Signos de renovaci¨®n en una Galicia que empieza a no mirar hacia atr¨¢s

El 21 de diciembre de 1980, m¨¢s de un 70% del censo electoral gallego se absten¨ªa en el refer¨¦ndum del estatuto de autonom¨ªa. Desde entonces, el mapa pol¨ªtico y los comportamientos sociales en esta comunidad aut¨®noma han conocido notables variaciones. Aun manteni¨¦ndose el secular recelo hacia toda instituci¨®n, en la sociedad gallega hay signos de que la autonom¨ªa propicia una mayor implicaci¨®n de todos los sectores en la vida pol¨ªtica y provoca renovadores debates sobre el futuro de un pa¨ªs que trata de superar la met¨¢fora b¨ªblica de la esfinge, condenada por mirar hacia atr¨¢s.
"Estas carreteras las hizo Fraga", dice el anciano que nos orienta bajando del refugio de Los Ancares hacia San Rom¨¢n de Cervantes. Cuando la conversaci¨®n se hace distendida, alguien le pregunta sobre qui¨¦n manda aqu¨ª. "Antes mandaba Ros¨®n", dice el campesino, "ahora no se sabe". Sucede quiz¨¢ que la relaci¨®n de poder ya no es tan clara o que al hombre no le suena todav¨ªa el nombre de Cacharro, el presidente de la Diputaci¨®n lucense, que, desafiando a la c¨²pula auton¨®mica de Coalici¨®n Popular, impuso su propia lista electoral en Lugo.En el conflicto suscitado en Lugo nadie llam¨® al orden a Cacharro. Ni siquiera cuando le hizo saber al vicepresidente de la Xunta que no se metiera "donde no le llan¨ªaban". S¨®lo el viejo Ros¨®n, presidente del primer Parlamento aut¨®nomo, le revel¨® abiertamente: "No tengo nada que ver con Cacharro ni con su cacharrer¨ªa".
El mantenimiento de las diputaciones como cotos de poder independientes al margen de las instituciones auton¨®micas, pese a que el estatuto se refiere expresamente a su tutela, es uno de los signos de la precariedad en que a¨²n se mueve el poder auton¨®mico en Galicia. Es sintom¨¢tico que Enrique Marafany, el dirigente del PDP en Galicia, prefiera seguir en la presidencia de la Diputaci¨®n coru¨ªlesa a una casi segura vicepresidencia en el Gobierno aut¨®nomo. Por su parte, Victorino N¨²?ez lleg¨® a un pacto en condiciones ventajosas con Coalici¨®n Popular en Orense, despu¨¦s de abandonar Coalici¨®n Galega. ?Sus poderes? Una presidencia, cuestionada, de la Diputaci¨®n.
?Contra qui¨¦n protestar?
En la sociedad civil tambi¨¦n se vive diariamente esa sensaci¨®n de invertebraci¨®n institucional. "No sabemos muy bien contra qui¨¦n protestar", dec¨ªa, encogi¨¦ndose de hombros, uno de los participantes en una de las manifestaciones reivindicativas que tuvieron como punto de destino la sede de la Xunta.
Hasta all¨ª llegaron los campesinos de As Enchousas, desde las remotas tierras de Moeche, protagonistas de un conflicto con reminiscencias feudales, metidos en pleitos desde hace a?os para no ser expulsados de las tierras quetrabajan. "La autonom¨ªa deber¨ªa servir, por lo menos, para que nuestra tierra sea realmente nuestra", dice Julia P¨¦rez, una de las afectadas, remedando inconscientemente uno de los m¨¢s conocidos lemas de Castelao.
Hasta all¨ª llevaron tambi¨¦n sus quejas los trabajadores de El Ferrol afectados por una reconversi¨®n naval emprendida desde la Administraci¨®n central y en la que el Gobierno aut¨®nomo no ten¨ªa competencias. Pocas veces se vio tan indignado al presidente Albor como cuando los manifestantes corearon: "A Xunta de Albor, no cortello est¨¢ mellor" ("La Xunta de Albor, en la cuadra est¨¢ mejor").. Pero las estad¨ªsticas muestran que el sistema auton¨®mico goza actualmente de m¨¢s prestigio entre la poblaci¨®n gallega del que sospechan muchos de los propios pol¨ªticos.
El estatuto de autonom¨ªa fue aprobado en 1980, en un refer¨¦ndum en el que se abstuvo m¨¢s de un 70% del censo electoral, un porcentaje probablemente sin parang¨®n en el mundo democr¨¢tico. El lema escogido entonces para animar a los gallegos a acudir a las urnas pasar¨¢ a la posteridad como el mayor fracaso de la historia del marketing: Anque chova, vota (Aunque llueva, vota). Cinco a?os despu¨¦s, el mismo porcentaje de gallegos que se abstuvo con el estatuto considera positiva la autonom¨ªa para Galicia. La abstenci¨®n en las segundas elecciones auton¨®micas seguir¨¢ siendo alta, pero hay una mayor tendencia a implicarse en la vida pol¨ªtica. "Pese a lo que diga el refr¨¢n, el gallego no naci¨® en, la justa mitad de una escalera", apostilla un heterodoxo de la radio, Lino Braxe. "A veces sube, a veces baja, como el Celta de Vigo".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Archivado En
- Francisco Cacharro
- Diputaciones
- Estatutos Autonom¨ªa
- Ayuntamientos
- Gobierno auton¨®mico
- Comunidades aut¨®nomas
- Administraci¨®n local
- Elecciones auton¨®micas
- Pol¨ªtica auton¨®mica
- Administraci¨®n auton¨®mica
- Administraci¨®n provincial
- Gobierno
- Elecciones
- Galicia
- Espa?a
- Administraci¨®n Estado
- Pol¨ªtica
- Administraci¨®n p¨²blica
- Estatutos
- Normativa jur¨ªdica
- Legislaci¨®n
- Justicia