Seis espa?oles en peligro
EL GOBIERNO de la Rep¨²blica ?rabe Saharaui Democr¨¢tica (RASD), una entidad estatal que no ha sido reconocida por Espa?a, pero que es miembro de pleno derecho de la Organizaci¨®n para la Unidad Africana (OUA), ha asumido finalmente la responsabilidad del ametrallamiento del que fueron objeto en las costas del banco sahariano el pesquero El junquito y la patrullera Tagomago a finales de la semana pasada. La nota contiene la tr¨¢gica noticia de la muerte de un marinero e informa tambi¨¦n de que los otros seis miembros de la tripulaci¨®n permanecen en poder de los atacantes. Como es ya sabido, la agresi¨®n contra el Tagomago se sald¨® con un muerto y dos heridos. Aunque exist¨ªan escasas dudas sobre la identidad de los atacantes, el comunicado oficial de los saharauis permitir¨¢ al Gobierno espa?ol caminar sobre seguro en su acci¨®n diplom¨¢tica. La considerable demora con que se ha hecho p¨²blica la reivindicaci¨®n del doble ametrallamiento puede deberse tanto a que los agresores desearan ganar tiempo para evacuar el lugar como al temor de reconocer su autor¨ªa en esa acci¨®n corsaria dirigida contra Espa?a.Antes de emprender viaje a M¨¦xico, el presidente Gonz¨¢lez ha indicado que el objetivo prioritario del Gobierno espa?ol, previo a la adopci¨®n de otras medidas, es el rescate de los seis marineros de El junquito en poder del Frente Polisario. Sin duda, el logro de esta meta inmediata debe prevalecer sobre cualesquiera otras consideraciones, especialmente aquellas que s¨®lo expresan gestos ret¨®ricos. No se puede instrumentalizar la vida de esos seis marineros por conveniencias de pol¨ªtica interior. La prudencia desplegada por el presidente Reagan para conseguir la liberaci¨®n de los ciudadanos norteamericanos secuestrados en L¨ªbano puede servir de ejemplo a sus admiradores en nuestros pagos. Una vez que los seis tripulantes de El junquito hayan regresado sanos y salvos a territorio espa?ol, tiempo habr¨¢ para extraer ense?anzas de otro orden del doble ametrallamiento y para adoptar las l¨ªneas de acci¨®n exterior oportunas a fin de que nunca m¨¢s pueda repetirse ese dram¨¢tico acontecimiento.
Por lo dem¨¢s, las falacias del comunicado del Ministerio de Informaci¨®n de la RASD son hasta tal punto evidentes que ahorran un an¨¢lisis detallado. Para Espa?a, la criminal actuaci¨®n de esas "unidades marinas del Ej¨¦rcito de Liberaci¨®n Popular Saharaui" que atacaron a El junquito y al Tagomago se halla al margen de las normas b¨¢sicas del derecho internacional y entra directamente en el dominio de la pirater¨ªa. Los dos muertos ponen un contrapunto tr¨¢gico a la hip¨®crita declaraci¨®n seg¨²n la cual, los agresores no tienen "nada en particular contra los espa?oles". Si el eventual rebasamiento de las 12 millas de distancia de la costa implica para nuestros pesqueros el ametrallamiento a manos de quienes disputan al Reino de Marruecos el dominio de hecho de un sector del antiguo S¨¢hara espa?ol, nadie en su sano juicio podr¨ªa disfrazar esa amenaza con el lenguaje de la soberan¨ªa territorial. Finalmente, suscita un invencible rechazo moral que los agresores traten de endosar la responsabilidad de las muertes por ellos perpetradas a las propias v¨ªctimas, supuestamente merecedoras de su desgracia por el hecho de ponerse a tiro de los homicidas. Porque la afirmaci¨®n de que "la negligencia" de la tripulaci¨®n de El junquito al internarse en una "zona de guerra" unilateralmente declarada, o la imprudencia de armadores y Gobiernos al prestar o¨ªdos sordos a las advertencias del Frente Polisario, son los aut¨¦nticos culpables de "exponer la vida de personas inocentes al peligro de muerte", blanco del ejercicio de la "leg¨ªtima defensa" realizada por los saharauis, constituye un monumento a la hipocres¨ªa.
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