Galicia conmemora los 100 a?os del nacimiento de Castelao
Del nacimiento de Castelao se cumplen, precisamente en este d¨ªa, 100 a?os, pero s¨®lo puede ser coherentemente situado en la primera mitad de este siglo. Vino a la vida en la madrugada del 30 de enero de 1886. Al atardecer del mismo d¨ªa era bautizado, con los nombres de Alfonso Daniel Manuel, en la parroquia de Rianxo, villa ya de ilustre timbre por haber nacido en ella el almirante poeta Payo G¨®mez Charino' del s¨¦quito de Fernando III el Santo, para el cual "ga?ara Sevilla sendo de mouros".
Rianxo es como el seno m¨¢s rec¨®ndito del para¨ªso acu¨¢tico que es la r¨ªa de Arousa. Un ¨¢rea magna y marginal del Atl¨¢ntico, donde subyace una f¨¦rtil coordenada fecunda entre la ecolog¨ªa y la literatura. Charino fue s¨®lo un ejemplo.Pero otras individualidades gloriosas en el campo de la invenci¨®n literaria esmaltan la historia de ambas riberas de Arousa. La de Ram¨®n Mar¨ªa- del Valle-Incl¨¢n, que en 1866 naciera en Vilanova; la de Ram¨®n Cabanillas Enr¨ªquez, 10 a?os despu¨¦s, en Fefi?ans (Cambados); la del ensayista Victoriano Garc¨ªa Mart¨ª, en Riveira, en 1881; la de Eduardo Dieste, hijo de emigrantes al Uruguay... Pl¨¦yade anterior cronol¨®gicamente a la fecha que hoy se conmemora, pero inscrita sin duda en la misma coordenada espiritual.
Despu¨¦s de 1886, la misma ¨¢rea geogr¨¢fica seguir¨ªa dando al arte o a la literatura valores de singular calibre, como el pintor Carlos Maside, cesure?o de 1897; el poeta Manuel Antonio, nacido en Rianxo el primer a?o de este siglo; el ensayista y fabulador Rafael Dieste, tambi¨¦n nacido en Rianxo en los albores del 1900..
La n¨®mina no queda m¨¢s que esbozada. Viene a constituir como el tel¨®n de fondo del escenario que 100 a?os atr¨¢s ya reun¨ªa y asum¨ªa los condicionamientos naturales y sociales que tan copiosos y egregios frutos dar¨ªan.
Con independencia de que haya nacido en la pen¨²ltima d¨¦cada del XIX, Castelao s¨®lo puede ser coherentemente situado en la primera mitad del XX, sin desconocer el legado que de la centuria anterior a la presente fue transmitido y m¨¢s o menos asumido.
De una ¨¦poca a otra la personalidad de Castelao -como dibujante social, como etn¨®grafo en determinados campos, como pintor, como fabulador...- no se ha desarrollado aisladamente.' Para ¨¦l no ha funcionado la torre de marfil. Siempre tuvo audiencia asegurada, aunque no en todo caso o a todo nivel favorable.
'Nos'
Sin referirnos ahora a su proyecci¨®n en el campo pol¨ªtico activo, al menos a su tarea como exiliado en otros pa¨ªses, hay un aspecto que no debe quedar oscurecido. Castelao, sin propon¨¦rselo seguramente, hizo escuela. Adem¨¢s, realiz¨® la parte m¨¢s relevante de su obra asistido por los esp¨ªritus m¨¢s selectos de su generaci¨®n. Como ejemplo de esta ¨²ltima, la de Ram¨®n Caban¨ªllas, que le llevaba 10 a?os; la de Vicente M. Risco, dos; la de Losada Di¨¦guez, uno.
Estos y otros nombres han constituido lo que despu¨¦s se ha dado en llamar la generaci¨®n n¨®s, cuyo principal aglutinante, sin que nadie se lo propusiera, es la figura de Castelao. Del fen¨®meno cultural en tal tiempo provocado, y en torno a un eje humano capaz de romper los esquemas tradicionales, est¨¢ viviendo el esp¨ªritu gallego. M¨¢s que por obra personal de Castelao, en buena parte truncada por la guerra civil, por la radiaci¨®n de su ejemplo, el eco de su sacrificio, la entrega a la causa de su tierra.
M¨¢s que por su mensaje. Con ser el primero de extraordinaria emoci¨®n y plasticidad, a un tiempo, es la coherencia interna, la ra¨ªz de autenticidad de su obra,, la que asegur¨® perennidad a su ejemplo y radiaci¨®n paradigm¨¢tica a su mensaje. El que han encarnado con tan feliz simbiosis el hombre y el artista. En t¨¦rminos absolutos, pero mucho m¨¢s, claro est¨¢, como fuerzas debeladoras de una sociedad contrahecha, d¨®cil a la hegemon¨ªa devalores caducos e incompatible' con la apertura a la libertad y la democracia.
Cierto que la figura de Castelao ha de ser centrada en su tierra y en su tiempo. Sin distorsiones, que a la postre vendr¨ªan condenadas a la suerte de adherencias caducas. Dentro del marco propio, a los 100 a?os de su nacimiento, la muerte antes de tiempo en el exilio supuso un dolor irresta?able para su tierra. No mermar¨¢ su gloria, que a lo largo del a?o que comienza adquirir¨¢ aquellas dimensiones que la libertad autoriza y de las que s¨®lo el pueblo como tal otorga.
En la madrugada siguiente en que la vida de Castelao se extingu¨ªa, en Buenos Aires, debieran haber doblado todas las campanas de Galicia. Eran tiempos en que hasta los bronces sonoros en Espa?a perdieron la libertad. Hoy que, la recobraron no doblar¨¢n tampoco, pero los o¨ªdos despiertos a la galleguidad, multiplicados por los a?os, escuchar¨¢n un repique a gloria que arrastra los ecos de 100 a?os.
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