Teatro de texto en el VI Festival de Madrid
El VI Festival Internacional de Teatro de Madrid, que se desarrollar¨¢ durante el mes de marzo, presenta una apretada programaci¨®n, que incluye espect¨¢culos de grupos consolidados -a excepci¨®n de La reina del Nilo, de Producciones Ra-, como Dramaten (Dinamarca), Suzuki (Jap¨®n), Teatro Gorki (URSS), Teatro Municipal General San Mart¨ªn (Argentina), Cricot 2-Kantor (Polonia), Dario Fo y Pupi & