Escepticismo en el barrio de Malasa?a ante la vuelta de los serenos
La entrada en funcionamiento del servicio de vigilantes nocturnos, que estaba prevista para enero de 1986 en el distrito de Centro, se retrasar¨¢ al menos tres meses debido a la avalancha de instancias presentadas. Los vecinos y comerciantes de la calle de San Vicente Ferrer, en el barrio de Malasa?a, una de las puntos que tendr¨¢ vigilancia nocturna, se muestran en general esc¨¦pticos ante la eficacia de esta medida, que, en su opini¨®n, s¨®lo supondr¨¢ un nuevo desembolso para los vecinos.
El barrio al que se ha definido como el Bronx madrile?o presenta por las ma?anas un paisaje de jubilados, ni?os que salen de los colegios y se?oras mayores cargadas con las bolsas de la compra. A esas horas, los pubs est¨¢n cerrados y los camellos no se han levantado a¨²n. En la esquina de San Vicente Ferrer con la Corredera de San Pedro -lugar conocido como iranian corner (esquina iran¨ª) por la masiva afluencia de vendedores de droga de esta nacionalidad- los vecinos han colocado una pancarta en la que piden que se vayan de Maravillas, como ahora vuelven a llamar al barrio, "los ruidos, los porros y las jeringuillas".El farmac¨¦utico de San Vicente, un hombre bajito, con estrecho bigote y gafas, se muestra al p¨²blico parapetado tras una barras met¨¢licas que protegen todo el local. En el mostrador hay un mont¨®n de panfletos en los que se anuncia una manifestaci¨®n de protesta por la muerte de Elisa Alonso, secretaria de una administraci¨®n de fincas de la calle de la Palma, que recibi¨® un disparo en el coraz¨®n durante un atraco.
El farmac¨¦utico, que parece una persona muy preocupada por el incremento de violencia que sufre el barrio, no quiere o¨ªr hablar del servicio de vigilantes nocturnos y expulsa a los periodistas del local.
Los hermanos Mart¨ªn regentan la tienda de comestibles de la esquina, Do?a Francisquita. Vicente, el mayor, tiene 70 a?os y casi no recuerda cu¨¢ndo empez¨® a trabajar en el barrio. Viste delantal blanco y a¨²n usa una balanza para pesar el az¨²car.
No considera especialmente conflictiva aquella zona. "En todas las ciudades del mundo", explica, "existen barrios chinos y a nosotros nos ha tocado vivir en uno. Hace unos a?os esto era una delicia. El barrio se llen¨® de gente joven que abarrotab¨¢ los bares. Tambi¨¦n hab¨ªa vendedores de droga, pero era gente afincada aqu¨ª que no planteaba excesivos problemas. Despu¨¦s llegaron los iran¨ªes y los negros, tipos mal encarados que se apostaron en las esquinas ofreciendo su mercanc¨ªa de muerte y acabaron con la tranquilidad".
Vicente no cree que los vigilantes nocturnos solucionen los problemas que no son capaces de resolver los polic¨ªas. A su juicio, la vuelta de los serenos lo ¨²nico que supondr¨¢ es la creaci¨®n de un nuevo impuesto para los vecinos.
La mala prensa del barrio en los ¨²ltimos tiempos no parece asustar a Jos¨¦ Rey, un zapatero conocido como J. R., que acaba de instalar su negocio en San Vicente Ferrer. "Lo ¨²nico que me asusta es que en mi casa no haya dinero para comer", asegura. El zapatero est¨¢ a favor de la seguridad, pero no cree que los comerciantes, deban pagar 5.500 pesetas al a?o para financiar el cuerpo de vigilantes nocturnos.
"Mire", explica, sin soltar el tac¨®n que est¨¢ reparando, "en este pa¨ªs tenemos m¨¢s polic¨ªas que en cualquier otro de Europa.' ?,Para qu¨¦ crear m¨¢s? Si los que hay se emplearan como es debido, bastar¨ªa". J. R. desconf¨ªa de la eficacia de los serenos y se pregunta "qu¨¦ va a hacer una persona sola por la noche". "Les dar¨¢n un estacazo y les quitar¨¢n de en medio", predice.
Intentar hablar con las vecinas que recorren la estrecha calle de San Vicente resulta dif¨ªcil. El miedo a ser asaltadas se refleja en su rostro en tensi¨®n.Pilar, de 58 a?os, se para un momento y asegura que la calle de San Vicente se convierte por la noche en un nido de v¨ªboras. "Los drogadictos se matan entre ellos. Todos los d¨ªas hay tiroteos y sangre; esto est¨¢ imposible".
Las protestas de los habitantes de Malasa?a, que se manifiestan todos los fines de semana en la esquina irani para pedir la expulsi¨®n de los traficantes de drogas, han tenido una respuesta inmediata por parte del comisario de Centro, Jaime C¨¦spedes, que ha decidido incrementar la presencia de la polic¨ªa en las calles del barrio durante la noche.
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