EI hombre que quer¨ªa hablar con Fraga
Siete d¨ªas de secuestro 'en familia' por unos celos infundados
ALFREDO VALENZUELA, Francisco Cuadros, profesor de EGB que lleva seis a?os al frente del Ayuntamiento de Villanueva del Arzobispo (Ja¨¦n) como alcalde socialista, se enfrent¨® a una situaci¨®n inesperada cuando regres¨® a su pueblo despu¨¦s de un viaje el pasado jueves 9 de enero. El jefe de la Polic¨ªa Municipal le esperaba para comunicarle que un vecino, Manuel Di¨¦guez, hab¨ªa decidido encerrarse en su casa con cuatro de sus nueve hijos y no dejaba entrar a nadie.
La noticia del extra?o evento cundi¨® por el pueblo cuando en la tarde de ese mismo jueves un ni?o que respond¨ªa por Teo lleg¨® a la escuela llorando y diciendo que su padre estaba muy mal y que se hab¨ªa encerrado en casa con cuatro de sus hermanos.Quiz¨¢ la sorpresa del alcalde disminuy¨® al saber que se trataba de Manuel Di¨¦guez Yeste, un representante de editorial de 45 a?os de edad y de holgada situaci¨®n econ¨®mica que ya con anterioridad hab¨ªa visitado Los Prados nombre del hospital psiqui¨¢trico de Ja¨¦n. La ¨²ltima vez, seg¨²n cuentan en el pueblo, hace un par de a?os, cuando, sumido en un ataque de celos tan fuerte como inexplicable, hab¨ªa perseguido a su mujer, hacha en mano, acus¨¢ndola de varias fechor¨ªas conyugales. Fechor¨ªas inexistentes, seg¨²n todo el vecindario, ya que Soledad Cabrera, esposa de Di¨¦guez, s¨®lo es adjetivable como "extraordinaria, ejemplar, excelente y muy buena persona, por dem¨¢s", mientras que para definir a Di¨¦guez, algunos vecinos se llevan el dedo ¨ªndice a la sien para exclamar: "Es raro".
Di¨¦guez tom¨® la tajante decisi¨®n del encierro el jueves por la tarde, tras recibir una citaci¨®n del Juzgado de Instrucci¨®n de Villacarrillo. Se daba la circunstancia de que unos d¨ªas antes Di¨¦guez hab¨ªa tomado otra tajante decisi¨®n: la de abandonar el tratamiento prescrito por el psiquiatra que le hab¨ªa tratado en la ¨²ltima ocasi¨®n. El resto de la familia, la esposa y cinco ni?os, se alojaron en la casa de una hermana de Di¨¦guez.
Mientras tanto, la gira matinal del lechero, el panadero y dem¨¢s suministradores dom¨¦sticos se hac¨ªa con toda naturalidad. Cuando llegaban al domicilio de Di¨¦guez, ¨¦ste utilizaba para recoger los alimentos el mismo artilugio que le serv¨ªa para bajar la basura, s¨®lo que ahora, al extremo de la cuerda donde deb¨ªa ir la bolsa con los residuos dom¨¦sticos, iba una cesta.
Este panorama fue el que encontr¨® el alcalde al despertar el viernes por la ma?ana. Ni corto ni perezoso, se puso al habla con el gobernador civil de Ja¨¦n, Francisco Rodr¨ªguez Caracuel, y acordaron contactar cuanto antes con los psiquiatras, quienes, seg¨²n el alcalde, estimaron oportuno dejar pasar s¨¢bado y domingo para que Di¨¦guez se tranquilizara y depusiera su actitud por s¨ª mismo.
Las esperanzas de los psiquiatras se vieron frustradas cuando Di¨¦guez pas¨® el lunes y el martes asom¨¢ndose a su balc¨®n, en compa?¨ªa de sus hijos y con un gran cuchillo en la mano, para expresar su deseo de hablar con Manuel Fraga, seguido de la advertencia de que si alguien intentaba entrar en la casa matar¨ªa a los cuatro hijos -de edades entre cinco y nueve a?os- que permanec¨ªan a su lado y luego se suicidar¨ªa. Luego, en cortas entrevistas con la Prensa, siempre desde el balc¨®n, confesaba actuar motivado por la infidelidad de su mujer, y haber elegido a Fraga por ser ¨¦ste una persona cat¨®lica.
Muy celoso
A juzgar por los testimonios de los mismos vecinos, era muy celoso. Su esposa no sal¨ªa a la calle "ni a por una bobina de hilo". Carmen L¨®pez y Maribel del Sol, de 16 y 15 a?os, respectivamente, y antiguas compa?eras de una de las hijas de Di¨¦guez, comentaban c¨®mo ¨¦sta tuvo que abandonar los estudios en primero de BUP porque, seg¨²n su padre, el sitio de las mujeres era la casa.
Durante estos d¨ªas, un total de 12 personas, desde familiares hasta el cura, pasando por los psiquiatras, intentaron infructuosamente convencer a Di¨¦guez para que abandonara el encierro. ?l, mientras tanto, pasaba el d¨ªa en la cocina de la casa, jugando con los cr¨ªos, leyendo la Biblia y enfad¨¢ndo se cuando la radio no hablaba de ¨¦l o lo hac¨ªa para decir que se trataba de un demente.
A primera hora del pasado mi¨¦rcoles, despu¨¦s de que los medios de comunicaci¨®n empezaran a difundir la noticia, el Ministerio del Interior decid¨ªa que hab¨ªa que acabar con aquella situaci¨®n, a la vez que anunciaba que un helic¨®ptero se encontraba preparado para trasladar a Fraga desde Madrid al pueblecito jiennense.
Un grupo de siete especialistas de la Guardia Civil llegaba desde Madrid y se instalaba en una casa vecina a la de Di¨¦guez.
Antes de dar la orden de actuar, Caracuel consinti¨® en una nueva mediaci¨®n, esta vez por parte de los psiquiatras, y tambi¨¦n infructuosa. Aprovechando que Di¨¦guez necesitaba una bombona de butano, se ide¨® un plan: se la depositar¨ªa un guardia, disfrazado de repartidor, en la puerta trasera de la casa, y cuando saliera a recogerla, otro guardia, por la tapia de la terraza vecina y ayudado de una escalera, le sorprender¨ªa.
La operaci¨®n sali¨® tal y como se hab¨ªa planeado, y el episodio concluy¨® poco despu¨¦s de las tres de la tarde del pasado mi¨¦rcoles 15.
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