La plaza de Tirso de Molina
Todos sabemos que antes de Tirso estuvo en ella la estatua de Mendiz¨¢bal, el desamortizador. Pero antes ocupaba dicho espacio triangular el convento de la Merced. En ¨¦l -desde elsiglo XVI hasta el momento destructor del siglo XIX, provocado por el decreto mendizabalesco- se formaron figuras dignas de recuerdo y gratitud para Madrid, Espa?a y la cultura universal. Esto deber¨ªa recordarlo Moncho Alpuente a la hora de tratar el tema de Tirso de Molina en Madrid resucitado (v¨¦ase EL PA?S, lunes 17 de febrero).?C¨®mo nos podr¨ªa pasar siquiera por la mente que Tirso sea s¨ªmbolo de reacci¨®n contra el progreso, ¨¦l, que hizo progresar la lengua espa?ola, la poes¨ªa, el teatro, la novela, la historia? ?No es hoy valorado Tirso por el mundo culto, cuando en Copenhague y Washington se organizan congresos para estudiar su figura y su obra? ?No valoraba a Tirso el recordado alcalde de Madrid Tierno Galv¨¢n cuando patrocin¨® una semana de conferencias en el mismo Ayuntamiento, en 1981.
M¨¦ndez o Mendiz¨¢bal, por lo dem¨¢s, es figura muy pol¨¦mica. No todo en ¨¦l es digno de encomio. ?No provoc¨® una gran cat¨¢strofe art¨ªstica y documental en el patri monio nacional de la que todav¨ªa hoy estamos sufriendo las consecuencias? ?No estamos hoy recuperando y restaurando -los socialistas los primeros- lo que se ha conservado, aunque deteriora do y desaprensivamente echado a perder en gran medida? Ni Mendiz¨¢bal es s¨ªmbolo del mejor progre so, ni Tirso de Molina se sinti¨® recluso en su convento madrile?o, ni mucho menos se siente hoy "involuntario inquisidor" en su plaza. ?Qu¨¦ menos que consagrarle a ¨¦l la plaza del antiguo emplazamiento del convento, cuyos huesos repo san en los subterr¨¢neos del metro! Tirso, figura universal de nuestra cultura, sobrevuela las maniqueas distinciones politizantes de progre sistas y reaccionarios.- Director de la revista mercedaria Estudios.
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