La 'ciencia de la paz' y su lenguaje
La pol¨¦mica suscitada por nuestro libro Sobre el pacifismo en las p¨¢ginas de EL PAIS entre Miguel Porta Perales, Enrique Gom¨¢riz y Manuel Ortu?o Armas gira, alrededor de dos problemas te¨®ricos. El primero es si el esp¨ªritu del pacifismo o el s¨ªndrome antinuclear es acr¨ªtico y maniqueo (seg¨²n Porta Perales, que interpreta correctamente nuestra postura) o si es altamente cient¨ªfico y acad¨¦mico, seg¨²n afirma Gom¨¢riz. El argumento principal de Enrique Gom¨¢riz es la existencia de unos 50 institutos de investigaci¨®n que se dedican al estudio de los problemas de la paz y de una posible guerra nuclear. Nosotros creemos, sencillamente, que lo que inicialmente ha sido problem¨¢tico, pero socialmente determinado, y por lo tanto relevante, en el s¨ªndrome antinuclear, est¨¢ convirti¨¦ndose progresivamente en algo incomparablemente peor debido a la parafernalia cient¨ªfica que lo rodea. En cuanto una cuesti¨®n de enorme importancia p¨²blica se transforma en departamento o instituto de investigaci¨®n, inevitablemente aparece como pseudo-ciencia y como lobby bien organizado. Pero el lobby, con su c¨®digo de comportamiento obligatorio, es una degeneraci¨®n de los movimientos espont¨¢neos en particular y de la pol¨ªtica democr¨¢tica en general. Advertir sobre los peligros del futuro es un acto c¨ªvico que, si es sincero, se basa abiertamente en hip¨®tesis y no en conocimientos probados, en un sentimiento de compromiso moral con el mundo y es, a la vez, noble e indispensable, a pesar de las medias verdades o los juicios err¨®neos a que pueda dar lugar Mientras que la ciencia de lo que suceder¨¢ (sobre la que, seg¨²n bien dec¨ªa Arist¨®teles, no podemos tener conocimiento) se convierte inevitablemente, sin tener en cuenta la integridad de los que participan en ella, en una fuente organizada de informaci¨®n de muy heterog¨¦neo valor, parte de la cual conduce inevitablemente a conclusiones err¨®neos. Cuando el se?or Gom¨¢riz menciona como ultima ratio el hecho de que nuestro libro se base en datos y material de 1983 y no de 1985, est¨¢ empleando el verdadero esp¨ªritu de esta ciencia y de este instituto de investigaci¨®n.
La segunda cuesti¨®n es la actitud de la oposici¨®n de la Europa del Este respecto al movimiento antinuclear de la Europa occidental. En este aspecto, se presentan algunos problemas sobre el car¨¢cter cient¨ªfico de la Nueva Ciencia, en la medida en que el presente est¨¢ afectado respecto a lo que es, o puede ser, un saber. Los hechos son los siguientes: 1) El ¨²nico pa¨ªs en el que una abrumadora parte de la oposici¨®n existe en forma de un movimiento antinuelear (hasta finales de 1983, en que fue decapitado por Ia polic¨ªa secreta y que no ha llegado a recuperarse totalmente de este golpe) es la Rep¨²blica Democr¨¢tica Alemana. Explicamos las razones de la existencia de este movimiento en lo que hemos intentado entender como parte de un deseo de reunificaci¨®n de Alemania. Nuestra tesis puede ser acertada o no. Pero si lo es, la enorme fuerza del esp¨ªritu antinuclear de la Alemania del Este puede explicarse por otras razones distintas del s¨ªndrome antinuclear. 2) Desgraciadamente, y tambi¨¦n tr¨¢gicamente, durante a?os la oposici¨®n ha sido tan d¨¦bil en todo el imperio sovi¨¦tico que ya no existe, desde el aplastamiento de Solidaridad, como movimiento, en ning¨²n pa¨ªs de la zona. Su debilidad, fragmentaci¨®n y persecuci¨®n pueden ilustrarse con la total desaparici¨®n de Sakharov, el ¨²nico y aut¨¦ntico h¨¦roe de la causa antinuclear en esta parte del mundo, que se ha convertido progresivamente en objeto de sospecha por parte de los militantes antinucleares a causa de su intransigente actitud. El destino de Sakharov ni siquiera ha sido considerado como una cuesti¨®n mayor por parte de las delegaciones de paz. 3) Es verdad que ciertos peque?os grupos intelectuales, que viven en condiciones desesperadas, lo han intentado todo, desde hacer solicitudes al presidente Carter hasta tratar de congraciarse con la dudosa conciencia del mundo. Uno de estos desesperados esfuerzos es, por parte de algunos, no todos, grupos intelectuales es el llamamiento a los movimientos antinucleares occidentales. Los institutos de investigaci¨®n de estos ¨²ltimos utilizan estos llamamientos como documentaci¨®n de su proliferaci¨®n en todo el mundo, y despu¨¦s se vuelven contra ellos y los critican por sus desmesuradas peticiones que ponen en peligro la paz mundial (como hizo E.P. Thompson dirigiendo sus cr¨ªticas a Solidaridad). 4) Finalmente, hay movimientos por la paz aparentemente independientes, que funcionan con el benepl¨¢cito oficial, t¨¢cito o expl¨ªcito. Por ejemplo, uno de los grupos h¨²ngaros cuyo representante, Koszegi, favorito de las publicaciones END (European Nuclear Disarmament), declar¨® con admirable realismo: "no ser¨ªa realista pedir el desarme nuclear sovi¨¦tico en la Europa del Este". Nos tememos que la ciencia de la paz habla la lengua de este tipo de realismo.
El art¨ªculo de Miguel Porta Perales, Una cr¨ªtica al catecismo antinuclear, fue publicado el 8 de setiembre de 1985 en el suplemento de Libros. Enrique Gom¨¢riz, director de Tiempo de paz, contest¨® a Miguel Porta en Cartas al director el 17 de setiembre. Manuel Ortu?o, director de la editorial Pablo Iglesias, contest¨® a Gom¨¢r¨ªz el 24 del mismo mes, quien reiter¨® sus posiciones en una nueva carta de 28 de setiembre. Finalmente, el autor del art¨ªculo que suscit¨® el debate contest¨® el 2 de octubre y Gom¨¢riz volvi¨® a la carga el 6 de octubre.
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