Entre la frustrada vocaci¨®n del "no alineamiento' y el castigo de la escasez
JUAN F. ELORRIAGA, ENVIADO ESPECIAL, Ruman¨ªa tiene 237.000 kil¨®metros cuadrados y es el ¨²nico pa¨ªs latino del Pacto de Varsovia. Sus habitantes (22.624.000, seg¨²n el ¨²ltimo censo) observan hist¨®ricamente, ante Rusia, un reparo similar al de los mexicanos frente a su colosal vecino del Norte. Al igual que ¨¦stos se recrean en su descendencia de aztecas y espa?oles, los rumanos se sienten orgullosamente mestizos de dacios y legionarios de Trajano, impermeables desde hace siglos a las influencias del oc¨¦ano eslavomagiar que los rodea. Coche cama se dice en rumano vagon de dormit, y hablando un espa?ol italianizado se puede funcionar en Bucarest. Castigados por la escasez, los rumanos parecen sentir tambi¨¦n la frustraci¨®n de pa¨ªs no alineado. .
La capital rumana, Bucarest, es una urbe de dos millones de habitantes que fue llamada en su tiempo el Par¨ªs de los Balcanes. Hoy se apaga a las nueve de la noche por decreto. La crisis econ¨®mica viene castigando duramente al consumidor rumano desde que, en 1981, el conducator (conductor), como se designa al presidente Nicolae Ceaucescu, decidiera pagar aceleradamente los 12.000 millones de d¨®lares (casi dos billones de pesetas) de deuda externa. Dicen haberla bajado ya a 4.000 millones y prometen extinguirla.Hoy se vive en Ruman¨ªa peor que hace cinco a?os, a pesar de que los salarios reales se han incrementado en un 20% aproximadamente. El a?o pasado, un invierno sin precedentes en lo que va de siglo baj¨® de los C¨¢rpatos y cogi¨® a los llanos sumidos en grave penuria energ¨¦tica, agravada por la sequ¨ªa. Los coches particulares quedaron aparcados por decreto durante dos meses y los rumanos tuvieron que acostumbrarse a ir a trabajar con abrigo y calzones largos de lana. Uno de los pocos pa¨ªses de Europa que produce unos 12 millones de toneladas de petr¨®leo y m¨¢s de 33.000 millones de metros c¨²bicos de gas al a?o se vio sumido en mucho fr¨ªo y privaciones.
El 'general invierno'
Temiendo que el general invierno vuelva a ganar la batalla este a?o, Ceaucescu ha llamado en su ayuda al Ej¨¦rcito. En el Ministerio de Energ¨ªa del bulevar Magheru, los pies se hielan a la hora y media de charla. El doctor Plavitu Gheorghe, alto funcionario del mismo, neg¨® a este peri¨®dico que se haya militarizado el sector energ¨¦tico. "Los cuadros militares no est¨¢n en nuestro ministerio y respetan plenamente nuestra autonom¨ªa organizativa. Han sido enviados a las plantas que m¨¢s dificultades tuvieron el a?o pasado para que, si fuera necesario, las fuerzas armadas rumanas pusieran a disposici¨®n del pueblo toda su mecanizaci¨®n y experiencia".
Antes de llamar al Ej¨¦rcito el pasado oto?o, Ceaucescu destituy¨® a tres ministros de los sectores energ¨¦ticos. Eso no quiere decir que ma?ana no vayan a resurgir en puestos de mayor rango. Al conducator le gusta realizar rotaciones original¨ªsimas en sus cuadros. As¨ª, el recientemente destituido ministro de las fuerzas armadas, teniente general Olteanu, ha pasado a ser alcalde de Bucarest.
Si la fe mueve monta?as, Ceaucescu es capaz de mover templos. Para poder seguir adelante con el proyecto del gran Bucarest del a?o 2000, que dispondr¨¢ de un gigantesco centro c¨ªvico y de un lujoso metro que ya ha empezado a funcionar en algunas l¨ªneas, las autoridades rumanas pactaron con el patriarca ortodoxo Iustin Moisescu el desplazamiento de la iglesia de San Mihai Voda en 250 metros. Dicho monumento hist¨®rico pesa 3.100 toneladas y se ech¨® a andar sobre un tinglado de ra¨ªles, ruedas y gatos hidr¨¢ulicos, ante popes at¨®nitos que presenciaban la forma de hacer milagros de los sin dios.
