Pintasilgo: "El presidente portugu¨¦s puede desempe?ar un papel de mediador"
Todos los pol¨ªticos portugueses temen a esta mujer de 55 a?os que fue en 1979 la primera jefa de Gobierno de la pen¨ªnsula, Ib¨¦rica, pero hace dos a?os que todas las encuestas de opini¨®n dan a Lurdes Pintasilgo como favorita para las elecciones presidenciales portuguesas de enero pr¨®ximo. Sus escasos meses como primera ministra dejaron un poso de nostalgia en el electorado de izquierda, aunque se le acuse de haber asustado a los moderados hasta el punto de provocar la victoria de Francisco S¨¢ Carneiro y de la coalici¨®n de derecha en diciembre de 1979.
Los grandes desaf¨ªos no la acobardan, parecen, incluso, ser una dimensi¨®n permanente de su vida personal: fue ingeniera qu¨ªmica en una ¨¦poca en que las ambiciones intelectuales de la mayor¨ªa de las hijas de la burgues¨ªa portuguesa de provincias se limitaban a "hablar franc¨¦s y tocar el piano"; miembro de la C¨¢mara corporativa del Estado novo durante el Gobierno de Marcelo Caetano, se acerc¨® con entusiasmo a la revoluci¨®n de los claveles y algunos de los m¨¢s destacados militares de abril apoyan p¨²blicamente su candidatura presidencial.Cat¨®lica militante, es soltera y pertenece a una comunidad laica de origen franc¨¦s, el Graal. Para atacarla, los sectores m¨¢s conservadores y retr¨®grados de la sociedad portuguesa echaron mano sin repugnancia de los argumentos m¨¢s soeces del machismo ib¨¦rico y del anticlericalismo. Pero la se?ora ingeniera no es de las que se dejan intimidar, ni siquiera por el general presidente, de quien es consejera, pero que prefiri¨® apoyar la candidatura presidencial del ex dirigente socialista Francisco Salgado Zenha. A pesar del aspecto maternal de su figura y de su eterna sonrisa, sus adversarios han aprendido a temer la iron¨ªa mordaz de Lurdes Pitasilgo, que se define a s¨ª misma como "la candidata indomable".
Pregunta. ?Qu¨¦ motivos le llevaron a presentarse candidata para la presidencia de la Rep¨²blica portuguesa?
Respuesta. Mi candidatura corresponde a una situaci¨®n espec¨ªfica de la democracia portuguesa y trata de dar una respuesta moderna a un problema que, se plantea tambi¨¦n en otros pa¨ªses democr¨¢ticos, a saber, el lugar que corresponde al jefe del Estado en reg¨ªmenes presidencialistas o semipresidencialistas, en los pa¨ªses donde existe al mismo tiempo una divisi¨®n o atomizaci¨®n partidista. En. Portugal, esta fragmentaci¨®n pol¨ªtica fue agravada por las ¨²ltimas elecciones legislativas. Entiendo que en semejantes situaciones el papel del jefe del Estado es cada vez m¨¢s importante, porque en el ejercicio de sus funciones establece una relaci¨®n directa con la ciudadan¨ªa, porque es elegido por sufragio universal, y en relaci¨®n a todas las fuerzas pol¨ªticas puede desempe?ar un papel de mediador, de organizador de los consensos posibles para cada problema.
P. ?Le parece que una personalidad pol¨¦mica como la suya es la m¨¢s indicada para este papel de mediaci¨®n en los posibles consensos?
R. Existe generalmente la idea que el aglutinador de consenso es necesariamente una figura gris, incapaz de firmeza y carente de ideas propias. Creo que los mejores aglutinadores son, no los conciliadores ni los que buscan el menor denominador com¨²n ni los defensores de? reino de la mediocridad, sino, al contrario, los que abordan los problemas con una actitud innovadora.
P. ?Estar¨¢n los partidos dispuestos a este di¨¢logo?
R. El d¨ªa en que los aparatos pol¨ªticos sobrepongan su voluntad a la del electorado se empezar¨¢ a vivir en una dictadura atenuada, de fachada democr¨¢tica. La raz¨®n de ser de los partidos es expresar las corrientes de opini¨®n organizadas.
En las sociedades modernas hay grandes zonas de problemas intersectoriales y el papel de los pol¨ªticos es definir estas zonas, los protagonistas que intervienen en cada una de ellas, para sentar alrededor de una mesa a todos los actores y procurar un consenso. Para esta labor, lo fundamental no son las grandes movilizaciones populares, sino la capacidad de analizar los problemas y formular las propuestas m¨¢s adecuadas para resolver los problemas.
El Consejo de Estado
P. Pero, en Portugal, la mayor¨ªa de los partidos se niega a sentarse a la misma mesa que el partido comunista...R. Creo que el Consejo de Estado es uno de los mecanismos esenciales para la acci¨®n del presidente de la Rep¨²blica portuguesa, y en ¨¦l, todos los partidos, incluido el comunista, est¨¢n sentados a la misma mesa. Para dialogar con los comunistas me basta obedecer a la Constituci¨®n portuguesa. No me parece que se pueda excluir un partido parlamentario del Consejo de Estado. Adem¨¢s, quiero decir que no me preocupa saber a qu¨¦ partido pertenecen los ciudadanos portugueses que me apoyan. Todos son portugueses, y lo ¨²nico que cuenta, lo ¨²nico importante, es la solidaridad que son capaces de expresar, el deseo que tienen de ayudar a su pa¨ªs.
P. ?Es muy cr¨ªtica en relaci¨®n a la vida pol¨ªtica portuguesa?
R. Debo reconocer que la vida pol¨ªtica portuguesa se encuentra muy degradada porque los dirigentes pol¨ªticos se enajenaron de los problemas del pa¨ªs, de las soluciones modernas para estos problemas, que existen. Todo qued¨® reducido a la lucha por el poder. Desde 1980 asistimos a un olvido casi total de los problemas nacionales y a un predominio absoluto de las relaciones de fuerza, como si fuera posible comprar al pueblo. Es contra esto contra lo que quiero luchar, y aunque tenga tambi¨¦n un proyecto de poder, quiero conquistarlo a trav¨¦s de una propuesta que contiene en s¨ª la soluci¨®n de los problemas.
P. El general Antonio Ramalho Eanes, que tambi¨¦n intent¨® este papel, fue castigado con la revisi¨®n constitucional, que redujo sus poderes, y tuvo que crear su propio partido pol¨ªtico. ?No teme que le acontezca lo mismo?
R. El error de, nuestros pol¨ªticos es pensar que la historia se repite. Lo que aconteci¨® en Portugal en los ¨²ltimos 10 a?os no se repet¨ªr¨¢ nunca m¨¢s. El general Eanes dijo, con raz¨®n, hace meses que el fin de su segundo mandato abre un nuevo ciclo de la vida portuguesa. Las elecciones legislativas ¨²ltimas mostraron que la sociedad portuguesa est¨¢ madura para el cambio, y lo que ocurri¨® con el Parlamento va a verificarse tambi¨¦n en las elecciones presidenciales. Llegamos a una situaci¨®n de tan grave emergencia que es necesario renegociar los poderes del presidente de una forma tan profunda como sea posible. Tengo de estos poderes una interpretaci¨®n diferente de la del general Eanes y, como el general De Gaulle, pienso que cada jefe de Estado hace su ecuaci¨®n personal del poder...
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