Gestos y fuerza
La carta de presentaci¨®n de esta compa?¨ªa, compuesta exclusivamente por bailarines negros, es la espectacularidad. Comenzaron con Sherenade, demostrando, que conocen desde dentro los preceptos del neocl¨¢sico: la expresi¨®n controlada, el acento en la parte alta del cuerpo y la rapidez en la lectura de los pasos.En Voluntaries tienen su mejor momento, el tratamiento coreogr¨¢fico de Glen Tefley les va muy bien, al ser m¨¢s avanzado y libre permitiendo lucir sus cualidades para el salto y el giro. Un tranv¨ªa llamado deseo, verdadera pieza retro desde los figurines hasta el decorado, tiene n¨²meros brillantes (el juego de cartas, la danza de Blanche con el marino y el soldado) hallando lugar aqu¨ª las fuertes expresiones, alegres o dolorosas, tan caras al arte negro, con una actuaci¨®n siempre muy intensa.
Dance Theatre of Harlem (EE UU)
Palacio de Exposiciones y Congresos.Madrid, 29 de octubre al 1 de noviembre.
P¨¢jaro de fuego, creado por John Taras, es una revisi¨®n del ballet stravinskiano que contiene varios revivals. Los m¨¢s notorios son el final apote¨®sico como en Balanchine de 1949, culminando con la boda en ambiente de corte; y el traje del m¨ªtico p¨¢jaro que vuelve a las largas plumas te?idas que ya usara Tamara Karsauvina.
Es inevitable entrever restos del Lago de los cisnes en el encuentro inicial del p¨¢jaro y el pr¨ªncipe, as¨ª como en el pr¨ªncipe-demonio, pariente cercano de la Carabosse de Bella Durmiente y del Rombalt del Lago. P¨¢jaro de fuego ha ido perdiendo importancia hist¨®rica en las sucesivas versiones que ha sufrido, y ya queda muy poco del esfuerzo modernizador de Fokine. Taras consigue una pieza de fuerte impacto que no olvida estas referencias y las explota, cayendo en un final atropellado donde el sobrecargado vestuario trivializa la met¨¢fora del cuento ruso del jard¨ªn de las manzanas de oro.
Troy Game, concebido para 12 hombres, es una pieza donde el body building ha dejado huella, siendo satirizado hasta en los saludos. Hay en este divertimento las maneras del pop urbano, el c¨®digo de gestos de la calle neoyorquina, todo mezclado al humor t¨ªpico del ambiente de Harlem, la rivalidad machista y un poco pedante al ritmo del remoto toque del tambor bant¨² que pervive en la batucada brasile?a. El pas de deux El corsario tuvo en Judy Tyrus y Eddie Shellman dos fuertes int¨¦rpretes. Shellman, entregado a un baile musical, demostr¨® su fuerza en la ronda de saltos combinados.
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