Dentro de unos a?os, se podr¨¢ Regar a Bucarest en barco desde M¨¢laga o Barcelona. Un canal de m¨¢s de 50 kil¨®metros de longitud unir¨¢ la capital rumana al Danubio, r¨ªo navegable hasta esa bolsa del Mediterr¨¢neo que es el mar Negro. Pero una de las obras m¨¢s gigantescas de la historia europea es el canal Cernavoda-Constanza, que abrevia el curso del Danubio en unos 400 kil¨®metros. Inaugurado el a?o 1984, tiene 64 kil¨®metros de longitud y fue necesario excavar m¨¢s rocas y piedras que durante la construcci¨®n del canal de Suez.
Mientras tanto, el pueblo rumano espera empezar a salir este a?o de la escasez de un quinquenio que preferir¨ªa olvidar. La miseria qued¨® atr¨¢s en los a?os sesenta. Desde la subida al poder de Nicolae Ceaucescu, el a?o 1965, todo hab¨ªa sido crecimiento y aumento de consumo, siempre dentro de l¨ªmites modestos. El a?o 1980 se produjo el tir¨®n hacia atr¨¢s del nivel de vida.
El l¨ªder rumano cumple el 26 de enero 68 a?os y no parecen ser ciertos los rumores de que est¨¢ gravemente enfermo. Su popularidad tiene hoy cotas bastante inferiores a las de los a?os de las vacas gordas. Ruman¨ªa parece mucho m¨¢s preocupada por el consumo y el bienestar que por la expansi¨®n de un socialismo que, hoy por hoy, es de los m¨¢s dogm¨¢ticos de Europa. "El Estado finge pagarnos y nosotros fingimos trabajar", dicen los rumanos para ilustrar una situaci¨®n de baja productividad y apat¨ªa.
En caso de guerra
En Ruman¨ªa son capaces de perdonarle muchas cosas a un Ceaucescu, que ha prometido que nunca en tiempo de paz entrar¨¢n en suelo nacional tropas sovi¨¦ticas. Uno de los cerebros del Ministerio rumano de Asuntos Exteriores, el embajador Romulos Neagu, aseguraba a EL PA?S que "Ruman¨ªaes pa¨ªs f¨²ndador del Pacto de Varsovia y miembro de confianza del mismo". Neagu se?ala diferencias de bulto entre la OTAN y el Pacto de Varsovia. "Nuestro tratado s¨®lo entrar¨ªa en vigor en caso de guerra, mientras que el pacto atl¨¢ntico tiene organismos supranacionales en tiempos de paz. No por casualidad nuestro organismo m¨¢ximo se llama Comit¨¦ Pol¨ªtico-consultivo". Neagu niega validez a cualquier interpretaci¨®n m¨¢s rigida de la letra del tratado de Varsovia, que asegura que Rumania conoce perfectamente. Por ello, las fuerzas armadas rumanas no participan en las maniobras del pacto del Este m¨¢s que a nivel de Estado Mayor.
Del m¨¢ximo dirigente sovi¨¦tico, Mijail Gorbachov, Neagu habla como de un socio, sin sumisi¨®n ni devoci¨®n excesiva. "Por sus obras le juzgaremos. Ha empezado bien, con una moratoria de misiles". Sin excesiva modestia aclara que, al respecto, Gorbachov est¨¢ en la l¨ªnea rumana. "Desde hace tiempo ven¨ªamos nosotros proclamando la necesidad de acabar con la producci¨®n y pruebas de armas nucleares". Acerca de si, como los estadounidenses dicen, eso ser¨ªa mera propaganda, Romulus Neagu se?ala: "M¨¢s vale competir en propaganda que en armamentos, y cr¨¦ame que cualquier propaganda de este tipo, sovi¨¦tica o estadounidense, tiene asegurada la bienvenida rumarta". Cuenta un chiste rumano, seg¨²n el cual un d¨ªa apareci¨® en un diario europeo el siguiente anuncio: "Cambiamos excelente pol¨ªtica internacional por mejor situaci¨®n geogr¨¢fica. Raz¨®n: Bucarest".
