Una pol¨ªtica tronada
Como ya era de sobra conocido hasta mediante una documentaci¨®n gr¨¢fica inequ¨ªvoca (las fotograf¨ªas conservadas del pabell¨®n espa?ol en la Exposici¨®n Internacional de Par¨ªs de 1937), las obras que realiz¨® Picasso por encargo del Gobierno de la Rep¨²blica espa?ola no se limitaron al gran mural del Guernica y los dibujos preparatorios del mismo, sino que inclu¨ªan cinco esculturas, dos de las cuales (Mujer del vaso, ahora rebautizada con el t¨ªtulo de Dama oferente, y un Busto de mujer) estuvieron situadas en el exterior del pabell¨®n, en la zona ajardinada de acceso al mismo, mientras que las tres restantes (otro Busto de mujer, Cabeza de mujer y Ba?ista) fueron emplazadas en la segunda planta del edificio.Las gestiones de reclamaci¨®n de todo este lote comenzaron, de hecho, con motivo de la restituci¨®n del Guernica, que no pod¨ªa ser desvinculado de los dibujos preparatorios, aunque se tuvo que vencer cierta resistencia para su entrega. El fervor puesto en las primeras negociaciones llev¨® consigo una b¨²squeda documental en los archivos de la guerra civil, donde han ido apareciendo los informes acreditativos de todas las piezas encargadas a Picasso, incluidas las esculturas ahora en cuesti¨®n. La primera recuperada, la Dama oferente, tard¨® en llegar a Espa?a por el aminoramiento en la marcha de las gestiones oficiales, quiz¨¢ con cierta resaca tras la apoteosis de la instalaci¨®n del Guernica.
Las otras cuatro esculturas no pueden separarse de la Dama oferente, aunque s¨®lo han podido ser localizadas dos por el momento: el Busto de mujer, realizado en cemento, que se exhibe en el Museo Picasso de Par¨ªs, y que est¨¢ catalogada con el n¨²mero 299, y la Ba?ista, cuya ¨²nica copia en bronce se conserva tambi¨¦n en dicho museo con el n¨²mero 289.
Todas estas esculturas est¨¢n fechadas entre 1931 y 1933 y pertenecen al per¨ªodo del taller de Boisgeloup, un castillo que compr¨® Picasso en 1930. All¨ª realiz¨® m¨²ltiples experiencias pl¨¢sticas con modelado en yeso, que luego se resist¨ªa a fundir en bronce. De hecho, las que llev¨® al pabell¨®n eran de cemento y es sobre las que est¨¢n realizadas en dicho material donde se apoya la titularidad leg¨ªtima del Estado espa?ol, aunque la no localizaci¨®n de los originales, las prescripciones de los derechos o los eventuales acuerdos logrados con los actuales propietarios hagan imposible su recuperaci¨®n o, en el mejor de los casos, como en el de la Dama oferente, s¨®lo sea posible obtener una copia en bronce.
A pesar de lo que ya se ha conseguido, me consta que la actitud de la Administraci¨®n espa?ola para la definitiva recuperaci¨®n de las obras picassianas del Pabell¨®n de 1937, al margen naturalmente del Guernica y los dibujos, no ha sido precisamente un modelo de constancia, profesionalidad y tacto. Por de pronto, c¨®mo ha sido presentado a la opini¨®n p¨²blica el tema de las cuatro esculturas que acompa?aban a la Dama oferente se parece a todo menos a un trabajo serio, programado y ejecutado responsablemente. Las declaraciones del director general de Bellas Artes al ¨²ltimo telediario de TVE del pasado d¨ªa 2, insinuando que las negociaciones se iniciaban por el hallazgo en los archivos de Salamanca de la documentaci¨®n correspondiente, confirmando pat¨¦ticamente el aire de casualidad para un asunto pendiente del que hab¨ªa noticias sobradas y sobre todo -insisto- documentaci¨®n gr¨¢fica difundida en varias publicaciones, as¨ª como la notificaci¨®n enf¨¢tica de la prescripci¨®n de los derechos tras pasar 20 a?os sin reclamaci¨®n, quiz¨¢ cur¨¢ndose en salud de que no vaya a ocurrir lo mismo que con la Dama oferente, no me tranquilizaron en absoluto.
Explico la desconfianza: hace ya m¨¢s de dos meses se public¨® en este peri¨®dico la denuncia de la peligrosa situaci¨®n en la que se hallaban los dibujos del Guernica, lo cual fue reconocido por todos los responsables del Museo del Prado, que culpaban de la situaci¨®n a la inadecuada instalaci¨®n heredada, aunque se les olvidaba precisar por qu¨¦, a sabiendas, la segu¨ªan manteniendo, y por qu¨¦, aceptando ellos mismos que la exposici¨®n prolongada de dibujos est¨¢ desaconsejada para su conservaci¨®n, han estado expuestos durante cuatro a?os. Pasados dos meses largos de aquella denuncia, la situaci¨®n sigue igual.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.