Las causas de los accidentes, con nombre y apellidos
Quiero comenzar este art¨ªculo, aprovechando la oportunidad que se me brinda, descalificando a quienes desde sus puestos bien retribuidos e instalados en la burocracia sostienen que los accidentes en la mina son el pago natural que los mineros le debemos a nuestro propio trabajo. Nada m¨¢s lejos de la realidad. Los accidentes en las minas asturianas son fruto de una serie de circunstancias que m¨¢s adelante se?alar¨¦ y tienen, por tanto, en el 90% de los casos, nombres y apellidos de las causas que los producen. C¨¢llense, pues, la boca los profesionales que siempre buscan justificaciones simplistas para todo y ded¨ªquense a reconocer y aceptar humildemente que est¨¢n equivocados, aunque s¨®lo sea por respeto hacia quienes hoy ya no pueden seguir cumpliendo su deber.Pero vayamos a la realidad de nuestra miner¨ªa, busquemos los elementos y causas que posibilitan los insostenibles ¨ªndices de accidentabilidad en nuestras minas. Demos entre todos alternativas y dej¨¦monos de intentar cotidianamente la justificaci¨®n de lo injustificable.
Reservas y realidad
En la regi¨®n asturiana tenemos unas reservas probadas de 540 millones de toneladas, de las cuales el volume4 de ?extracci¨®n es de siete millones anuales, lo que nos da, al ritmo actual de producci¨®n, un horizonte de vida de 77 a?os, siendo las previsiones de los avances cient¨ªfico-t¨¦cnicos las que sit¨²an la necesidad de los carbones en un ciclo m¨¢ximo de 25-30 a?os. Es decir, que nuestros yacimientos, aun doblando su ritmo extractivo, no ser¨¢n nunca agotados. ?Y cu¨¢l es la realidad? Pues que en nuestro pa¨ªs se importan 17 millones de toneladas anuales del extranjero, se potencia el crecimiento de la energ¨ªa hidr¨¢ulica y nuclear, se reducen constantemente los puestos de trabajo en miner¨ªa y se amenaza, un d¨ªa s¨ª y otro tambi¨¦n, con el cierre de instalaciones en la empresa p¨²blica. Es decir, no hay pol¨ªtica de futuro para nuestra propia riqueza y, en el mejor de los casos, nuestros yacimientos son entregados, irresponsable y antinacionalmente, a empresarios privados que s¨®lo y exclusivamente persiguen, a costa de, lo que sea, el beneficio f¨¢cil y r¨¢pido.Debe se?alarse tambi¨¦n que si en los a?os sesenta-setenta las producciones de carbones proven¨ªan en un 93% de la miner¨ªa subterr¨¢nea, hoy, de los 36 millones de toneladas que se producen en nuestro pa¨ªs, el 70% lo es en explotaciones a cielo abierto que, aparte de destruir la ecolog¨ªa y medio ambiente -es de sobra conocido-, crean much¨ªsimos menos puestos de trabajo. Queda claro, por tanto, que nuestros gobernantes han apostado contra el carb¨®n y han cedido a las presiones de la gran banca y las el¨¦ctricas, en detrimento de un sector b¨¢sico y estrat¨¦gico que tenemos debajo de nuestros propios pies. Y para confirmar esta acusaci¨®n baste el siguiente dato: nuestro Gobierno, a. trav¨¦s de sus empresas Carboex, Domi y conciertos internacionales, est¨¢ invirtiendo decenas de miles de millones de pesetas en minas de California, en EE UU; en Cerrej¨®n, de Colombia, y en la Rep¨²blica Popular China, entre otros. En cambio, cumple a la perfecci¨®n el dicho de "en casa del herrero, cuchillo de palo", aunque es obvio que el perjuicio y da?os causados nos afecten gravemente a todos. Y es en este marco de no creencia en nuestras propias posibilidades, de no investigaci¨®n ni planificaci¨®n minera, en el que se dan los accidentes en la miner¨ªa asturiana. Una miner¨ªa entrega al expolio y la irracionalidad atomizada en peque?as e inoperantes empresas, dejada, para los creyentes, de la mano de Dios y para los realistas de la mano del Gobierno socialista.
