Cavaco, de militante a primer ministro en 140 d¨ªas
La carrera mete¨®rica que llev¨® a An¨ªbal Cavaco Silva, de 46 a?os, de la base del Partido Social Dem¨®crata (PSD) al liderazgo del mismo, y de presidente de una formaci¨®n agotada por las luchas internas a, con toda seguridad, la jefatura del Gobierno, en poco m¨¢s de cuatro meses, es en s¨ª reveladora del fren¨¦tico deseo de cambio que se apoder¨® de amplios sectores de la sociedad portuguesa.Cuando Mario Soares supo que el congreso nacional del PSD hab¨ªa elegido como l¨ªder del segundo partido de la coalici¨®n que apoyaba su Gobierno a An¨ªbal Cavaco Silva, dijo, con cierta altaner¨ªa, que nunca hab¨ªa tenido la oportunidad de hablar con su nuevo aliado. Pens¨® que se trataba de otro de los ef¨ªmeros dirigentes que el PSD ven¨ªa devorando con incre¨ªble rapidez desde la muerte de su fundador, Francisco S¨¢ Carneiro.
La biograf¨ªa pol¨ªtica de Cavaco se resum¨ªa a escasas l¨ªneas: este profesor de econom¨ªa, formado en las universidades de Lisboa y York, hab¨ªa sido el primer ministro de Finanzas de Alianza Democr¨¢tica durante menos de un a?o, en 1980, y regres¨® despu¨¦s de la muerte de S¨¢ Carneiro al gabinete de estudios del Banco de Portugal, lugar privilegiado para observar los resultados de las pol¨ªticas econ¨®micas seguidas por sus sucesores democristiano, socialdem¨®crata e independiente.
Un ¨²nico discurso en el congreso del PSD del pasado mes de mayo lo transform¨® de la noche a la ma?ana en salvador de un partido que parec¨ªa condenado a desaparecer, destruido por sus contradicciones internas y la paciente acci¨®n de Soares.
Porque habl¨® alto y fuerte, fue elevado al papel de caudillo el 19 de mayo y se atrevi¨® a desafiar al partido socialista: la ruptura de la coalici¨®n, la crisis, la disoluci¨®n del Parlamento fueron latigazos que movilizaron de nuevo al PSD y le hicieron recuperar todo su electorado. Los resultados se vieron el domingo. Entre tanto pasaron tres semanas de campa?a, durante las cuales, como buen oficial, estuvo en primera l¨ªnea.
Los socialistas ironizaron acerca de la cara de palo del nuevo Salazar y, como hab¨ªan hecho con el general Antonio Ramalho Eanes, afirmaron que "no hay que confundir seriedad con ce?o fruncido y sonrisas parcas". Pero como ven¨ªa precedido de esta fama de duro cuid¨® de humanizar su imagen: con su mujer, Mar¨ªa, y sus dos hijos estuvo en todos los pueblos. De norte a sur. Encontr¨® una forma simple y directa de hablar a todos, record¨® su infancia de hijo de una familia modesta de un pueblecito del Algarve, Boliqueime, donde sus padres tienen a¨²n una gasolinera. Habl¨® a los j¨®venes de su propio ejemplo de estudiante pobre y personific¨® al hombre que venido de la nada conquista la fama y el poder a base de trabajo y tes¨®n.
Se enfrent¨® a los eanistas en su propio terreno: la denuncia de la corrupci¨®n, del clientelismo, del enchufismo, la exigencia de la competencia y de la honradez en la gesti¨®n de los asuntos p¨²blicos, sin excluir a su propio partido de las cr¨ªticas a una cierta manera de hacer pol¨ªtica. Como los eanistas, defendi¨® la tolerancia, pero fue intransigente en la defensa de los intereses. y de la soberan¨ªa nacional.
Al miedo y al desencanto opuso confianza y orgullo de ser portugu¨¦s. Su serenidad en la hora de la victoria, su visible malestar delante de algunas manifestaciones excesivas de euforia y la rapidez con que se ofreci¨® para dirigir el futuro Gobierno han dado los ¨²ltimos retoques a su retrato.
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