La politizaci¨®n continu¨® en el congreso de escritores del Pen Club hasta la clausura
El congreso del Pen Club, que ha reunido en Nueva York durante una semana a 700 escritores de todo el mundo , concluy¨® ayer con el mismo tono de politizaci¨®n con el que se inici¨®, y con la convicci¨®n generalizada de que la imaginaci¨®n y el Estado, tema principal discutido, son valores antag¨®nicos. Si en la jornada de apertura, el secretario de Estado norteamericano, George Shultz, provoc¨® una pol¨¦mica al presentar a la Administraci¨®n de Reagan como palad¨ªn de la libertad de expresi¨®n, ayer, el ex canciller austriaco Bruno Kreisky hizo un alegato apasionado en favor de la causa palestina y en contra de la pol¨ªtica de represalias.
Bruno Kreisky, que tambi¨¦n arremeti¨® contra una eventual intervenci¨®n militar de Estados Unidos en Libia, afirm¨® que "el terrorismo concede una excusa para militarizar el Estado en nombre de la ley y el orden", y a?adi¨® que "hist¨®ricamente, el contraterror nunca ha eliminado al terror y s¨®lo conduce a la escalada del terrorismo". El ex canciller particip¨® en la ¨²ltima sesi¨®n del congreso dedicada a La visi¨®n de los estadistas de la imaginaci¨®n del Estado, junto con el ex primer ministro canadiense Pierre Trudeau, el ex candidato dem¨®crata a la presidencia de Estados Unidos George McGovem y el escritor peruano Mario Vargas Llosa.Kreisky tuvo el valor de ir contra la obsesi¨®n por el terrorismo y las represalias en que est¨¢ sumergida en estos d¨ªas la sociedad norteamericana. Afirm¨® que el terrorismo de Oriente Pr¨®ximo tiene una causa, y que hay que entender y resolver el conflicto palestino. Pidi¨® que se atiendan las causas pol¨ªticas de fondo del terrorismo y se?al¨® que los Estados deben tener la voluntad de negociar. Record¨® a la audiencia que Menajem Beguin fue un terrorista cuando vol¨® en los a?os, cuarenta el hotel Rey David de Jerusal¨¦n, en su lucha contra los brit¨¢nicos, lo mismo que lo fueron en cierto sentido De Varela en Irlanda y Jomo Kenyata, para conseguir la independencia.
Vargas Llosa, junto con Trudeau, puso el punto de lucidez e imaginaci¨®n literaria. Afirm¨® que "para un escritor las obsesiones son m¨¢s importantes que las ideas". "Es falso, como se ha cre¨ªdo hasta ahora", a?adi¨®, que el escritor tenga el monopolio de la lucidez en las cuestiones pol¨ªticas y sociales, y el Estado el monopolio de la ceguera".
Muchas veces, precis¨®, ocurre lo contrario y los escritores no tienen ninguna lucidez pol¨ªtica y "pueden poner toda su imaginaci¨®n al servicio de la destrucci¨®n de la libertad o de la literatura". Para Vargas Llosa, cuando un escritor habla de pol¨ªtica "no est¨¢ usando su imaginaci¨®n de creador, y cuando la literatura s¨®lo expresa ideas, y no fantas¨ªa e imaginaci¨®n, es mediocre".
Escritores como adornos
Vargas Llosa advirti¨® que el gran peligro que corren los escritores latinoamericanos de pa¨ªses democr¨¢ticos, como Colombia, Argentina o M¨¦xico, no es el de ir al Gulag, como en la URSS, sino c¨®mo evitar la tentaci¨®n de ser convertidos en adornos de sus gobiernos.
El autor de La guerra delf¨ªn del mundo calific¨® de "irresponsables pol¨ªticos" a los buenos escritores latinoamericanos que preferir¨ªan para su continente sistemas totalitarios por considerarlos m¨¢s capaces de resolver los enormes problemas.
Tampoco falt¨® una ¨²ltima pol¨¦mica no literaria cuando Betty Friedan acus¨® de machismo a la organizaci¨®n del congreso, porque de 140 ponentes en los seminarios o mesas redondas s¨®lo 20 han sido mujeres.
Norman Mailer, el presidente del congreso, culpable de haber invitado a Shultz a hablar a los escritores, no fue excesivamente h¨¢bil en su respuesta a las feministas, al afirmar que "no hay muchas mujeres como Susan Sontag, que son intelectuales primero y poetas y novelistas despu¨¦s. M¨¢s hombres son intelectuales primero y por ello hemos tenido una tendencia a elegir m¨¢s hombres que mujeres".
El congreso produjo tambi¨¦n una carta de condena a la pol¨ªtica de "gran garrote y bananera que practica EE UU contra Nicaragua", firmada, entre otros escritores, por Juan Benet, el ¨²nico representante oficial espa?ol en la asamblea; G¨¹nther Grass, Arthur Miller y Allen Ginsberg.
Los mismos escritores que escucharon con cierto asombro c¨®mo Shultz afirmaba: "no se sorprendan, Reagan y yo estamos con ustedes por la libertad de expresi¨®n", escucharon tambi¨¦n c¨®mo Rosario Murillo, esposa del presidente nicarag¨¹ense Daniel Ortega, y poetisa, preguntaba a los reunidos qu¨¦ se pod¨ªa hacer con imaginaci¨®n para acabar con "el genocidio" que sufre su pueblo "por culpa de la agresi¨®n norteamericana".
[En el curso de la semana se produjeron algunos enfrentamientos incluso casi personales. El alem¨¢n G¨¹nther Grass, por ejemplo, se enfrent¨® al premio Nobel norteamericano Saul Bellow, quien hab¨ªa ofrecido la idea de que la democracia norteamericana proporciona no s¨®lo libertad de expresi¨®n sino tambi¨¦n hogar y comida a sus ciudadanos. Grass respondi¨®: 'Me gustar¨ªa o¨ªr el eco de sus palabras en el sur del Bronx, donde no tienen hogar, no tienen comida y no tienen ninguna posibilidad de vivir con la libertad que t¨² y otros tienen en este pa¨ªs".]
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.