Otro abrazo, Juan

Hace pocos meses o d¨ªas volv¨ª a abrazarme con Juan en las p¨¢ginas de Cuadernos Hispanoamericanos, revista que dirige con brillantez F¨¦lix Grande. Luego Juan Rulfo estuvo una vez m¨¢s en Madrid, pero me lo escondieron.Ahora volvemos a, saludarnos sin preguntas, sin las tonter¨ªas de la multitud ilustrada. Tal vez esto suceda en los cielos aztecas, donde contin¨²a resonando la frase terrible y condenatoria: mi lecho no es de rosas.

Acaso en un cielo cristiano o isl¨¢mico. Tanto da. Todos inventos humanos destinados al alivio de culpas y de la consciencia de la muerte inevitable. Hay otro cielo parcial: el de la memoria.

A Juan Rulfo debi¨® hab¨¦rsele otorgado el Premio Cervantes y darle las gracias por aceptarlo. Pero es verdad que s¨®lo public¨® dos libros.

Y tambi¨¦n es verdad que durante 30 a?os se resign¨® al silencio. Sab¨ªa que su obligaci¨®n literaria hab¨ªa concluido. Era un hombre honrado y respet¨® su decadencia. Hermoso ejemplo para aquellos que, en el vasto mundo, siguen fatigando m¨¢quinas impresoras fingiendo no enterarse.

En la narrativa castellana permanecer¨¢ por mucho tiempo la belleza literaria de El llano en llamas y Pedro P¨¢ramo.