El santo
Se le ha o¨ªdo decir a don Enrique Tierno que comprende la posici¨®n oce¨¢nica (me refiero al Atl¨¢ntico, naturalmente) tomada por el jefe de Gobierno y que aprecia su valor al cambiar de criterio. Objeta no obstante don Enrique que le parece excesiva tanta base a?adida a tanta OTAN. ?Cabe temer que don Enrique se pase de comprensivo, se pase de tierno? ?Estar¨¢ don Enrique a punto de asumir que m¨¢s vale OTAN sin americanos, que americanos sin OTAN?. Don Enrique sabe que la OTAN sin los norteamericanos no existe, como no existir¨ªa el estrangulador de Boston sin Boston. Para la batalla dial¨¦ctica que se avecina se insin¨²an nuevos proyectiles ideol¨®gicos que van a sustituir a la generaci¨®n ensu d¨ªa cofabricada por Claud¨ªn y Paramio. Entonces se trataba de meternos en la OTAN para convertirla en la Unicef y ahora la materia nuclear argumental es menos, mucho menos, racional, y m¨¢s sentimental, m¨¢s emocional. Ahora se trata de exaltar el valor ¨¦tico de un hombre ¨¦tico, el jefe de Gobierno, que siendo de natural antibloquista, se ha de hacer bloquista porque el Estado lo exige. Tras 30 a?os de seriales radiof¨®nicos y con los precedentes de Guzm¨¢n el Bueno y el general Moscard¨®, este tipo de gestos emocionales tienen campo abonado. ?ste es un pa¨ªs al que se le pone la piel de gallina cuando la cupletera canta: "No deb¨ªa de quererte... no deb¨ªa de quererte... y sin embargo... te quiero".
Ser¨ªa lastimoso que la batalla OTAN s¨ª u OTAN no el Gobierno la convirtiera en una campa?a Felipe Gonz¨¢lez s¨ª o Felipe Gonz¨¢lez no. Ni el PSOE ni Espa?a ni Felipe Gonzalez merecen ni necesitan un nacionalfelipismo seudoprovidencialista que trata de ocultar el vac¨ªo de respaldo social a una pol¨ªtica de alineamiento internacional urdida por el brain trust del Gobierno y prepactada, ellos saben por quienes, algo antes de que el PSOE se convirtiera en una real alternativa de poder. Poner al Santo al frente de esta procesi¨®n invita o a que nos pongamos de rodillas o a que delcalabren al Santo. Es decir: rigurosamente prehist¨®rico y antidemocr¨¢tico, aunque con cuatro tijeretazos y un fest¨®n la cosa pueda quedar posmoderna.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.