Los cincuenta
La llamada generaci¨®n de los cincuenta empieza a merecer la atenci¨®n de la memoria cr¨ªtica, y de seguir as¨ª las cosas pronto se convertir¨¢ en una nueva l¨ªnea imaginaria de nuestro saber literario y, por lo tanto, en una peque?a y tierna industria m¨¢s al alcance de los departamentos universitarios. Casi todos los autores de esa supuesta generaci¨®n bordean los 55 a?os de edad, cifra clave para que un escritor reciba el definitivo aval sociocultural, sobre todo por su tenacidad al haber seguido escribiendo 20 o 30 a?os despu¨¦s de haber empezado a publicar.Hasta los 50 a?os, en Espa?a un escritor es un extra?o ciudadano que trata de convencernos de que lo que escribe tiene alg¨²n inter¨¦s Pocas veces lo consigue, pero si no se desarrima e insiste; a la vuelta de la esquina de los 50 le espera un reconocimiento casi sin excepciones. No se trata tanto de un respeto hacia la edad como de un cansancio ante su tenacidad. Ya se les deja por imposibles y se les trata con el cari?o que merecen los escler¨®ticos poco pesados. No hay el menor rasgo de buena fe o vencido descreimiento en este cambio de actitud. A1 contrario: se parte de la sospecha de que cualquier narcisista quiere vencer por KO en plena juventud, y por lo tanto s¨®lo se le dejar¨¢ ganar a los puntos cuando el espejo no puede mentirle una edad que ya queda para siempre entre la realidad y ¨¦l deseo.
Pero bienvenido ese descubrimiento de la generaci¨®n de los cincuenta, aunque s¨®lo sea para demostrar que la literatura espa?ola no fue ese extra?o lujo obsoleto que invent¨® Cervantes y se acab¨® el d¨ªa en que Franco y Queipo de Llano fusilaron a Garc¨ªa Lorca. Para bien o para mal, el asunto literario sigui¨® vivo entre nosotros, y los escritores que empezaron a publicar en los a?os cincuenta fueron tan excelentes como maltratados por la Historia. Ahora se les podr¨¢ leer en paz con sus intenciones o con las nuestras, y adem¨¢s con el encanto a?adido de su madurez. Casi todos han envejecido con dignidad. Beben menos. Piden disculpas por haber sido realistas o marxistas los que lo fueron. Y en cuanto a los que no lo fueron, esos est¨¢n ya a punto de ser considerados unos cl¨¢sicos.
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