Agresi¨®n en el mar
LA AGRESI?N sufrida este fin de semana por el pesquero espa?ol Junquito y el patrullero de la Marina de guerra Tagomago constituye, probablemente, el incidente m¨¢s grave de los que se han producido en la costa del S¨¢hara desde que Espa?a dej¨® la administraci¨®n de aquel territorio. Por primera vez se ha registrado un ataque contra un buque de la Armada y un cabo de su dotaci¨®n ha resultado muerto.Los incidentes con los pesqueros espa?oles son frecuentes en aquellas aguas. Para el Frente Polisario se trata de una zona de guerra, y son frecuentes los ataques a las embarcaciones que faenan en ese sector. Algunas veces las agresiones y secuestros han sido reivindicados por el Frente Polisario, mientras que en otras ocasiones no ha habido forma de aclarar definitivamente la paternidad de estos actos de pirater¨ªa. En este sentido, merece destacar el abordaje del pesquero Cruz del Mar, en noviembre de 1978, y en el que los asaltantes dieron muerte a siete de los 10 tripulantes. Las sospechas de la acci¨®n recayeron sobre el Polisario, pero nunca pudo delimitarse con exactitud su aut¨¦ntica paternidad.
El Gobierno, en esta ocasi¨®n, ha tenido, de momento, una prudente reacci¨®n y ha dirigido sus esfuerzos a concretar las circunstancias que rodearon los hechos y a aclarar la responsabilidad de los mismos. Nadie ignora el complicado tablero de intereses en que se mueve Espa?a en esa zona, pero no ser¨ªa de recibo para la opini¨®n p¨²blica que una agresi¨®n como la del fin de semana se diluya en un bosque de oscuridades que al final impida conocer la identidad de los verdaderos autores del ataque a los barcos espa?oles. Nuestro pa¨ªs mantiene buenas relaciones formalmente con Marruecos y Argelia. Frente a las costas del primer pa¨ªs se han producido los hechos, y el segundo de ellos tiene los suficientes mecanismos para poder conocer si existi¨® o no participaci¨®n del Polisario.
Pero hay m¨¢s. En estos momentos existen suficientes motivos de preocupaci¨®n sobre la suerte de los siete tripulantes del Junquito. Su inmediata puesta en libertad representa tambi¨¦n una exigencia m¨ªnima que el Gobierno espa?ol debe hacer valer con toda celeridad ante los dos pa¨ªses vecinos. ?sta, precisamente, es la cuesti¨®n prioritaria en estos momentos. Y el Gobierno debe hacer entender a todas la partes implicadas en el suceso que su actitud de prudencia no debe confundirse con debilidad. ?sta, repetimos, es probablemente la m¨¢s grave agresi¨®n sufrida desde hace 10 a?os, y sus consecuencias son hoy dif¨ªcilmente previsibles. S¨®lo el esclarecimiento de los hechos constituye la ¨²nica salida, y la colaboraci¨®n de Argelia y Marruecos es inexcusable en este punto.
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