La guerra que no acaba
LA GUERRA entre Irak e Ir¨¢n dura ya desde hace cinco a?os y medio, lo mismo aproximadamente que la II Guerra Mundial. Y no se le ve el fin. Los sufrimientos causados a las poblaciones de ambos pa¨ªses son indescriptibles: ciudades bombardeadas, millones de refugiados, cientos de miles de muertos y de heridos... Durante largos per¨ªodos, la guerra del Golfo parece olvidada; hay una par¨¢lisis casi total en los frentes. En esas etapas tranquilas de la guerra Irak-Ir¨¢n no se habla; se convierte en un rasgo m¨¢s del complejo paisaje que presenta la situaci¨®n internacional de los a?os ochenta. Cunde incluso la esperanza, en amplios sectores, de que negociaciones secretas est¨¢n quiz¨¢ preparando una soluci¨®n. Los intentos de mediaci¨®n, de lograr al menos una tregua, han sido numeros¨ªsimos; la ONU, la Liga ?rabe, la Conferencia Isl¨¢mica han multiplicado las iniciativas en ese sentido.De pronto, los combates en el frente irano-iraqu¨ª se colocan en el primer plano. As¨ª ocurri¨® con la ofensiva de Ir¨¢n hace un a?o; as¨ª est¨¢ ocurriendo estos d¨ªas con la nueva ofensiva que Ir¨¢n ha desencadenado con el objetivo de ocupar la parte meridional de Irak, dejarle sin comunicaci¨®n con el golfo P¨¦rsico, alcanzar la frontera de Kuwait. Llegan cifras aterradoras de miles de j¨®venes, casi ni?os en muchos casos, ca¨ªdos en los combates: el horror de la guerra con todas sus secuelas. Y hay, lo mismo que en 1985, acusaciones rec¨ªprocas de utilizaci¨®n de armas qu¨ªmicas. Todo esto ?para qu¨¦?
La guerra fue desencadenada por Irak en un intento de aprovechar la supuesta debilidad del r¨¦gimen del ayatollah Jomeini, a?o y medio despu¨¦s de la ca¨ªda del sha, para modificar la frontera meridional en beneficio de Irak; y, sobre todo, conquistar para su dirigente Saddam Hussein una posici¨®n hegem¨®nica en la zona. Este plan iraqu¨ª fracas¨® r¨¢pidamente; las tropas iran¨ªes rechazaron la agresi¨®n y lograron recuperar todos los trozos de su territorio que hab¨ªan sido conquistados por los atacantes. La posibilidad de lograr una paz sin modificaci¨®n de las fronteras con respecto a 1980 aparec¨ªa como un objetivo alcanzable. Quedar¨ªan los problemas de responsabilidades, reparaciones, siempre negociables una vez que se logra el cese de las hostilidades. Desde hace bastante tiempo, Saddam Hussein, el agresor, aleccionado por una experiencia tr¨¢gica, ha adoptado una posici¨®n favorable a la paz. La guerra contin¨²a hoy principalmente como consecuencia de la actitud intransigente del ayatollah Jomeini, que ha declarado en reiteradas ocasiones que la guerra no podr¨¢ terminar sin la ca¨ªda de Saddam, Hussein y el establecimiento en Irak de una Rep¨²blica Isl¨¢mica; y ha rechazado las propuestas de iniciar negociaciones.
La ofensiva actual, lo mismo que la del a?o pasado, es presentada por el Gobierno de Teher¨¢n como el golpe que va a provocar la ca¨ªda de Saddam Hussein. ?Es veros¨ªmil? Sin duda, el ataque ha sido realizado con m¨¦todos militarmente m¨¢s eficaces que los de 1985; los avances iniciales parecen haber sido sustanciales. Pero Irak, inferior en efectivos humanos, no lo es en armas modernas; y hasta ahora siempre ha logrado detener las ofensivas iran¨ªes. Por otro lado, la solidaridad con Irak de la mayor parte de los pa¨ªses ¨¢rabes tiene una base s¨®lida: el temor a una expansi¨®n del fundamentalismo isl¨¢mico. La actual ofensiva iran¨ª hacia la frontera de Kuwait no puede sino reforzar tal actitud. Por parte de las dos superpotencias -si bien la URSS ha mejorado ¨²ltimamente sus relaciones con Ir¨¢n, un vecino conflictivo para ella, sobre todo despu¨¦s de la invasi¨®n sovi¨¦tica de Afganist¨¢n- existe una coincidencia, que se ha manifestado en los debates de la ONU, en el sentido de propiciar una soluci¨®n negociada; pero sin resultados.
La intransigencia iran¨ª se debe sobre todo a factores internos. La guerra estimula el mesianismo religioso, base del r¨¦gimen de Jomeini; encubre la grave crisis econ¨®mica y social; permite evitar, o aplazar al menos, el estallido de las contradicciones que existen de cara a la sucesi¨®n de Jomeini, que tiene 85 a?os. ?Ser¨¢ posible que el fin de la guerra se produzca antes de esta sucesi¨®n? Si su actual ofensiva fracasa, Ir¨¢n tendr¨¢ grav¨ªsimos problemas. No est¨¢ entre los menores la ca¨ªda del precio del petr¨®leo, base de su potencia econ¨®mica, y por tanto militar.
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