Despedida a don Enrique
Adi¨®s, don Enrique. Con el mismo dolor que hoy siente Madrid, y muchos espa?oles, he de expresarle mi verdadero estado de ¨¢nimo, que refleja, con sinceridad, el de todos los concejales que integramos el Grupo Popular en el Ayuntamiento.Su personalidad indiscutible, y tantas veces combatida democr¨¢ticamente por nosotros, deja en su familia, sin duda, y en nuestra Corporaci¨®n tambi¨¦n, un vac¨ªo muy dif¨ªcil de llenar.
No se puede negar, ni nosotros nunca lo hemos pretendido, la popularidad del alcalde que nos deja.
Supo llegar a toda la sociedad madrile?a de modo directo.
Desde las primeras elecciones, que, sin ganarlas, le situaron en la Alcald¨ªa-presidencia, hasta las segundas, que las supo ganar, junto con el aprecio de los madrile?os, han transcurrido muchos a?os -m¨¢s de seis- de mandato municipal.
Sin ocultar, en momentos en que la tristeza puede nublar las realidades de los sentimientos, nuestra firme oposici¨®n democr¨¢tica contra su forma de gestionar la Corporaci¨®n, siempre hemos estimado el talante liberal y abierto que ha permitido en el seno de nuestra Corporaci¨®n una mejor convivencia entre los adversarios pol¨ªticos.
Los pron¨®sticos iniciales sobre su desconcierto al frente de la alcald¨ªa madrile?a no se cumplieron en lo personal. Aquellas estrategias pol¨ªticas de alejamiento del v¨¦rtice de las zonas de poder de nada sirvieron ante su personalidad. Camin¨® solo, en un principio, y luego arropado cada vez con mayor apoyo de los que inicialmente no lo aportaron, hacia una consolidaci¨®n del conocimiento y afectos populares.
Su brillantez y exactitud de expresi¨®n, su pulcritud y educaci¨®n en su normal trato personal, le hizo destacar inmediatamente en el medio pol¨ªtico en que se mov¨ªa. Supo dar un giro a su personalidad desde la figura de aislado profesor universitario -el viejo profesor- con inquietudes pol¨ªticas a su liderazgo popular.
Su forma de entender la Alcald¨ªa-presidencia hizo viables los estudios de otro profesor -Gasc¨®n y Mar¨ªn-, que a principios de siglo se plante¨® la duda sobre si al frente de la Alcald¨ªa madrile?a debieran existir dos figuras, la del alcalde representativo y la del alcalde gestor. Tierno se inclin¨® por la primera, y a trav¨¦s de ella y con una, a nuestro juicio, muy discutible jerarquizaci¨®n de ideas y proyectos en la gesti¨®n municipal, se hizo conocer dentro y fuera de los ¨¢mbitos estrictamente locales.
Flexible y neutral
En el interior, presidiendo un Ayuntamiento cuyas sesiones plenarias reg¨ªa con interpretaci¨®n flexible de sus normas de funcionamiento, permitiendo amplitud en los debates y sin ahogar con rigidez el contenido de los mismos; con neutralidad en sus intervenciones p¨²blicas, salvo en el voto final, que siempre decant¨® hacia las propuestas de su Gobierno, aderez¨¢ndolas con mesuradas dosis de iron¨ªa y gran agudeza; y con su capacidad, por qu¨¦ no decirlo, de sobrevolar por encima de los grandes temas controvertidos en el municipio.
En el exterior, con una fuerte proyecci¨®n sobre la funci¨®n del municipio como pieza de engarce entre los ciudadanos, superando las dificultades de entendimiento de los Gobiernos y convirti¨¦ndose, con preocupaci¨®n para los rectores de los asuntos estatales y de la propia oposici¨®n municipal, en autoembajador de Madrid y sus gentes.
Se form¨® as¨ª una singular figura de alcalde itinerante que, justo ser¨¢ reconocerlo, tanto exhib¨ªa con orgullo el nombre de Madrid en sus numerosos viajes como recib¨ªa con gran dignidad a las altas personalidades extranjeras, si bien en ambos supuestos sus ideas pol¨ªticas nos depararan alg¨²n contratiempo.
Y con este original modo de actuar se cuaj¨® en figura relevante dentro y fuera de nuestras fronteras.
Su especial modo de comportarse, superando f¨®rmulas estereotipadas de creencias e ideolog¨ªas, le permiti¨® aparecer defendiendo, y confesando, ideas marxistas, afeando las tibiezas de sus afines, tanto como estimulando la construcci¨®n de la inacabable catedral madrile?a o compareciendo, respetuoso, en actos religiosos.
Fuerte personalidad, pues, y de dif¨ªcil reemplazo. Quienes hemos trabajado muy pr¨®ximos a ¨¦l sin colaborar ni compartir sus ideas, sab¨ªamos de la importancia de su persona y de lo relevante de su forma de actuar, por eso hoy nos sentimos apenados y compartimos el sentimiento de vac¨ªo que queda en nuestra Corporaci¨®n.
Con la seguridad de que Dios, que en esta hora nunca falla ni a los buenos marxistas -seg¨²n su propia confesi¨®n- ni a nadie, creemos nosotros, ha deparado ya un eterno y apacible descanso a Enrique Tierno Galv¨¢n, nosotros le enviamos nuestra cari?osa despedida.
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