Pajaritos fritos

Independientemente de los acuerdos y documentos firmados para hacer de Espa?a un pa¨ªs europeo de pleno derecho, existen aspectos de nuestra forma de vida que seguir¨¢n marc¨¢ndonos como europeos de segunda ante nuestros vecinos del continente. Uno de ellos es el hecho de que millones de aves, cuidadosamente protegidas con gran coste y dedicaci¨®n de asociaciones y particulares europeos, sean masacradas en Espa?a todos los inviernos.Irrita, sobre todo, a nuestros vecinos europeos y a un n¨²mero cada vez mayor, aunque a¨²n no suficiente, de espa?oles, el que esta matanza irresponsable se lleve a cabo a pesar de los acuerdos internacionales suscritos por nuestro Gobierno y pese a la legislaci¨®n espa?ola que prohibe, pero no persigue, tales pr¨¢cticas.

Mientras sigamos vendiendo pajaritos fritos en los bares, mientras existan f¨¢bricas de pat¨¦s de aves cantoras, mientras pandillas de menores armados de carabinas sigan aniquilando a los beneficiosos y simp¨¢ticos petirrojos y mientras en nombre del deporte se siga convirtiendo a los esbeltos archibebes en pat¨¦ticos montones de plumas sin vida, ser¨¢n muchos los que nos consideren, al menos culturalmente, subeuropeos.

Finalmente, produce una mayor desaz¨®n a¨²n el considerar que al lado mismo de Do?ana, Tablas de Daimiel o cualquier otro lugar declarado de protecci¨®n de la naturaleza se puedan abatir aves que, por su escasez e importancia, merecen el cuidado de millones de conservacionistas europeos. Somos muchos ya quienes creemos en este pa¨ªs que la protecci¨®n de peque?os enclaves naturales no soluciona en absoluto los problemas de la conservaci¨®n de las especies, y que el sistema del seguro del juego de parch¨ªs no impide, sino que propicia, que a?o tras a?o el estado de nuestra fauna se agrave cada vez m¨¢s.-