'Movida'
Franco estaba en El Pardo y nosotros tom¨¢bamos patatas bravas. La discoteca de moda era entonces El Infierno propiamente dicho, donde todas las noches actuaba el divo Lucifer y sus muchachos. Hab¨ªa que pecar para entrar all¨ª: en eso consist¨ªa la est¨¦tica. Por la calle de San Marcos volaban gonococos de 100 gramos, gordos como tordos. Los ¨²ltimos tuberculosos, que exhib¨ªan la nov¨ªsima palidez de la muerte, soltaban un h¨¢lito venenoso al escupir por el colmillo en los billares. Hab¨ªa mesas redondas de homosexuales en los urinarios p¨²blicos, mientras el teatro libre lo ejerc¨ªan unos osos de z¨ªngaro con pandero y los monumentos del Jueves Santo. En la oscuridad de los cines se o¨ªan taponazos de champ¨¢n entre sudorosos gemidos. En los escaparates hab¨ªa bragueros, suspensorios y v¨ªrgenes llorosas. El dictador se adornaba con una guardia mora y por las calles iban los padres de familia con correajes, escapularios y h¨¢bitos morados de promesa.Hoy en Madrid est¨¢ en alza la posmodernidad. Hemos pasado directamente del permanganato a la coca¨ªna. Cuatro camiseros, un concejal de cultura, tres cantineros y cinco lib¨¦lulas han urdido una peque?a fiesta, pero esta movida que s¨®lo deja con la boca abierta a los paletos no es sino otra mala imitaci¨®n de una peque?a nube de moscardas alrededor del Alphaville. En Berl¨ªn, Londres, Nueva York y Amsterdan se ven tipos a millones con la mollera rapada y crines violentas de color esmeralda o carmes¨ª. Hay infinitas bandadas de nuevos rom¨¢nticos y viejos perversos de garrafa. All¨ª los punkies van a la oficina sin quitarse los garfios de la oreja y muchos ya son directores de banco. ?A qu¨¦ viene ahora en Madrid esta moda de ministerio? Creo que nuestra genuina aportaci¨®n a la cultura consiste en revivir como expresi¨®n art¨ªstica la neurosis de la dictadura: reencontrar el infierno cl¨¢sico, vestirse de fascista de seda, descubrir el placer del cilicio, montar juergas con aceite de ricino, hacerse maldito en el pecado, pegarse un ¨¢guila imperial en el cogote y llevar todo eso a la cumbre del expresionismo. ?sta ser¨ªa la est¨¦tica m¨¢s moderna. El ¨²ltimo pase de modelos.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.