El espect¨¢culo de los esp¨ªas
EL INTERCAMBIO de esp¨ªas es un asunto frecuente que ha perdido gran parte del dramatismo cinematogr¨¢fico que tuvo en otros tiempos. El propio personaje est¨¢ devaluado en la gran ¨¦poca del espionaje electr¨®nico. Sin embargo, la ceremonia que acaba de suceder en el puente de Glienicke, entre la zona norteamericana de Berl¨ªn Occidental y el barrio de Potsdam de la Rep¨²blica Democr¨¢tica Alemana, est¨¢ dotada de unos valores a?adidos que le dan su espectacularidad, aparte del valor mismo que supone la creaci¨®n del espect¨¢culo por medio de la televisi¨®n y sus sat¨¦lites, reales o metaf¨®ricos. Se trata, en primer lugar, de demostrar que la reducci¨®n de la tensi¨®n mundial que se inaugur¨® con las sonrisas mutuas de Gorbachov y Reagan tiene algo tangible. Ese algo tangible, adem¨¢s, tiene un rostro humano de interesantes perfiles, y es el de Anatoli Charanski: es un disidente perseguido y condenado por su actitud en defensa de los derechos humanos y por su voluntad de emigrar a Israel. La negativa sovi¨¦tica a separar la liberaci¨®n de Charanski del intercambio de esp¨ªas ha sido intransigente. El gesto del embajador norteamericano recibiendo personalmente a Charanski y separ¨¢ndole inmediatamente del grupo de los esp¨ªas que llegaban con ¨¦l a territorio occidental ha dado una imagen p¨²blica de que se trataba de un caso diferente.No se trata de aspectos secundarios. Sin duda, Charanski debe encontrarse ya con su esposa en Israel, y cabe esperar que su madre llegar¨¢ pronto a Occidente para reunirse con su hijo. En el terreno de las relaciones humanas es un hecho importante. Pero no es posible disimular que las condiciones del ¨²ltimo intercambio se parecen bastante a otras que han tenido lugar en a?os anteriores. A la vez, la negativa a permitir la salida de la URSS de Sajarov, que el propio Gorbachov acaba de reiterar en su entrevista a L'Humanit¨¦, confirma que, en la cuesti¨®n del respeto de los derechos humanos, los progresos en la URSS, si los hay, tienen un techo muy bajo. Por ello es fundamental que la Uni¨®n Sovi¨¦tica comprenda que una actitud diferente en ese terreno es decisiva si quiere mejorar su imagen en las grandes cuestiones de la pol¨ªtica mundial.
En ese orden, un dato sin duda significativo, y nuevo, es que la URSS haya aceptado -e incluso deseado- que el intercambio en el puente de Glienicke se realice en medio de la mayor publicidad. Parece que empieza as¨ª a utilizar la publicidad a modo de un lenguaje para significar que la nueva manera blanda de la URS S est¨¢ funcionando, y puede dar a¨²n mejores frutos si la reducci¨®n de tensiones contin¨²a. Charanski es jud¨ªo, y parece que su entrega supone una especie de adelanto a cuenta de las facilidades que se supone que la URSS est¨¢ dispuesta a dar para esa emigraci¨®n, a condici¨®n de que se realice directamente a Israel, y no a otros pa¨ªses. La reanudaci¨®n de relaciones diplom¨¢ticas con Israel est¨¢ tambi¨¦n en el calendario de Mosc¨² y depende quiz¨¢ de otro tipo de concesiones que pueda recibir de Occidente.
M¨¢s ac¨¢ de todo esto, el espect¨¢culo de los prisioneros liberados en las blancas riberas del Spree, entre un p¨²blico alborozado, entre centenares de periodistas y bien filmado por las c¨¢maras de la televisi¨®n, hay que tomarlo como lo que es: una demostraci¨®n y una parte deliberada. Se intercambian materialmente prisioneros, pero lo que se est¨¢ intercambiando en realidad es opini¨®n p¨²blica, ejercicios y demostraciones de buena voluntad, pruebas patentes de que se va progresando por un camino de entendimiento. Mientras, otros cientos o miles de esp¨ªas, grandes y peque?os, se afanan buscando en las papeleras de los ministerios de todo el mundo, escuchando conversaciones o pinchando tel¨¦fonos. Y entre tanto, los sat¨¦lites de espionaje van mucho m¨¢s all¨¢ de lo que puedan hacer los seres humanos. El espect¨¢culo de los esp¨ªas canjeados es grato, sobre todo por esta figura, bien seleccionada para el papel protagonista; pero la reducci¨®n de las tensiones tendr¨¢ que seguir caminos m¨¢s eficaces y m¨¢s claros si quiere convencer.
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