El error Caplanne
Durante dos d¨ªas el comando de los GAL sigui¨® a su v¨ªctima por calles de Biarritz
Todas las ma?anas, desde que se separ¨® de su mujer, Robert Caplanne acostumbraba a tomar el primer caf¨¦ de la jornada en cualquier bar situado en el trayecto de su casa al trabajo. Usualmente lo hac¨ªa en el establecimiento de sus padres, Le Croix de Champs, una taberna familiar de peque?as mesas de f¨®rmica, decorada sobria mente con un arrimadero de madera, carteles y botellas de licores en las paredes, y en uno de cuyos rincones dormita silencioso un enorme perro pastor alem¨¢n de pelo negro. Sin embargo cuando por cualquier raz¨®n, Caplanne se levantaba antes de lo habitual y el local de sus padres estaba cerrado iba al Royal, a unos 200 metros del de su familia, en el centro de la ciudad, un bar de n¨ªqueles y neones, el ¨²nico de Biarritz que permanece abierto durante todo el d¨ªa.El hombre del rev¨®lver
En la ma?ana del 24 de diciembre de 1985 Robert Caplanne escogi¨® el Royal. Tom¨® el caf¨¦ habitual en la barra. Brome¨® con el camarero y abandon¨® precipitadamente el establecimiento para cruzar la calle y coger su coche, aparcado al otro lado de la avenida. Eran las 7.50 horas. No hab¨ªa a¨²n amanecido y las tiendas estaban cerradas. Alguien le intercept¨® en su camino. Era un hombre que, con el rostro descubierto, le amenazaba con un inmenso rev¨®lver Smith and Wesson. El desconocido, sin mediar palabra, hizo cuatro disparos. Caplanne cay¨® ensangrentado en la calzada, junto a su coche. Ten¨ªa heridas en el abdomen, t¨®rax y garganta. Mientras una ambulancia le llevaba al hospital solicit¨® a su acompa?ante que comunicara el hecho a su madre y a su hija, de 15 a?os, pero le aconsej¨® que lo hiciera con cautela. Luego perdi¨® el conocimiento e inici¨® una larga agon¨ªa que durar¨ªa 11 d¨ªas. Nadie, en Biarritz, pudo explicarse las razones del asesinato de aquel modesto electricista, cuya ¨²nica actividad p¨²blica consist¨ªa en ejercer como secretario de la asociaci¨®n de ex marineros o en presenciar alg¨²n partido de rugby y cuyos ahorros consist¨ªan en los pocos francos que llevaba en el bolsillo del pantal¨®n.
Pocas horas m¨¢s tarde del suceso la polic¨ªa localiz¨®, en la avenida Kennedy de Biarritz, muy cerca del garage Negresse, un coche marca Suzuki, matr¨ªcula de Andorra, presuntamente utilizado por los asesinos para emprender su huida. En el suelo, junto al asiento del conductor se encontr¨® el rev¨®lver y una metralleta. Se inici¨® as¨ª una laboriosa investigaci¨®n gracias a la cual se descubri¨® que los dos viajeros de aquel veh¨ªculo hab¨ªan llegado a la ciudad tres d¨ªas antes, hosped¨¢ndose en un conocido hotel. Una camarera del establecimiento describi¨® especialmente a uno de aquellos clientes -despu¨¦s resultar¨ªa ser Javier Rovira-, al que hab¨ªa servido una comida en su propia habitaci¨®n. La descripci¨®n realizada por la camarera coincidi¨® con la que efectu¨® uno de los clientes del bar Royal, que sali¨® a la calle al o¨ªr los disparos y se cruz¨® con el asesino.
Poco a poco la polic¨ªa consigui¨® reconstruir las actividades en Biarritz de los dos desconocidos y pudo llegar a la conclusi¨®n que, en los d¨ªas que precedieron al asesinato, se hab¨ªan dedicado a seguir a su v¨ªctima. El d¨ªa antes del suceso el hombre del rev¨®lver hab¨ªa estado tomando caf¨¦ en el bar Royal, en la barra, junto a Robert Caplanne. El asesino hab¨ªa acudido tambi¨¦n al bar de la familia. Por la forma como hab¨ªan preparado el atentado y las armas utilizadas, la polic¨ªa lleg¨® a la conclusi¨®n de que se trataba de delincuentes profesionales. Sin embargo, continuaba siendo un misterio las razones que hab¨ªan impulsado a aquellos hombres a cometer aquel hecho.
La polic¨ªa pens¨® en un principio que se encontraba frente a un caso de asesinato pasional, planeado por el actual marido de la ex compa?era de Caplanne. Pero, tras las primeras declaraciones, se rechaz¨® la hip¨®tesis y se empez¨® a barajar la teor¨ªa de una acci¨®n protagonizada por los GAL. Esta tesis se confirmar¨ªa d¨ªas m¨¢s tarde, cuando la polic¨ªa espa?ola logr¨® detener a los presuntos asesinos.
Ecologistas de Atila
Los detenidos, Jos¨¦ Luis Fari?as, Jorge Porta, Carlos Pedemonte, Carlos Laborda y Javier Rovira, confesaron ser militantes de los GAL y haber participado en la acci¨®n que desemboc¨® en el asesinato de Caplanne, que, seg¨²n ellos, hab¨ªa sido un error de identificaci¨®n, ya que cre¨ªan que se trataba de un refugiado vasco. Aseguraron adem¨¢s que el jefe del grupo era Ismael Miquel, un conocido confidente y colaborador policial que hab¨ªa logrado escapar de la redada.
Alguno de los miembros del comando de los GAL hab¨ªa militado con anterioridad en un grup¨²sculo escindido del Frente de la Juventud, al que hab¨ªan bautizado con nombres tan dispares como el de Ecologistas de Atila o Grupos Activos Militaristas. Este colectivo estuvo implicado en el incendio de una estatua del Rey del Museo de Cera de Barcelona, en febrero de 1982; en el lanzamiento de unas octavillas en las que se ped¨ªa la abdicaci¨®n de Juan Carlos I, y en el atentado efectuado, en octubre de 1981, contra el Instituto Italiano de Cultura de Barcelona.
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