Calvino y Calvi?o

El principio en que se basa la imprenta lo descubri¨®, un enano de la corte del emperador Claudio. Cuando ¨¦ste sal¨ªa a buscar setas acostumbraba a llevar consigo al enano, el cual le segu¨ªa de cerca, benefici¨¢ndose de su escasa distancia al suelo para divisar los hongos inadvertidos por el monarca.Fue as¨ª como un buen d¨ªa Min¨²sculus (que as¨ª se llamaba el personaje o personajillo) pudo observar c¨®mo en el barro arcilloso en que hab¨ªa quedado estampada la regia huella figuraba impresa tambi¨¦n la firma del inmodesto zapatero imperial.

Resulta extraordinariamente inteligente (y origina una reflexi¨®n sobre las t¨¦cnicas de impresi¨®n) que en un art¨ªculo sobre la imprenta se cuele una errata tan significativa e ilustrativa (EL PA?S, Libros) como la de meter Calvi?o por Calvino, y nada menos que en compa?¨ªa de Ignacio de Loyola y Teresa de Jes¨²s (in medio virtus). Es posible que si el poder de la letra impresa traspolase de sopet¨®n al se?or Calvi?o a edades tan felices, los pelos de su perilla no tardaran en ch¨¢rnuscarse al calor de una hoguera. ?C¨®mo? ?Es posible que un aparentemente insignificante rabillo sea capaz de tama?a atrocidad?

En cuanto a lo del enano, no iba de co?a. El enano se lo dijo al emperador y ¨¦ste hizo rebanar el pescuezo del artesano, no ya porque hubiera grabado su nombre en la conspicua suela, sino porque lo hizo de manera que al quedar la huella impresa en el barro el nombre hab¨ªa de leerse al rev¨¦s, y esto es terriblemente molesto. ?Curioso, no?-