Pretoria endurece la represi¨®n
LA DECISI?N del Gobierno de Pretoria prohibiendo a los medios de comunicaci¨®n, tanto nacionales como extranjeros, sacar fotograf¨ªas o pel¨ªculas de acciones de violencia sin un permiso especial es una nueva indicaci¨®n de la irracionalidad con la que est¨¢ actuando el presidente Botha ante la grav¨ªsima situaci¨®n que se ha creado en ?frica del Sur. Tal medida demuestra, en primer lugar, que el Gobierno est¨¢ dispuesto a continuar y a reforzar el empleo de la violencia represiva ante las demandas leg¨ªtimas de la poblaci¨®n negra. Quiere suprimir los testigos, teme que la verdad sea conocida en sus expresiones m¨¢s directas; pero confiesa con ello que no tiene otra pol¨ªtica que las cargas y los disparos de las fuerzas armadas. Al mismo tiempo, el Gobierno surafricano acaba de decretar, con car¨¢cter retroactivo, que ninguna acci¨®n judicial, ni civil ni penal, podr¨¢ ser emprendida contra las fuerzas de orden p¨²blico. Es un paso m¨¢s para dejar el campo libre a una represi¨®n brutal que est¨¢ provocando una indignaci¨®n un¨¢nime en el mundo entero.No se puede olvidar que en el ¨²ltimo a?o, con unas iniciativas de falso reformismo, Botha s¨®lo ha logrado poner en evidencia el hecho intolerable de que la gran mayor¨ªa del pa¨ªs, los ciudadanos negros, carece de todo derecho pol¨ªtico y es tratada en su patria misma como parias a los que se les niegan los m¨¢s elementales derechos civiles y humanos. En el curso de un a?o, se calcula que m¨¢s de 800 ciudadanos negros han muerto como consecuencia de un verdadero terrorismo de Estado. Poner un velo para que las descargas en las barriadas negras y los cad¨¢veres en las calles no aparezcan en los peri¨®dicos o en las pantallas no es se?al de que se est¨¦ buscando un camino para resolver los problemas del pa¨ªs, sino todo lo contrario.
Conviene, por otra parte, destacar un fen¨®meno que est¨¢ en el trasfondo de esta medida de Botha. A pesar de restricciones legales vigentes desde hace muchos a?os, lo cierto es que una parte de la Prensa surafricana, sobre todo la de lengua inglesa, defiende posiciones liberales, se opone al apartheid y critica la represi¨®n con bastante eficacia. Es cierto que recientes elecciones locales han reflejado una reacci¨®n de sectores ultrarracistas que consideran a Botha demasiado reformista; pero no es una tendencia un¨¢nime entre la poblaci¨®n blanca, como se ha reflejado en la actitud de esos peri¨®dicos. A la vez, c¨ªrculos empresariales se separan de la pol¨ªtica de Botha y han tomado incluso iniciativas propias para discutir con representantes de la comunidad negra. Todo ello coloca a Botha en una situaci¨®n cada vez m¨¢s insostenible. No ha sido capaz de adoptar el ¨²nico camino susceptible de abrir posibilidades de evitar la violencia y de lograr una negociaci¨®n con figuras representativas de la poblaci¨®n negra, como Nelson Mandela. Hoy se encuentra incapacitado para gobernar el pa¨ªs y sus bases de apoyo disminuyen.
La medida contra la Prensa y la televisi¨®n estaba dirigida asimismo contra los corresponsales de peri¨®dicos, radios y televisiones extranjeras, que suman m¨¢s de un centenar de periodistas y otros profesionales, en particular de Am¨¦rica y el Reino Unido. El c¨¢lculo absurdo del Gobierno de Pretoria es que, prohibiendo la difusi¨®n de fotograf¨ªas y pel¨ªculas de actos de violencia, la opini¨®n mundial se olvidar¨¢ de lo que est¨¢ ocurriendo en ?frica del Sur. Es una actitud t¨ªpica por parte de dictadores cerriles que siempre piensan que suprimiendo los testigos pueden actuar luego sin ninguna consideraci¨®n moral o pol¨ªtica. Por de pronto, esta ¨²ltima medida del Gobierno de Pretoria ha dado lugar a protestas de los principales peri¨®dicos de Estados Unidos, del Reino Unido y de numerosos pa¨ªses, junto a numerosos Gobiernos. El Instituto Internacional de Prensa, con sede en Londres, ha exigido al presidente Botha la inmediata anulaci¨®n de dicha medida. Con vistas al futuro, ser¨ªa completamente ilusorio suponer que los impedimentos legales a las fotograf¨ªas y pel¨ªculas van a impedir que la opini¨®n mundial siga informada de lo que ocurre en ?frica del Sur. Esa medida de los gobernantes de Pretoria se puede volver contra ellos mismos, porque confirma la impresi¨®n creciente en los m¨¢s diversos c¨ªrculos internacionales de que no se puede confiar en el futuro del Gobierno que encabeza Pieter Botha. Es significativo que el banquero suizo Fritz Leutwiler, encargado de las negociaciones sobre la reanudaci¨®n de los cr¨¦ditos a ?frica del Sur, haya pedido su opini¨®n al obispo Desmond Tutu, premio Nobel de la Paz, quien ha contestado que la banca internacional debe presionar negando su apoyo al r¨¦gimen surafricano. Este hecho indica hasta qu¨¦ punto las dudas acerca del futuro del r¨¦gimen de Pretoria empiezan a cundir no ya en los medios pol¨ªticos, sino en los medios financieros.
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