El reto tecnol¨®gico ante la CEE
Hace ya mucho tiempo que en este pa¨ªs se habla de nuestro atraso tecnol¨®gico y de la necesidad de investigar m¨¢s y mejor, sin que, con frecuencia, las palabras se transformen en hechos. Las cosas, han ido mejorando en este terreno, sin embargo, aunque es preciso que lo hagan r¨¢pidamente. La reforma del CDTI, dependiente del Ministerio de Industria; la creaci¨®n de oficinas de coordinaci¨®n del fomento de la investigaci¨®n en el sector el¨¦ctrico, en el del carb¨®n y en el del gas, al amparo del Plan Energ¨¦tico de 1983; el Plan Electr¨®nico e Inform¨¢tico, y, finalmente, el proyecto de ley de la Ciencia, que se encuentra en las Cortes, son hitos en esta tarea de conseguir que las palabras se conviertan en realidades.En el mes de julio pasado ha culminado tambi¨¦n una serie de estudios y propuestas sobre el sistema ciencia-tecnolog¨ªa en nuestro pa¨ªs, llevados a cabo por t¨¦cnicos y responsables de varios ministerios, bajo la direcci¨®n del gabinete de la Presidencia del Gobierno.
A finales de 1982, al llegar al Gobierno el partido socialista, el tejido industrial espa?ol estaba profundamente enfermo, como consecuencia de los problemas de su atraso secular. A ellos se hab¨ªan a?adido otros provocados por el crecimiento r¨¢pido, pero ca¨®tico y subordinado, que experiment¨® la industria espa?ola bajo la dictadura, desde 1960 a 1975, al amparo del desarrollo econ¨®mico de todo el mundo occidental.
El primer reto consisti¨® en abordar el saneamiento de las empresas, que lo necesitaban para sobrevivir, paliando las carencias de Gobiernos anteriores, debidas a sus propias debilidades internas y al temor de herir intereses econ¨®micos determinados.
Ahora, en cambio, en la ¨²ltima etapa del primer Gobierno socialista en muchos lustros, el Ministerio de Industria se propone iniciar la tarea que deber¨¢ ser el principal trabajo de la pr¨®xima legislatura: el fomento de la reindustrializaci¨®n de la econom¨ªa espa?ola. Me parece que, de un modo esquem¨¢tico, pueden destacarse dos vigas maestras para realizar adecuadamente esta tarea: la capacitaci¨®n tecnol¨®gica y la optimizaci¨®n de las inversiones. Se trata, en resumidas cuentas, de abandonar surcos viejos cuyo futuro es poco prometedor, avanzando en otros cuyo crecimiento se presenta m¨¢s optimista. Espa?a tendr¨¢ que limitar su producci¨®n de acero, de barcos, de ciertos bienes de equipo, de electrodom¨¦sticos, de motos, etc¨¦tera; a cambio hay que acentuar los esfuerzos en el sector de la electr¨®nica, de la producci¨®n de nuevos materiales cer¨¢micos y met¨¢licos, del ahorro de energ¨ªa, de la b¨²squeda de materias primas, de la incorporaci¨®n de intangibles a nuestra producci¨®n de materiales de consumo, etc¨¦tera.
Formar t¨¦cnicos
Es evidente que este esfuerzo de capacitaci¨®n tecnol¨®gica y de inversi¨®n tiene que basarse en la formaci¨®n de nuestros t¨¦cnicos, para que sean capaces de absorber los ¨²ltimos adelantos que se est¨¢n aplicando en los distintos sectores industriales, y de contribuir tambi¨¦n al desarrollo de las tecnolog¨ªas concernidas. Pero, adem¨¢s, de esos t¨¦cnicos depender¨¢ la eficacia con la que, e el futuro, se invertir¨¢ en este pa¨ªs en el per¨ªodo reindustrializador. Esta eficacia condicionar¨¢ a su vez la viabilidad de nuestras empresas y la rentabilidad de los avances tecnol¨®gicos que se vayan produciendo.
En consecuencia, hay que empezar por la formaci¨®n adecuada de los futuros investigadores. Los ingenieros que necesita el progreso tecnol¨®gico espa?ol tienen que poseer una base s¨®lida en las ciencias fundamentales y una capacidad de resolver problemas y aprender t¨¦cnicas concretas en los distintos campos de especialidad; en esta direcci¨®n, por ejemplo, ha empezado a aplicarse el nuevo plan de estudios de la Escuela de Minas. Al mismo tiempo que se reforma el tipo de ense?anza ser¨¢ preciso impulsar a los nuevos ingenieros a que contin¨²en su aprendizaje en otros pa¨ªses avanzados tecnol¨®gicamente.
