Moravia volvi¨® a ser Pincherle para casarse con la espa?ola Carmen Llera
Alberto Moravia perdi¨® ayer por la ma?ana, a las 8.36, durante unos segundos, el apellido que le ha hecho famoso en el mundo. El autor de La vida interior, de 78 a?os, de pie, con chaqueta marr¨®n y pantalones grises se oy¨® preguntar por el oficial del Ayuntamiento de Roma: "Alberto Pincherle, ?quiere usted como esposa a Carmen Llera?". Porque Pincherle es el verdadero apellido del escritor, que se ha casado con Carmen, una espa?ola de 31 a?os.
No hab¨ªa sido posible mantener el secreto. Roma les hab¨ªa preparado una ma?ana de fr¨ªo de abrigo. Pero con sol. En el soberbio Capitolio, sede del Ayuntamiento de Roma, esperaban a la pareja m¨¢s de 50 fot¨®grafos, docenas de operadores de cine y televisi¨®n y cientos de magnet¨®fonos.No hubo, sin embargo, como ya hab¨ªan anunciado los novios, ni amigos, ni flores, ni escritores famosos. No quisieron ni que fuese el alcalde quien bendijese el matrimonio del viudo Moravia con la separada Carmen, la tudelana a quien los italianos miraban ayer con ojos l¨¢nguidos diciendo: "Es m¨¢s guapa en carne y hueso que en las revistas".
Los cas¨® un simple oficial del Ayuntamiento que llevaba, sin embargo, un apellido de esperanza: Sereni. Porque los italianos, que son tiernos para estos misterios del amor, en vez de ironizar sobre una pareja en la que ¨¦l le saca a ella 47 a?os de diferencia, lo que les desean a los dos es que vivan serenos y en paz.
Ayer los comentarios los absolv¨ªan a los dos. A ella porque ha sido una mujer de voluntad que ha conseguido lo que quer¨ªa, porque todos saben que no era f¨¢cil arrastrar hasta el altar del Capitolio al esquivo Moravia. "S¨®lo una ib¨¦rica , una Carmen, pod¨ªa hacer el mi lagro", comentaba ayer la gente. Y a ¨¦l no s¨®lo lo absolv¨ªan sino que lo envidiaban los hombres, que dec¨ªan: "E' troppo bella" ("Es demasiado guapa"), como diciendo: "?Qu¨¦ suerte la de Moravia!". Y a quienes insinuaban que Carmen, al casarse, se quedar¨¢ con toda la herencia literaria del gran escritor, los italianos comentaban: "?Qu¨¦ le importa a ¨¦l? No tiene hijos, ?a qui¨¦n mejor puede dejarle todo que a la guapa espa?ola que lo va a alegrar en su vejez?".
Cuando el enjambre de reporteros se abalanz¨® sobre ambos para arrancarles una frase hist¨®rica, Moravia, mientras se defend¨ªa con ambas manos, como espantando moscas, a la pregunta "?Es usted feliz?", su ¨²nica respuesta l¨®gica, natural, inteligente, fue la de un sonoro y seco "No comment". No regal¨® ni una sonrisa y la cara se le endureci¨® m¨¢s cuando los fot¨®grafos gritaban sin pudor "?Beso, beso!". Ella estaba menos controlada, m¨¢s nerviosa, casi enfadada. A la misma pregunta sobre la felicidad, respondi¨® con tono distinto al de Moravia, pero igualmente l¨®gico e inteligente: "Lo que estoy es borracha". Aquella espantada ib¨¦rica desconcert¨®, sin embargo, al enviado de la RAI, quien coment¨® a trav¨¦s de la radio: "Esperemos que lo sea s¨®lo de alegr¨ªa" porque le hab¨ªa parecido poco po¨¦tica la borrachera no simb¨®lica de la espa?ola. Porque la verdad es que la bell¨ªsima tudelana, quiz¨¢ para sosegar sus nervios, se hab¨ªa tragado, antes de subir la magn¨ªfica escalinata de Miguel ?ngel del Capitolio, una buena copa de champa?a.
Los vestidos de ambos fueron sobrios, sin concesiones al color. S¨®lo la corbata roja de ¨¦l y las gafas rosa de ella destacaban junto con el ramillete de orqu¨ªdeas peque?as, blanqu¨ªsimas, de nieve, que Carmen regal¨® a la fot¨®grafa Luciana Zigiotti, dici¨¦ndole: "Para que te cases en este a?o". No hubo fiesta. Moravia, al acabar la ceremonia, se fue a casa. Dicen que a empezar una novela.
"?Por qu¨¦ quiere casarse con Carmen?", le preguntaron a Moravia, incr¨¦dulos, unos amigos, y su respuesta fue: "Porque a ella le produce placer". A Carmen, ayer por la ma?ana, acabada la boda, un periodista la agredi¨® a bocajarro y le pregunt¨®: "?No es el suyo un matrimonio at¨ªpico?". "S¨ª", respondi¨® orgullosa, "porque Moravia escribe como nadie".
Babelia
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