El problema del ajuste econ¨®mico
La adhesi¨®n a la Comunidad requirir¨¢ un proceso de adaptaci¨®n por parte de los dos nuevos miembros, tanto en t¨¦rminos de estructuras administrativas como econ¨®micas. Y, sin duda, aqu¨ª radica el desaf¨ªo principal para Espa?a y Portugal. Sin embargo, la adaptaci¨®n no debe ser s¨®lo unilateral. Las pol¨ªticas e instituciones de la Comunidad poco a poco tendr¨¢n que incorporar las necesidades de los nuevos miembros y, en consecuencia, adaptarse y reflejar el cambio en el equilibrio interno de fuerzas.Espa?a y Portugal disfrutaron de casi dos d¨¦cadas de r¨¢pido crecimiento econ¨®mico antes de la primera crisis del petr¨®leo y la recesi¨®n econ¨®mica de los a?os setenta. Los a?os setenta trajeron consigo dos crisis del petr¨®leo y un entorno econ¨®mico internacional muy desfavorable en t¨¦rminos generales.
El cambio en el entorno econ¨®mico internacional coincidi¨® con el colapso de reg¨ªmenes dictatoriales establecidos durante largo tiempo. Esto quer¨ªa decir que la consolidaci¨®n pol¨ªtica tendr¨ªa que tener prioridad sobre la adaptaci¨®n econ¨®mica. Y esto es exactamente lo que sucedi¨®. Mientras tanto, la situaci¨®n del mercado laboral ha seguido empeorando en ambos pa¨ªses.
Esto sucedi¨® en forma aguda en Portugal, que ha sido forzado a someterse dos veces a la terapia del FMI para poder afrontar unos d¨¦ficit de pago claramente insostenibles. Espa?a y Portugal experimentaron un c¨ªrculo vicioso de inflaci¨®n y devaluaci¨®n, mientras que la balanza de pagos se convirti¨® en un elemento de enorme coacci¨®n para el crecimiento econ¨®mico por primera vez en muchos a?os.
El impacto econ¨®mico de la re cesi¨®n y la transici¨®n a la democracia ha sido mucho m¨¢s fuerte en el caso de Portugal, mientras que Espa?a ha mostrado una mayor habilidad para adaptarse. Los efectos dram¨¢ticos de la revoluci¨®n y la descolonizaci¨®n, por un lado, y la tranquilidad relativa de la transici¨®n pol¨ªtica y los fuertes elementos de consenso pol¨ªtico en la Espa?a posfranquista por otro son importantes factores que explican las diferentes experiencias de los dos pa¨ªses ib¨¦ricos en los a?os setenta.
Diferencias econ¨®micas
Pero tambi¨¦n existen razones econ¨®micas, como, por ejemplo, los diferentes niveles de desarrollo y apertura de las econom¨ªas respectivas, sus diferentes estructuras de exportaci¨®n, as¨ª como las pol¨ªticas macroecon¨®micas ejercidas en los dos pa¨ªses los Gobiernos portugueses, por lo general, se han apoyado en pol¨ªticas de expansi¨®n, para luego tener que dar marcha atr¨¢s con rapidez debido al constre?imiento de la balanza de pagos.
En a?os m¨¢s recientes, la urgencia de un ajuste econ¨®mico larga mente postergado se ha hecho m¨¢s evidente, y los Gobiernos en ambos pa¨ªses por fin han comenzado a intentar resolver los desequilibrios macroecon¨®micos y los problemas estructurales de sus econom¨ªas.
La situaci¨®n macroecon¨®mica deja a los Gobiernos de Espa?a y Portugal un reducido margen de maniobra, en t¨¦rminos de una expansi¨®n de sus econom¨ªas nacionales en el futura inmediato. Esto hace que la adaptaci¨®n a la Comunidad como nuevo miembro se vuelva m¨¢s dif¨ªcil y dolorosa de lo que hubiera sido en otras circunstancias.
Dado el alto grado de protecci¨®n del que disfrutaron hasta ahora los industriales espa?oles y portugueses en comparaci¨®n con sus hom¨®logos de la Comunidad Europea, debemos esperar (seg¨²n la venerad¨ªsima hip¨®tesis ceteris paribus, a menudo utilizada en forma impropia por los economistas) que a corto plazo empeoren las balan zas de comercio industrial de ambos pa¨ªses como resultado de la liberalizaci¨®n progresiva del comercio con otros pa¨ªses de la CE y de la alineaci¨®n gradual de los niveles arancelarios nacionales con la tarifa exterior com¨²n en el comercio con el resto del mundo.