Encajonamiento
Los rumanos tienen 1.300 kil¨®metros de frontera con la URSS, 450 con Hungr¨ªa y 631 con Bulgaria. Yugoslavia y el mar Negro son sus dos ¨²nicos escapes no alineados. Fuentes oficiosas rumanas reconoc¨ªan a este peri¨®dico, en medio de un ambiente informal de violines gitanos, que vocacionalmente Ruman¨ªa es un pa¨ªs no alineado frustrado en su deseo. Es la otra cara balc¨¢nica de una Grecia que milita desganada en la OTAN.
Pa¨ªs carente de importancia estrat¨¦gica debido a su encajonamiento actual, a la Uni¨®n Sovi¨¦tica le bastan con declaraciones como la reciente de Ceaucescu respecto a "la necesidad de desarrollar la colaboraci¨®n de Ruman¨ªa con los ej¨¦rcitos del Pacto de Varsovia para que pueda defenderse de una agresi¨®n imperialista".
Poseedor del genio bizantino de quien sabe distinguir lo posible de lo iluso en el momento preciso, Ceaucescu lleg¨® a criticar con m¨¢s ardor que Tito la intervenci¨®n de las tropas del Pacto de Varsovia en Checoslovaquia el a?o 1968. Ni un soldado rumano entr¨® entonces en Praga. Pero dos a?os despu¨¦s Ceaucescu firmaba con la URSS un tratado de amistad y asistencia que prev¨¦ que "si una de las partes firmantes resultara v¨ªctima del ataque de un pa¨ªs o grupo de pa¨ªses, la otra le conceder¨ªa una amplia ayuda, incluida asistencia militar, para rechazarlo".
Bucarest, la bella ciudad durmiente
J. F. E., Bucarest es una ciudad bella, un tanto durmiente, que volver¨¢ a desplegar sus encantos cuando las inversiones la ayuden. La deuda exterior y el plan de ahorro la apagan a las nueve de la noche. A esa hora los clientes ¨¢rabes y griegos m¨¢s noct¨¢mbulos abandonan, con sus mozas alegres del brazo, el cabar¨¦ del hotel Athence Palace. La televisi¨®n no emite m¨¢s que de las ocho de la tarde a las diez de la noche. Despu¨¦s no apetece perderse paseando entre la niebla de enero de una ciudad de cuyas paredes cuelgan anuncios tur¨ªsticos: "Viaje por la ruta de Dr¨¢cula-. Fue el legendario h¨¦roe nacional rumano Vlad Tepes (Vlad el Empalador) de la lucha contra los turcos el que inspir¨® el ciclo de horror de los vampiros.
Pero hasta las nueve de la noche hay en donde meterse. Pocos restaurantes habr¨¢ en las otras cinco capitales balc¨¢n¨ªcas tan lujosos como el Capsa bucarestiano. Lo que pasa es que un d¨ªa falta esto y otro no hay aquello. Siempre hay esturi¨®n y lucio danubianos. A la hora de pagar todas las sorpresas son posibles, como en los mejores tiempos de la picaresca neorrealista italiana. El camarero sobrevive el invierno comiendo col, carpa, remolacha y cerdo con patatas, de vez en cuando, con un salario de unas 25.000 pesetas al mes.
Evaristo Garc¨ªa Sarri¨¢ es un negro cubano que dirige el restaurante m¨¢s psicod¨¦lico de Bucarest. Juegos de luces al comp¨¢s de rock, cantado en ingl¨¦s, y barra con c¨®cteles de guinda convierten a este local en lo m¨¢s parecido al west end neoyorquino que hay en Bucarest.
Excepto quienes tienen acceso a circuitos especiales de abastecimiento, casi todos llevan una bolsa de pl¨¢stico plegable, a la espera de que de alguna cola o tienda salga un olorcillo a c¨ªtricos o alg¨²n producto ex¨®tico. Todo es posible en el curioso mercado rumano. En una ocasi¨®n aparecieron langostas de gran tama?o a 600 pesetas la unidad. Explicaron que Nicolae Ceaucescu acababa de regresar de un viaje por el cuerno de ?frica y sus anfitriones, a falta de otros lujos, le llenaron la nevera del avi¨®n de crust¨¢ceos.
No deja de ser curioso encontrarse en el primer taxi que uno toma en Bucarest con el escudo del Ej¨¦rcito estadounidense en una pegatina junto al tax¨ªmetro.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.