Monchito, el rescate imposible
Equipos de rescate, voluntarios y profesionales, mexicanos y extranjeros, han luchado en vano durante toda una semana para salvar la vida de un ni?o de nueve a?os, Monchito, de quien se crey¨® haber recibido se?ales ac¨²sticas emitidas desde debajo de las toneladas de escombros que les sepultaron a ¨¦l y a su abuelo durante el terremoto del 21 de septiembre. Las tareas de rescate de Monchito han puesto de manifiesto el desbarajuste, la desorganizaci¨®n y la desinformaci¨®n que han reinado en M¨¦xico desde el d¨ªa del terremoto. Las escenas junto a la vieja casa colonial alcanzaron en ocasiones altas cotas de superrealismo y podr¨ªan haber servido para un melodrama si no estuviesen en juego la vida de un ni?o y la desesperaci¨®n de una familia.
Un zahor¨ª, una santera llegada de Michuac¨¢n, una cantante probablemente en busca de publicidad, bomberos argelinos y especialistas llegados de Miami, el embajador de Estados Unidos y se?ora, dos hijos del presidente de la Rep¨²blica mexicana, un presunto hijo de Jorge Negrete que result¨® ser un portador de mentiras, un ingeniero brasile?o inventor de una sierra especial, un dise?ador argentino convertido en rescatista, el jefe de prensa y un fot¨®grafo de Julio Iglesias, el tenor Pl¨¢cido Domingo. Todo un sinf¨ªn de personajes se dio cita en los ¨²ltimos d¨ªas en torno al 148 de la calle de Venustiano Carranza, antes octava calle de Capuchinas, en el barrio de La Merced, de M¨¦xico, exactamente detr¨¢s de la plaza del Z¨®calo. Todos ellos desfilaron por all¨ª a lo largo de la semana pasada, en lo que un psiquiatra calific¨® de "fen¨®meno de neurosis colectiva"; y otros, de asesinato.Luis Ram¨®n, Monchito, hab¨ªa llegado con sus padres a la capital la v¨ªspera del terremoto. Iban de Cozumel, en la costa del Caribe, a Zihatanejo, en la del Pac¨ªfico, y se quedaron a pasar una noche, la fat¨ªdica del 18 al 19 de septiembre en la casa del abuelo materno Luis Maldonado. Monchito durmi¨® en la habitaci¨®n de su abuelo y all¨ª les sorprendieron el terremoto y las toneladas de escombros que les cayeron encima.
La calle presenta el mismo aspecto que otras zonas afectadas por el se¨ªsmo. Las moscas revolotean por encima de restos de animales de peluche y brazos y piernas de mu?ecas destrozadas, de una estampa de la Virgen con una oraci¨®n al dorso y de un rey de copas de una baraja espa?ola. Tambi¨¦n hay un cuaderno escolar. "Dictado. Salvador Villegas viene vagando. Viviana y Virginia venden vidrios. Hermosa y humilde es Herlinda".
De cuando en cuando el viento levanta oleadas de polvo de los escombros y esparce por la zona el olor de la muerte. Aplastados bajo el edificio de ocho plantas, que ya no levanta m¨¢s que la casa colonial, han quedado el portero y su h?jo."
La certeza de la vida
Fue precisamente la ausencia de moscas y de olor a muerto lo que llam¨® la atenci¨®n en la casa de Venustiano Carranza, 148, al ingeniero argentino Carlos Marbran. Es un voluntario que trabaj¨® varios d¨ªas como int¨¦rprete con los rescatistas italianos y luego sigui¨® por su cuenta. "No ten¨ªamos la certeza de la vida y no ten¨ªamos la certeza de la muerte. Para la certeza de la muerte har¨ªan falta datos tales como olor o moscas, que no hubo en ning¨²n momento. Ahora tenemos la certeza de la vida, pero el problema es que no sabemos si llegaremos a tiempo", dec¨ªa Marbr¨¢n el pasado jueves.
El padre de Monchito, Mauricio Nafarrate, trabaja en la industria hotelera, tiene 31 a?os y tres hijos: Monchito (nueve a?os), Sonia, de 11, y Mauricio, de tres. La madre de Monchito es peque?a, morena, delgada y bella, de aire adolescente, pero a sus 28 a?os ya tuvo tres hijos, la mayor de 11. Con sus pantalones vaqueros y un chupa-chups en la boca, parece m¨¢s bien una hermana mayor del ni?o sepultado bajo los escombros. Mauricio, el padre, explica: "Desde el d¨ªa del temblor aqu¨ª vinieron brigadas y cuadrillas y todos opinaban que no hab¨ªa vida, por m¨¢s que les dec¨ªamos que escarbaran".
