El abanico y el tel¨¦fono

La ma?ana de ayer comenz¨® con el partido entre el sueco Jarryd y el franc¨¦s Tulasne. Fue un partido sopor¨ªfero, con una temperatura ambiental que invitaba a la siesta y la voz mon¨®tona del ¨¢rbitro que romp¨ªa el silencio anunciando el resultado o pidiendo que los espectadores se sentasen. De repente, el p¨²blico reaccion¨®. El juez de silla estaba diciendo algo inaudito hasta ahora en una pista de tenis: "Se?ora, el abanico, por favor". Todos los ojos se concentraron en una mujer de la grada de fondo que se estaba abanicando para quitarse el sopor de encima. Tulasne no quer¨ªa jugar porque el movimiento le molestaba. Y el ¨¢rbitro tuvo que insistir: "?Se?ora, el abanico!".

Mart¨ªn Jaite destaca tambi¨¦n entre sus compa?eros por sus conversaciones telef¨®nicas. Jaite, una persona educada y sencilla, no se corta en sus conversaciones telef¨®nicas con su novia, que reside en Buenos Aires. "Estoy muy ilusionado", le gritaba ayer al auricular. "Ma?ana juego contra la tercera raqueta del mundo". Jaite, que piensa casarse el a?o pr¨®ximo, es el jugador que m¨¢s gasta en conferencias telef¨®nicas, y siempre para llamar, a la misma persona.