere y necesita equilibrar, aunque a primera vista parezca que un mercado tan exiguo como el island¨¦s, si bien con un alto poder adquisitivo, no puede ser capaz de enjugar ese tremendo d¨¦ficit.
Los islandeses, en cualquier caso, seguir¨¢n viajando a nuestro pa¨ªs a tomar el sol. Las cifras de turistas que llegan anualmente desde la Isla de Hielo a nuestras costas son casi rid¨ªculas, unos 15.000, y sin embargo se estima que m¨¢s de las tres cuartas partes de estos n¨®rdicos, que buscan orgullosos tambi¨¦n sus ra¨ªces en Irlanda, han estado alguna vez en Espa?a.
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