El sonido de la televisi¨®n
La imagen de televisi¨®n no tolera demasiados manejos sin que el espectador tome conciencia de ellos. No hace falta ser un t¨¦cnico ni un especialista para apreciar que una banda visual est¨¢ distorsionada o es incompleta, pero suele ser frecuente alterar el sonido con todo descaro, sin que ese mismo espectador atento y culto se d¨¦ cuenta de la transformaci¨®n. No hablo de la calidad entendida en un sentido simplemente t¨¦cnico, aunque sea muy importante que el sonido llegue con claridad, limpio y con todos sus matices originarios, sino del equilibrio mutuo de los elementos sonoros que confluyen en la banda ac¨²stica y del respeto a los sonidos originales, imprescindibles para apreciar en todo su valor la fuerza de determinados programas.Se podr¨ªan presentar numerosos ejemplos de tales manejos s¨®lo con estar atentos a la programaci¨®n de un d¨ªa cualquiera, aleatoriamente seleccionado, pero prefiero ce?irme hoy a las palabras de los pol¨ªticos, porque tiempo habr¨¢ de volver, en otras ocasiones, sobre este problema, que a m¨ª me parece especialmente grave, del que oigo hablar muy escasamente y sobre el que se ha escrito bastante poco. Cuando una persona hace unas declaraciones para TVE, y sus palabras son recogidas por los micr¨®fonos de forma sincronizada con las im¨¢genes captadas por las c¨¢maras electr¨®nicas, es frecuente que los realizadores de los, programas (informativos o no, aunque quiz¨¢ se d¨¦ m¨¢s el fen¨®meno, en ese ¨¢rea), nos quiten ese sonido y lo sustituyan por un comentario le¨ªdo por un locutor en el que se resume el contenido de la intervenci¨®n, mientras vemos al hablante que mueve los labios sin que oigamos apenas sus manifestaciones.
La voz propia
El derecho a la propia imagen es una aut¨¦ntica conquista democr¨¢tica, pero debe estar complementado, necesariamente, con el derecho de los hablantes a controlar la propia voz. Si existen problemas t¨¦cnicos en este sentido, deben ser resueltos por otros procedimientos, sin recurrir a estas graves omisiones.
En el caso de los pol¨ªticos extranjeros -tambi¨¦n podr¨ªa aplicarse el mismo planteamiento a los escritores y artistas-, el problema es, si cabe, todav¨ªa m¨¢s complejo, puesto queja mayor¨ªa de los espectadores a¨²n pueden recordar con esfuerzo el tono habitual de voz de un pol¨ªtico espa?ol conocido y, aunque sus palabras sean eliminadas, est¨¢ en condiciones de restituir algo, siquiera sea de forma incompleta, de los matices originarios. Si el que habla es un pol¨ªtico extranjero, la alteraci¨®n de sus palabras suele ser absoluta, en el mejor de los casos con una traducci¨®n literal de lo que ha dicho, y en otros con la sustituci¨®n de lo que ha dicho efectivamente.
Significados secundarios
Los que recurr en a estos d¨®blajes nunca est¨¢n justificados por la pretendida claridad que aportan a los receptores de tal mensaje. Hay que recordar que las palabras no proporcionan s¨®lo un sentido directo e inmediato, sino que evocan un determinado clima sonoro y despiertan una compleja red de significados secundarios que est¨¢n soportados por el tono, el timbre, los rasgos personales e intransferibles, en suma, de cada voz humana. Aunque yo no hable en ruso, por ejemplo -que no lo hablo, para mi desgracia-, necesito o¨ªr la voz de Gorbachov para conocerlo, siquiera sea imperfectamente, y no me conformo con ver su rostro. Las sutilezas de una forma de hablar me aportan una informaci¨®n preciosa, y el doblaje burdo, m¨¦c¨¢nico, de esas frases, con una traducci¨®n simple y artificial, que borra todas las palabras originales, no es una ayuda, sino una distorsi¨®n grave, cuya utilidad nunca compensa tan b¨¢rbaro atentado ling¨¹¨ªstico. Y lo malo es que tal pr¨¢ctica se repite, impunemente, d¨ªa tras d¨ªa, como si se tratara de un procedimiento leg¨ªtimo y necesario. Traducir parte de un discurso pronunciado en una lengua extranjera puede ser bueno y positivo, por supuesto, pero borrar todas las palabras originales es un sistema b¨¢rbaro y disparatado, que s¨®lo puede aportar el empobrecimiento cultural de los espectadores. Neces¨ªtamos o¨ªr frases en otras lenguas para entender, parad¨®jicamente, lo que las traducciones m¨¢s afortunadas jam¨¢s nos podr¨¢n dar: la sombra humana de. un individuo, su car¨¢cter y su forma de ser. La imagen puede enga?ar, dentro de unos l¨ªmites, pero la voz raras veces puede ocultar los peores ecos, del que habla.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.