Una tarea primordial del Ministerio de Industria consiste en coadyuvar a la obtenci¨®n de la mayor ayuda posible para el desarrollo en Espa?a de la tecnolog¨ªa que pueda conseguirse de los organismos europeos que existen al respecto: Euratom, CERN, CECA, BEI, etc¨¦tera. Son los agentes econ¨®micos interesados, empresas, organismos investigadores y centros universitarios los que deben sugerir y propugnar la consecuci¨®n de dichas ayudas, pero compete al Gobierno contribuir al buen logro de las mismas.
Parece inevitable, sin embargo, que el pr¨®ximo Presupuesto del Estado para 1986 sea restrictivo e intente reducir lo m¨¢s posible el d¨¦ficit que estructuralmente padecemos. Ser¨ªa, sin embargo, un error grave cortar las inversiones en investigaci¨®n y desarrollo, que deben garantizar el futuro de nuestro crecimiento econ¨®mico. Es cierto que tenemos que mejorar la eficacia de lo que gastamos, pero es tan escaso el esfuerzo econ¨®mico que realizamos que el pa¨ªs no puede permitirse ahorro alguno en este campo; ello ser¨ªa contrario a la pol¨ªtica de modernizaci¨®n y progreso que el Gobierno propugna.
Creo que es interesante recordar brevemente las posibilidades de colaboraci¨®n con Europa que se van ofreciendo en el desarrollo tecnol¨®gico en aquellos sectores que me son familiares por estar cercanos a lo que, tradicionalmente, ha constituido la profesi¨®n de la ingenier¨ªa de minas.
En primer lugar, debe citarse el campo de la geolog¨ªa. Nuestro nivel cient¨ªfico no es inferior al de otros pa¨ªses, y compete al Instituto Geol¨®gico contribuir a su mejora y a incrementar el conocimiento b¨¢sico de las posibilidades de nuestro subsuelo en el marco de la imprescindible reforma de su estatuto y normas de funcionamiento.
En lo que al carb¨®n se refiere, se han adoptado las disposiciones necesarias para crear una oficina, junto con la asociaci¨®n de las empresas mineras, destinada a optimizar el uso de los recursos econ¨®micos que se destinen al desarrollo tecnol¨®gico en el sector, provenientes de una peque?a fracci¨®n del precio del producto.
El Plan Energ¨¦tico prev¨¦ un incremento de los esfuerzos que se realizan en el campo de la tecnolog¨ªa energ¨¦tica, tanto en el desarrollo de nuevas energ¨ªas renovables, para lo que se est¨¢ potenciando la Junta de Energ¨ªa Nuclear, como en el aumento de la eficacia en la generaci¨®n y uso de la energ¨ªa cl¨¢sica. Tambi¨¦n, y en este terreno de la tecnolog¨ªa avanzada, se acaba de poner en marcha la Empresa Nacional de Residuos Radiactivos, que deber¨¢ fomentar actividades en diversas ramas de las tecnolog¨ªas punta.
El reto de la electr¨®nica
Hay, finalmente, un aspecto del progreso tecnol¨®gico que no puede. olvidarse: me refiero al reto que tenemos de ponernos al d¨ªa y avanzar en el desarrollo de las t¨¦cnicas electr¨®nicas.
La electr¨®nica no es una especialidad t¨ªpica de la miner¨ªa, pero en todas las ramas de la t¨¦cnica su uso es cada vez mayor y, en particular, la ingenier¨ªa de minas y la metalurgia la utilizan de un modo r¨¢pidamente creciente. Junto a ella se acent¨²a tambi¨¦n el empleo de t¨¦cnicas inform¨¢ticas, en cuya ense?anza la Escuela de Minas se encuentra ciertamente entre los mejores centros del pa¨ªs. En este sentido, Espa?a se incorporar¨¢ desde el a?o que viene a los esfuerzos colectivos que se desarrollan en Europa en torno al programa ESPRIT.
Hace poco tiempo, en la reuni¨®n de jefes de Gobierno de los pa¨ªses de la CEE de Mil¨¢n, se ha adoptado la decisi¨®n de lanzar el programa Eureka de tecnolog¨ªa punta, al que Espa?a se adhiere. Se inicia as¨ª otra v¨ªa de colaboraci¨®n y progreso en este campo. En la misma l¨ªnea, el Ministerio de Industria acaba de preparar un Plan de Automatizaci¨®n Industrial Avanzada.
La incorporaci¨®n a la CEE hace caer una grave responsabilidad sobre los t¨¦cnicos espa?oles. De su trabajo depender¨¢, en buena parte, que nuestra industria sea capaz de hacer frente al reto europeo. Las dificultades de la entrada en Europa pueden verse paliadas por la acci¨®n de los futuros profesionales espa?oles, muchos de los cuales est¨¢n ahora estudiando o acabando sus carreras. El acceder a la ense?anza superior es un privilegio, y ello exige una contrapartida que debe concretarse, precisamente, en la realizaci¨®n diaria de un trabajo eficaz en bien de la comunidad.
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