El abortero
Se coge la calle de Alcal¨¢, pasando Ventas, antes Carretera de Arag¨®n, se mete uno/una a mano derecha, por una de las bocacalles, y all¨ª est¨¢ el abortero. El abortero empez¨® muy joven, de modo que ya tiene sus a?os. El. abortero gasta pelo negro y rizoso, bigotillo cuidado y sonrisa buena y asquerosa. El abortero lleva impropia bata de m¨¦dico y es un bota/plancha, o sea que tiene un alza de corcho en una bota, porque es cojo de naci¨®n, y sus pisadas suenan por el pasillo, una si y otra no, cuando va y viene a sus labores de abortero. El abortero se ayuda de mujeres enlutadas y como rurales, a lo Espa?olas en Par¨ªs, y siempre hay una espa?ola de provincias, o del cintur¨®n de miseria, o del cintur¨®n del paro, o del cintur¨®n industrial, o del cintur¨®n rojo, abortando en su cl¨ªnica.
Hab¨ªa otro por la calle de Goya, soberbio, rubio, digno, con bigote, mucho m¨¢s caro, y muri¨® de infarto en el ba?o, abrasado por el agua caliente. Ahora hay otro, joven y ejecutivo del aborto, que cr¨ªa caballos y liga con las j¨®venes clientas. Pero el viejo abortero de Ventas, el bota/plancha ante cuya bota negra y silenciosa han llorado hombres recios, pastores curtidos, periodistas de estilo, sigue en sus labores (u otro que ha reencarnado en ¨¦l), paciente, econ¨®mico y eficaz. Alguna se le muere, pero pocas. Frente por frente hay una industria de pelucas para ni?os y grandes, y al lado hay un taller de reparaci¨®n de vesp¨ªnos e isletas. El abortero hace su trabajo por las ma?anas y por las tardes. A veces llega la extranjera sin dinero ni idioma, conducida por el latin/macarra nacional. De lo que se trata es de salir del paso, a ver. El abortero ha conseguido una velocidad y pr¨¢ctica loables. Y luego dicen que el aborto del PSOE es caro.
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