Carlos Araque
era un predicador afortunado. Los j¨®venes segu¨ªan sus sermones entusiasmados. Sin embargo, la polic¨ªa venezolana tambi¨¦n los sigui¨® y descubri¨® que, bajo sus exaltaciones m¨ªsticas, desplegaba una actividad accesoria como traficante de drogas. Detenido en San Mateo, a unos 70 kil¨®metros de Caracas, mientras ejerc¨ªa sus facultades oratorias, se le ocup¨® una sustanciosa cantidad de marihuana. No se ha precisado si el predicador hab¨ªa hecho una extra?a interpretaci¨®n de la par¨¢bola del camello y el ojo de la aguja o si intentaba demostrar la teor¨ªa de la religi¨®n como opio del pueblo.
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