Medicamento, democracia y expertos
Ciertamente, la actual Administraci¨®n sanitaria tiene una innegable inclinaci¨®n a oficializarlo todo y desconocer la iniciativa privada o la aportaci¨®n profesional, en este sentido, sobre cualquier actividad relacionada con la gesti¨®n de la salud. A esa tendencia une nuestra Administraci¨®n no se sabe bien si cierta impertinencia o, por lo menos, algunos toques de inoportunidad.Cuando los farmac¨¦uticos espa?oles est¨¢n m¨¢s irritados y se sienten menos part¨ªcipes de las posibles decisiones que se toman sobre su profesi¨®n por las autoridades sanitarias, ¨¦stas, como para que se repare su capacidad autoritaria, publican, con la firma del titular del departamento (BOE del 11 de julio de 1985, d¨ªa anterior de nuestra huelga a la japonesa) una orden ministerial por la que se regulan los ¨®rganos encargados de la farmacovigilancia.
Crispaci¨®n
Dicha disposici¨®n, que traemos a esta tribuna como actualidad justificativa de la crispaci¨®n que vive ahora mismo el conjunto de profesiones sanitarias, desvela, las intenciones que se perciben en cada acto dispositivo en que interviene, promoviendo o decidiendo, la Direcci¨®n General de Farmacia y Productos Sanitarios. S¨®lo es v¨¢lida aquella orden en su enunciaci¨®n, porque su propio pre¨¢mbulo ya se encarga de desentra?ar su prop¨®sito, que es, a nuestro entender, el siguiente: construir un instrumento oficialista y dependiente de dicha direcci¨®n general modificando la actual composici¨®n del ¨®rgano encargado al efecto y de donde desaparecen los representantes de la industria, la distribuci¨®n y la dispensaci¨®n. Y conste que es as¨ª de simple porque en el mencionado pre¨¢mbulo ya se reconoce -como dec¨ªamos- que el ¨®rgano que se sustituye tiene una "composici¨®n parcialmente corporativa y no plenamente tecnica". Si no fuera porque el tema es suficicientemente serio, hasta inducir¨ªa a iron¨ªa comprensiva que el ¨²ltimo art¨ªculo de la citada orden ministerial garantice dietas y vi¨¢ticos a los componentes del nuevo ¨®rgano oficial.Se ha oficializado en nuestro pa¨ªs, como tantas otras cosas, la instituci¨®n encargada de la farmacovigilancia. Cargos oficiales y 10 expertos, naturalmente designados a dedo, ser¨¢n sus responsables. Ni los profesionales ni las fuerzas sociales tienen nada que decir. El proceso de reconversi¨®n al autoritarismo es innegable en el mundo sanitario.
Pero este relato no es sino una muestra, plenamente actual y significativa, de las razones por las que el mundo sanitario en general, y muy particularmente los farmac¨¦uticos, nos sentimos inquietos.
El borrador de anteproyecto de ley del Medicamento dedica un titulado libro octavo a lo que vayan a ser ¨®rganos de la Administraci¨®n encargados de la evaluaci¨®n y control de medicamentos, y ni siquiera es el Miniserio de Sanidad y Consumo, sino la prepotente Direcci¨®n General de Farmacia y Productos Sanitarios quien asume todas las facultades y competencias al respecto. Pero lo peor de todo es que lo hace omn¨ªmodamente, aunque, eso s¨ª, asesorada por un centro nacional y siete comisiones, cuyos presidentes y vocales "ser¨¢n cient¨ªficos o profesionales sanitarios eminentes designados por el Ministerio de Sanidad y Consumo". Pero para mayo res garant¨ªas, los "expertos o consultores que sean llamados por la Administraci¨®n... se seleccionar¨¢n de entre los incluidos en una lista de expertos que elaborar¨¢ y mantendr¨¢ permanentemente actualizada el Ministerio de Sanidad".
El esquema no puede ser m¨¢s di¨¢fano: el experto designado a dedo sustituye al representante elegido en su corporaci¨®n, sector o segmento de intereses. Para ello hay listas, y el que no est¨¦ en ellas ni puede ser experto ni representativo.
Expertos designados a dedo
As¨ª se justifica tambi¨¦n c¨®mo un borrador de anteproyecto de ley del Medicamento haya podido ser elaborado por expertos o t¨¦cnicos designados a dedo, y as¨ª se comprende, consecuentemente, el sentido de ese borrador. Y es que la Administraci¨®n sanitaria actual est¨¢ cayendo en pretender como fiable algo que no se sostiene l¨®gicamente: la identidad entre experto y designado. La Administraci¨®n parece no creer que un elemento representativo de algo que no sea ella misma pueda ser t¨¦cnico o experto en nada. Lo Corporativo es deleznable porque no produce garant¨ªa; s¨®lo la produce la designaci¨®n.S¨®lo desde una mentalidad no democr¨¢tica pueden justificarse los avatares actuales de la legislaci¨®n sanitaria. Nunca en la historia de la organizaci¨®n de la salud en Espa?a ha habido tanto distanciamiento entre la Administraci¨®n y las corporaciones sanitarias. De nada vale, por ejemplo, que el Ministerio de Sanidad y Consumo diga como r¨¦plica a nuestro rechazo del anteproyecto de ley del Medicamento que es s¨®lo el producto de una comisi¨®n de expertos, porque ello incita a parafraser aquello de que "... no quiere la guerra, quiere la victoria". Si no fuera as¨ª, abandonar¨ªa el tecnicismo dogm¨¢tico de sus expertos y se acordar¨ªa, por ejemplo, del art¨ªculo 23 de la Constituci¨®n espa?ola, cuando dice que "los ciudadanos tienen derecho a participar en los asuntos p¨²blicos...". O del 36; o del 52; ... o simplemente del 1, cuando afirma aquello del "Estado social y democr¨¢tico...".
Verdades a medias
Claro est¨¢ que el lenguaje, y mucho m¨¢s la dial¨¦ctica pol¨ªtica, puede confundir, y de hecho, en determinadas actitudes, se utiliza para ello. Ese lenguaje, con verdades a medias, con calculadas ambig¨¹edades, ha intentado predisponer a la opini¨®n p¨²blica contra los intereses corporativos y profesionales.En definitiva, se trata de hacer prevalecer no los intereses genera les de la poblaci¨®n, que nosotros somos los primeros en defender, sino las tesis y las estrategias de la actual Administraci¨®n sanitaria. Para ello lo mejor es desconocer las representaciones profesionales... y sustituirlas por expertos... Aunque perdamos todos, y lo primero la mentalidad democr¨¢tica.
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