Emocionante solidaridad con El Maletilla de Oro
Todo el toreo cerr¨® filas en solidaridad con Miguel Abell¨¢n El Maletilla de Oro, en cuyo beneficio hab¨ªa organizado el festival la Asociaci¨®n de Banderilleros y Picadores. Los momentos m¨¢s emocionantes fueron, precisamente, cuando los matadores brindaban sus toros al Maletilla, dec¨ªan largos y sentidos parlamentos, que el banderillero, su esposa y sus tres ni?os escuchaban en pie, y el p¨²blico ovacionaba, plenamente identificado con el homenaje; que por eso estaba all¨ª, compartiendo la emotividad del festival y el agradecimiento a la generosidad de los lidiadores.Luego los peque?ines de El Maletilla se disputaban sostener el sombrero del brindis, y los pap¨¢s condescend¨ªan, recomend¨¢ndoles mucho cuidado. Cuando cay¨® en sus manos el de Ortega Cano hubo de ser un serio compromiso, pues el diestro cartagenero sali¨® hecho un pincel, del sombrero al zapato, pero principalmente el deslumbrante sombrero reci¨¦n estrenado, de siete reflejos, con su etiqueta, que le sentaba en la cabeza como si le hubiese ca¨ªdo de un quinto piso, y no se lo quitaba para nada. Hubo quien cre¨ªa que se ir¨ªa a dormir con ¨¦l puesto.
Plaza de Las Ventas
27 de octubre: Festival a beneficio de El Maletilla de Oro.Reses de Madrigal, Marca, Boh¨®rquez, Antonio P¨¦rez, S¨¢nchez-Dalp e Ib¨¢n. Anto?ete, ovaci¨®n y salida al tercio. Palomo Linares, oreja. Curro V¨¢zquez, aplausos y saludos. Ortega Cano, dos orejas. El Soro, oreja. S¨¢nchez Cubero, ovaci¨®n y salida al tercio.
Sali¨® hecho un pincel Ortega Cano y sali¨® torero, m¨¢s que nadie, lo cual tiene enorme importancia despu¨¦s de tantos percances como ha sufrido esta temporada. Sus lances a la ver¨®nica fueron de una exquisita suavidad, hondos los redondos, templada una preciosa tanda de naturales. Y cuando el novillo se le fue a tablas, all¨ª le ligaba el natural y el de pecho con cuanta hondura y temple definen el arte de torear. Para subrayar a¨²n m¨¢s su torer¨ªa, mat¨® en la suerte de recibir. El p¨²blico entreg¨® sin reservas su entusiasmo a Ortega Cano, le aclam¨® "?torero!" y en la vuelta al ruedo le lanzaba chaquetas, que ya es m¨¦rito, con el fr¨ªo que hac¨ªa.
Tambi¨¦n habr¨ªa querido aclamar a Anto?ete, por quien siente pasi¨®n, pero el maestro no daba facilidades. El maestro contin¨²a sin encontrar el temple a los toros, que le tropiezan los enga?os y cuando no se los tropiezan es porque acelera el pase, bien aderezado de pico. Ha hecho octava de su despedida, y puede prorrogarla indefinidamente, pues tiene carisma bastante para que la afici¨®n espere hasta la consumaci¨®n de los siglos la faena "de los naturales" de Sevilla, por ejemplo. Que ya llegar¨¢. Esta tarde mata en Las Ventas los dos sobreros del festival, y a lo mejor es ah¨ª.
En el toro del maestro salt¨® al ruedo un individuo armado de cadena, que la emprendi¨® a cadenazos, primero con el toro, luego con los subalternos. Estos le cogieron por el fondillo y le tiraron de cabeza al callej¨®n. Si alguien vio alguna vez espont¨¢neo semejante, que levante la mano. Ins¨®lita manera tuvo de intentar amargar la fiesta. No lo consigui¨®, por supuesto, pues hab¨ªa mucha torer¨ªa en el ruedo, para olvidar el s¨®rdido incidente.
Palomo, en su estilo desma?ado, templ¨® una excelente serie de redondos, obligando a humillar. Curro V¨¢zquez pele¨® animosamente con el bronco Boh¨®rquez. El Soro, eficaz en banderillas, hizo la faena bullidora y variada que es propia de su barroquismo fallero. La tenacidad de S¨¢nchez Cubero se estrell¨® en el continuo cabeceo de un novillo que no le admit¨ªa los derechazos y naturales. Al banderillero Montoli¨², mito reciente, le aclamaron dos pares de banderillas iguales a muchos que se ven cada tarde.
La afici¨®n acog¨ªa con calor el toreo bueno y agradec¨ªa los intentos de cuajarlo, cuando no resultaba a satisfacci¨®n. Finalmente, ovacion¨® largamente a El Maletilla de Oro, a quien sus compa?eros hicieron dar la vuelta al ruedo, una vez hubo terminado el festival. El objetivo de la convocatoria se hab¨ªa cumplido. Y todos hac¨ªan votos para que Miguel Abell¨¢n, su esposa y sus simp¨¢ticos chiquitines, tengan una vida feliz.
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