Las repercusiones de la ley
Pero es que, adem¨¢s, este Gobierno socialista, apoyado por su sindicato vertical, ha cometido un error y atropello hist¨®rico para con los mineros al instaurar la contrataci¨®n temporal en el art¨ªculo 2 del estatuto minero. Es decir, que los mineros somos entregados atados de pies y manos, en el marco de la crisis econ¨®mica y ante la, necesidad de llevar el salario y el pan a nuestras casas, a los empresarios de turno. Este grav¨ªsimo atentado es cometido contra quienes tenemos que desenvolvernos y trabajar en un medio generalmente reconocido como t¨®xico, penoso y peligroso,Que se les pregunte a quienes son contratados temporalmente en las minas si no temen constantemente la rescisi¨®n o la no renovaci¨®n del contrato, si se niegan a realizar ciertas labores, si se afilian sindicalmente, si reclaman alg¨²n derecho o si no son buenos chicos en el m¨¢s impaternal de los t¨¦rminos. Invito a quien desde la responsabilidad de dirigente sindical ha aceptado el estatuto minero a que les pregunte a estos trabajadores y sienta la verg¨¹enza de la respuesta o el silencio acusador. S¨ª, que se oiga bien claro: la contrataci¨®n temporal fomenta los accidentes. Y tambi¨¦n fomenta los accidentes el art¨ªculo 33 del nefasto estatuto minero al impedir la constituci¨®n de los comit¨¦s de seguridad e higiene en empresas de menos de 50 trabajadores. Se les ha impedido la propia autodefensa a quienes m¨¢s lo necesitan por un decreto ley. En cada mina que no existe comit¨¦ de seguridad e higiene ya saben los trabajadores a qui¨¦n deben tama?o favor.
Desaf¨ªo a que se me cite una sola empresa de las 102 que existen en Asturias de menos de 50 trabajadores en la, que exista tal ¨®rgano de defensa de la seguridad en el trabajo. ?Alguien cree que sin comit¨¦ de seguridad e higiene aumenta la seguridad y disminuyen los riesgos? La respuesta, desgraciadamente, nos la est¨¢n dando los hechos. Como tambi¨¦n los hechos traducidos a brutales e inhumanos destajos demuestran que nuestros picadores y. barrenistas est¨¢n forzados al m¨¢ximo y siendo literalmente reventados para poder conseguir un salario digno. Y ha sido a espaldas de los afectados, con nocturnidad y alevos¨ªa, como se ha firmado, por el mismo personaje, el sistema de destajos para la empresa minera Hunosa en el plan trienal. S¨ª, y que tambi¨¦n resuene fuerte en los o¨ªdos de todos los que quieren hacerse los sordos: los brutales e inhumanos destajos tambi¨¦n tienen la culpa de los accidentes mineros.
Si a lo expuesto a?adimos la falta absoluta de formaci¨®n previa, la nula inversi¨®n en seguridad, que en la miner¨ªa asturiana es de cuatro pesetas por tonelada extra¨ªda cuando la media de la CEE es de 19 pesetas / tonelada, el panorama que aparece ante los ojos de cualquier espectador imparcial es, cuando menos, de profunda preocupaci¨®n.
Y unido a todo lo anterior, como si aun fuera poco el descontrol y la irracionalidad, tenemos la desgracia , de soportar una administraci¨®n regional inepta y par¨¢sita que no aplica tan siquiera la ya floja le gislaci¨®n vigente en materia de ley de minas y polic¨ªa minera.
Esto es as¨ª hasta el punto de que los equipos de inspecci¨®n de lajefatura de minas y la Direcci¨®n Provincial de Trabajo Son cotidianamente sorprendidas por las noticias de los medios de comunicaci¨®n y se enteran de pronto que ha habido un minero fallecido en el campo del deber, que no estaba dado de alta en la Seguridad Social, en la mina de Santa Fe. Que, otro fallece en la mina ilegal La Buena, a la que posteriormente se destruy¨® con dinamita. Que de los cuatro compa?eros ca¨ªdos en Tudela Vegu¨ªn, dos carec¨ªan de la categor¨ªa de picador, aun estando realizando tales labores desde tres a?os antes del desgraciado accidente. Que en la Recuperada los trabajadores son obligados a llevar botas, cinto, casco y guantes de su propia casa al trabajo. Que... ?Sigo a?adiendo m¨¢s? Esta es, pues, la realidad, descrita en poco m¨¢s de dos folios. Como puede apreciarse, asusta y encoge. Y como se desprende del an¨¢lisis de lo expuesto, los accidentes no.se producen porque s¨ª. ?stas son, sin duda, las causas fundamentales.
En nombre del sindicato minero de CC OO de Asturias las denuncio -que es mi obligaci¨®n-. Ahora son quienes tienen el poder y la ley en sus manos los responsables de adoptar medidas urgentes; y si no lo hacen, que los mineros y la opini¨®n p¨²blica asturiana los se?alen con el dedo y les pidan las oportunas responsabilidades.
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