Un golpe psicol¨®gico
Despu¨¦s de que equipos de rescate italianos, israel¨ªes y de la Marina mexicana dictaminaran que all¨ª no hab¨ªa vida, llegaron los j¨®venes de la secci¨®n 5 del Voluntariado Nacional. Con su aparato creyeron detectar signos de vida, y durante una semana desencadenaron en M¨¦xico la esperanza de rescatar vivo al ¨²ltimo superviviente atrapado bajo los escombros desde hac¨ªa ya 15 d¨ªas. Era la oportun¨ªdad de arrebatar una vida, la ¨²ltima, al terremoto y con un equipo mexicano, all¨ª donde los expertos internacionales hab¨ªan dicho que no quedaba nadie vivo. Un golpe psicol¨®gico importante para la deca¨ªda moral del pa¨ªs.
El padre de Monchito explicaba que al d¨ªa siguiente de la llegada de los voluntarios informaron a sus familiares. "Los voluntarios no sab¨ªan nada de Monchito, ni de mi suegro. Mi cu?ado les dijo que estaban enterrados mi suegro y mi hijo. Entonces estos muchachos se metieron y le preguntaron con el aparato: '?Qui¨¦n es?'. Se oyeron ruidos, pero no hab¨ªa voz. Ellos supusieron que no pod¨ªa hablar o no se o¨ªa la voz. Entonces dijeron: 'Si no puedes hablar, danos dos golpes', y los dio. Se arm¨® un revuelo. Despu¨¦s le pidieron: 'Si eres un adulto, da un golpe. Si eres un ni?o, da dos golpes', y dio dos golpes. A partir de ah¨ª se empez¨® a trabajar para rescatarlo".
El viernes llegaron cuatro bomberos altamente especializados desde Miami, pero el s¨¢bado se retiraron tambi¨¦n con quejas sobre el desastre organizativo. El s¨¢bado, un t¨¦cnico comunic¨® que los t¨²neles excavados por los voluntarios, mineros de Tasco, y los topos s¨®lo hab¨ªan llegado a los escombros de la casa ca¨ªda en la habitaci¨®n de Monchito. Quiz¨¢ por eso el padre de Monchito se desesperaba al comprobar que entre los objetos que aparec¨ªan en la excavaci¨®n no hab¨ªa ninguno de la casa familiar.
El s¨¢bado por la ma?ana decenas de polic¨ªas acordonaron la zona y llegaron gr¨²as y m¨¢quinas pesadas, que empezaron a remover los escombros. En un balc¨®n sali¨® una pancarta: "No derrumben sin antes sacar a Monchito". Los voluntarios estaban desesperados. Uno dijo: "Hay grupos de vida y escuadrones de muerte. ?stos son los de la inuerte". Un pariente del ni?o grit¨® hist¨¦rico. Dos polic¨ªas le retiraron detr¨¢s de un esquina y lo devolvieron tranqu¨ªl¨ªzado.
El s¨¢bado por la noche, un ingeniero nombrado *por la jefatura del distrito federal, Juli¨¢n Abed, declar¨® que estaba pr¨¢cticamente descartado que hubiera vida bajo los escombros. El ingeniero anunci¨® que seguir¨¢n las tareas de desescombro a mano y sin maquinar¨ªa pesada. Un psiquiatra hab¨ªa declarado la misma ma?ana del s¨¢bado que los reunidos en el rescate hab¨ªan sido v¨ªctimas de un caso de "psicosis colectiva". A pesar de que ya hab¨ªan pasado 16 d¨ªas, el abuelo paterno de Monchito todav¨ªa conservaba la esperanza, pero el s¨¢bado dec¨ªa que, "lamentablemente, el chico es un trofeo que todos quieren ganar".
En la madrugada del domingo los equipos pesados dejaron de trabajar y abandonaron la zona. Voluntarios y vecinos ocuparon inmediatamente los escombros y prosegu¨ªan con picos, palas y una indomable esperanza las tareas del rescate.
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