La esquitofrenia de la derecha
La normalidad pol¨ªtica de Espa?a -de los espa?oles- es un fen¨®meno que sorprende y admira a propios y extra?os. Los espa?oles hemos recorrido en 10 a?os un largo proceso que en otros pa¨ªses necesit¨® los siglos que van desde el XVIII al XX. Por supuesto que, mientras nuestros vecinos del Norte iban dando pasos cortos hacia la convivencia, la igualdad y la libertad, nosotros d¨¢bamos zancadas de siete leguas... hacia delante y hacia atr¨¢s. La fruta de la libertad la hemos exprimido nosotros en s¨®lo 10 a?os, pero antes tuvimos que dejar crecer en un huerto siniestro la fruta gigante y tr¨¢gica de Ca¨ªn y Abel. Pero ahora ya tenemos el mismo zumo dulce de la convivencia que otros muchos pa¨ªses obtuvieron, gota a gota, siglo a siglo, de frutas de maduraci¨®n lenta y sin sobresaltos.En este proceso rapid¨ªsimo hemos visto a grupos y personas hacer y jugar cada uno un papel hist¨®rico para ganar el tiempo perdido, incluso con el sacrificio de su existencia hist¨®rica. Unos hombres con camisa azul dieron paso a un proceso que -queriendo o sin querer- permiti¨® que lleg¨¢semos a votar una Constituci¨®n. Otros con camisa roja se dejaron jirones de su historia y corrieron a colocarse en la cabeza del hacer juntos la libertad. Y lo lograron. Otros hombres, mezclando tradici¨®n y modernidad, hicieron partidos pol¨ªticos y se fueron al poco tiempo para que apareciera un esquema m¨¢s normal. Franquistas, comunistas y ucedeos podr¨ªan ser los epifen¨®menos de este proceso acelerado. Justamente los tres grupos que, habiendo jugado papeles definitivos (de definir), est¨¢n atravesando una profunda crisis, cuando no se encuentran en trance de extinci¨®n.
Por cierto, nunca me he explicado por qu¨¦ los responsables de prendar el m¨¦rito de los civiles est¨¢n siendo tan avaros al condecorar a conciudadanos que se lo merecen. ?Se va a morir Dolores Ib¨¢rruri sin una condecoraci¨®n como reconocimiento valiente a toda nuestra historia? ?No tendremos capacidad de darnos cuenta de que Manuel Fraga y Santiago Carrillo tienen derecho al m¨¦rito civil con banda y aplauso, por llevar a derecha e izquierda a vivir votando y no odiando? La verdad es que nos falta un poco recuperar la est¨¦tica del Estado. Pero ya llegar¨¢.
Vuelvo al tema central que me ocupa aqu¨ª para seguir resaltando ese hecho decisivo de que todas las tendencias pol¨ªticas han hecho un esfuerzo gigante para normalizar, para ser normales.
La historia de Espa?a est¨¢ plena de esquizofrenias peligrosas y hasta puedo aceptar que la izquierda era hasta ahora la que posiblemente ganaba en este triste problema psiqui¨¢trico. Pero con la Regada de los socialistas al poder empieza a ser la derecha la que se coloca en cabeza. Dos muestras vivas: la reorganizaci¨®n partidista de esa derecha y el tema de la OTAN. Sobre la reorganizaci¨®n pol¨ªtica del conservadurismo espa?ol no voy a decir hoy nada como no sea el resaltar el entusiasmo nacionalista de algunos conservadores, nacionales hasta antes de ayer. Pero es sin duda ante el tema de la Alianza Atl¨¢ntica donde la situaci¨®n parece m¨¢s curiosa a un espectador interesado. Resulta que el partido pol¨ªtico que casi monopoliza la idea de izquierdas hoy en Espa?a ha cruzado un largo camino de an¨¢lisis y posicionamiento. Primero, en el exilio, vio la Alianza Atl¨¢ntica como meta de una libertad que se la hab¨ªa arrebatado a tiros. Luego vio a la Alianza como nefasto instrumento de unos Estados Unidos que hab¨ªan apoyado al r¨¦gimen dictatorial que les hizo sufrir en carne y sue?o. Posteriormente -ahora- ese mismo partido reconoce los valores que para Espa?a tiene el estar en el club que pretende defender la libertad con el apoyo mutuo en un esquema com¨²n de defensa. Desde Prieto a Felipe, el presidente del Gobierno actual, hay un largo recorrido ideol¨®gico de racionalizaci¨®n y superaci¨®n de situaciones psiqui¨¢tricas. Pues justamente en ese momento en que la izquierda deja de tener que ir al psiquiatra, la derecha se pone en cola ante el doctor.
Hasta ahora cre¨ªamos que los conservadores espa?oles quer¨ªan que Espa?a fuera y siguiera siendo miembro de la Alianza Atl¨¢ntica. Pues ahora hay dudas razonables. Va a haber un refer¨¦ndum sobre la pertenencia de Espa?a a la OTAN, y los que no necesitan psiquiatra dicen que votar¨¢n s¨ª (por supuesto que respeto a los que siendo de izquierdas tienen todav¨ªa alguna duda). Y los que siempre han querido que Espa?a est¨¦, haya estado y siga estando en la OTAN anuncian que se abstendr¨¢n. Ininteligible sin acudir a la psiquiatr¨ªa. Pero ?no quer¨ªan ustedes estar en la OTAN? Entonces, ?por qu¨¦ no anuncian el s¨ª a bombo y platillo?.
Naturalmente que entiendo el planteamiento a corto plazo que hacen esos conservadores: esto es un problema del partido que gobierna; por tanto, que con su pan se lo coman. Error esquizofr¨¦nico. El tema de la OTAN no es un problema del partido gobernante, ni de la oposici¨®n: es una opci¨®n pol¨ªtica para ambos. Si su ideolog¨ªa es partidaria de la OTAN, vote s¨ª; si su ideolog¨ªa es contraria a la OTAN, vote no. Pero no se complique la psique con problemas accesorios que le llevar¨¢n a mala salud mental. ?No le gusta c¨®mo plantea el presidente del Gobierno el problema? Pues bronca parlamentaria. ?Preferir¨ªa que no se hubiera convocado el refer¨¦ndum? Pues puede ser razonable, pero el compromiso ya no tiene vuelta atr¨¢s. ?No tiene seguridad sobre la pregunta? Pues negociaci¨®n y pacto, que ocasiones hay. Pero abstenerse ante algo que era suyo siempre es -insisto- esquizofr¨¦nico. Los oportunismos pol¨ªticos los puedo entender, pero no aplaudir. Un ejemplo m¨¢s. Supongamos que se intenta una operaci¨®n habil¨ªsima de tumbar al partido gobernante, dej¨¢ndole que pierda el refer¨¦ndum a manos de los antiatlantistas. Consecuencias: gracias a los atlantistas de toda la vida, Espa?a sale de la OTAN y el Gobierno cae. Primer s¨ªntoma de esquizofrenia. Pero resulta que puede ocurrir que, tras unas elecciones, siga en el poder el mismo partido que gobierna hoy, y que la oposici¨®n siga en la oposici¨®n. Segundo s¨ªntoma de esquizofrenia.
Yo creo que la derecha m¨¢s o menos conservadora tiene tiempo para rectificar una estrategia dif¨ªcil de entender y que puede llevar -all¨¢ ustedes-, como en el dicho popular, a "que se fastidie el coronel, que yo no como rancho"; o, lo que es lo mismo, por pegar un cap¨®n infantil al presidente del Gobierno permanecer al margen de la defensa com¨²n de la libertad, por la que dicen que han predicado tiempo ha.
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