Esto podr¨ªa tener efectos negativos sobre los ingresos en forma directa a trav¨¦s del desplazamiento de la producci¨®n interna por mercanc¨ªas importadas y de una posible reducci¨®n de las exportaciones mediante la eliminaci¨®n de subsidios de exportaci¨®n (principal mente en Espa?a), y tambi¨¦n en forma indirecta a trav¨¦s de la limitaci¨®n del crecimiento mediante la balanza de pagos. En el mediano y largo plazo se podr¨ªan producir importantes beneficios para las dos econom¨ªas a partir del acceso libre a grandes mercados, d¨¦ una mayor competitividad y de los llamados efectos de ducha de agua fr¨ªa. Pero la concreci¨®n de estos beneficios depender¨¢ de la adaptaci¨®n exitosa de las econom¨ªas espa?ola y portuguesa en el per¨ªodo, de transici¨®n.
Sin duda, la ventaja relativa de Portugal se encuentra m¨¢s en los sectores denominados de trabajo intensivo, como, por ejemplo, los de textiles, indumentaria, calzado corcho y productos de la madera as¨ª como tambi¨¦n aparatos el¨¦ctricos producidos en plantas de montaje.
En vista de los salarios m¨¢s elevados y su estructura industrial m¨¢s sofisiticada, la ventaja de Espada radica m¨¢s en los bienes intermedios y los bienes ra¨ªces y tambi¨¦n en material de transporte. Es posible que tambi¨¦n se manifiesten otras ventajas relativas en el comercio bilateral entre Espa?a y Portugal, que deber¨ªa experimentar un crecimiento r¨¢pido tras el ingreso de ambos pa¨ªses en la Comunidad.
Por otra parte, resulta interesante ver que muchos de los subsectores en los que los dos pa¨ªses parecen disfrutar de una ventaja relativa, basada en su actuaci¨®n comercial anterior, tambi¨¦n se encuentran entre aquellos que gozan de un alto grado de protecci¨®n. Existe un fuerte elemento de dualidad que caracteriza a las dos econom¨ªas: una reducida cantidad de grandes firmas de competitividad internacional coexisten con muchas empresas peque?as y relativamente ineficientes, que principalmente abastecen el mercado interno y se escudan detr¨¢s de altas barreras de protecci¨®n. Aunque, a juzgar por la experiencia de otros pa¨ªses, muchas de estas empresas probablemente sobrevivan, las p¨¦rdidas de empleo producidas por quienes quiebran pueden ser bastante cuantiosas.
Efectos agr¨ªcolas
En la agricultura, los efectos del ingreso ser¨¢n m¨¢s graduales. De hecho, para los llamados productos sensibles, y hay una gran cantidad de ellos, no se producir¨¢ pr¨¢cticamente ning¨²n cambio en el statu quo por un per¨ªodo de cuatro a?os en el caso de Espa?a y cinco en el caso de Portugal. Dado que la Pol¨ªtica Agr¨ªcola Com¨²n (PAC) se encuentra en un proceso de cambio, cualquier predicci¨®n a largo plazo ser¨ªa extremadamente aventurada.
Los precios de la alimentaci¨®n, con el tiempo subir¨¢n en ambos pa¨ªses, y tambi¨¦n lo har¨¢n los ingresos de los productores de productos mediterr¨¢neos, en especial en la costa oriental de Espa?a. Las desigualdades regionales podr¨ªan empeorar. Incluso para un gran productor y exportador agr¨ªcola como Espa?a, no se deber¨ªa dar por hecho un beneficio general en t¨¦rminos comerciales y presupuestarios a ra¨ªz de la participaci¨®n plena en la PAC, particularmente en vista de la actitud ambivalente de la Comunidad con respecto a las ventajas comparativas en la agricultura.
En lo que se refiere a Portugal, sin una reestructuraci¨®n importante de su sector agr¨ªcola o incluso un milagro econ¨®mico durante el per¨ªodo de transici¨®n, su participaci¨®n en la PAC podr¨ªa acarrear costes econ¨®micos graves para el pa¨ªs.
