El Fraude
Una de las cosas que m¨¢s me irritan de esta sociedad tan pesetera en que vivimos es el auge del negocio de la desesperaci¨®n. En estos momentos en que el psicoan¨¢lisis y la psiquiatr¨ªa en serio est¨¢n en una revisi¨®n profunda, como todo; en estos tiempos presididos por el cad¨¢ver de Freud, en fin, los mercaderes de traumas y complejos est¨¢n proliferando como setas.Ah¨ª est¨¢n, anunci¨¢ndose en las paredes o en la Prensa. Consultores psicol¨®gicos, sexol¨®gicos, familiares. Si no te encuentras bien en tu trabajo, si te tratas con tu mujer a bastonazos, si te despiertas por las ma?anas atragantado con un ansia de suicidio, no tienes m¨¢s que acudir a estos curanderos de los ¨¢nimos. La felicidad est¨¢ al alcance de la mano, explica la publicidad de estos centros con un desahogo espeluznante: basta con marcar un n¨²mero de tel¨¦fono, con visitar a los chamanes. No hay problema de insatisfacci¨®n, frene s¨ª, fobia o temor que no arreglen, seg¨²n dicen, en lo que dura un parpadeo. El secreto de lo que somos, la complejidad de nuestras mentes, la infinita variedad del sufrimiento, todo es reducido a una nimiedad en esta publicidad de charlatanes. Particularmente indignante es la explotaci¨®n del heroin¨®mano: esos negocios tan vidriosos, esos tipos que chupan las econom¨ªas de los familiares angustiados y que prometen algo imposible, a saber, la infalible recuperaci¨®n del drogadicto. Sanguijuelas.
Ahora, en televisi¨®n, se est¨¢ anunciando una enciclopedia de psicolog¨ªa pr¨¢ctica en fasc¨ªculos. El spot empieza con tres o cuatro personas que exponen sus problemas, del tipo de "no me entiendo con mis padres" y esas cosas. La soluci¨®n a todo esto es f¨¢cil: no hay m¨¢s que comprar semanalmente esta portentosa enciclopedia, verdadero b¨¢lsamo de Fierabr¨¢s de nuestra psique. Quiz¨¢ los fasc¨ªculos est¨¦n incluso bien, no s¨¦, no los conozco, pero el anuncio es delirante. Al pobre Chollo del Un, dos, tres le cuentan los segundos que aparece en pantalla fum¨¢ndose un puro, cosa que al parecer es un atroz esc¨¢ndalo. Pero nadie vigila estas publicidades inmorales, esta traici¨®n de las ansias de dicha, este abuso del dolor humano, este fraude.
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