Para Espa?a y Portugal no se espera que los probables efectos comerciales negativos se compensen durante los primeros a?os despu¨¦s del ingreso mediante transferencias presupuestarias netas, como ha sucedido hasta ahora con Grecia. Lo acordado en las negociaciones previas al ingreso apunta a un balance cero para ambos pa¨ªses durante el per¨ªodo de transici¨®n (excluyendo los dos pr¨¦stamos especiales reservados para Portugal).
Una condici¨®n previa esencial para que las dos econom¨ªas ib¨¦ricas lleguen a una integraci¨®n exitosa en la Comunidad ser¨¢ la concreci¨®n de una importante reestructuraci¨®n econ¨®mica. Gran parte de esta reestructuraci¨®n, y las medidas pol¨ªticas impl¨ªcitas, ser¨ªan convenientes independientemente de que los dos pa¨ªses se integren en la Comunidad o no. Sin embargo, es probable que esto acarree unos costes econ¨®micos a corto plazo que, traducidos en mayores p¨¦rdidas de empleo en pa¨ªses que ya tienen ¨ªndices peligrosamente altos de desempleo y sistemas de Seguridad Social relativamente poco desarrollados, podr¨ªan tener serias consecuencias. Las democracias j¨®venes de Espa?a y Portugal necesitan pisar con cuidado sobre estos campos minados sociales. Esto tambi¨¦n puede requerir un cierto grado de flexibilidad durante el per¨ªodo de transici¨®n por parte de las instituciones de la Comunidad.
Los factores pol¨ªticos, como, por ejemplo, Gobiernos s¨®lidos y estructuras administrativas flexibles, desempe?ar¨¢n un papel fundamental en la capacidad de los dos pa¨ªses ib¨¦ricos para adaptarse al impacto que supone convertirse en miembros de la Comunidad. En este aspecto, las perspectivas son mejores para Espa?a, que tambi¨¦n posee una econom¨ªa m¨¢s desarrollada y diversificada, aunque m¨¢s protegida.
Condicionantes del proceso
Por otra parte, el proceso de adaptaci¨®n a la CE se ver¨¢ altamente condicionado por el entorno macroecon¨®mico de Europa occidental y la evoluci¨®n de las pol¨ªticas en la Comunidad de los doce. Dado que las condiciones que permitieron un crecimiento de muchos pa¨ªses de la CE impulsado por las exportaciones ¨²ltimamente tienden a desaparecer, o por lo menos a disminuir, surge la pregunta crucial de si Europa occidental ser¨¢ capaz de crear un crecimiento. m¨¢s, din¨¢mico y que se pueda sostener por sus propios medios. La adaptaci¨®n comercial siempre ha sido m¨¢s f¨¢cil en un entorno de crecimiento. En este caso, la responsabilidad recae principalmente sobre aquellos Gobiernos de la CE que actualmente tienen un margen de maniobra para la adopci¨®n de pol¨ªticas macroecon¨®micas m¨¢s expansionistas. Esto se da especialmente en el Gobierno de la Rep¨²blica Federal de Alemania.
Esta nueva ampliaci¨®n de la Comunidad pondr¨¢ en primer plano algunas de las viejas preguntas fundamentales sobre el proceso de integraci¨®n en Europa occidental. La raz¨®n no radica tanto en el aumento del n¨²mero de pa¨ªses, sino en la divergencia econ¨®mica y las desigualdades dentro de la Comunidad ampliada. La visi¨®n ortodoxa en la Comundiad, aun apoyada por la mayor¨ªa de sus miembros m¨¢s poderosos y ricos, es que un mercado com¨²n puede sostenerse sin una cuantiosa redistribuci¨®n de recursos en favor de los pa¨ªses y regiones m¨¢s pobres.
?stos son importantes temas pol¨ªticos que, sin duda, permanecer¨¢n en la agenda de la Comunidad durante muchos a?os m¨¢s. El Consejo Europeo de Luxemburgo y el intento de reforma que lo precedi¨® tal vez haya extendido un poco el conocimiento general de estos temas. No obstante, a¨²n tenemos que andar un largo camino. Adem¨¢s, la Comunidad es generalmente muy lenta en la transformaci¨®n de principios generales en medidas pol¨ªticas concretas. Los Gobiernos de los nuevos miembros podr¨ªan desempe?ar un papel importante en el intento de acelerar este proceso.
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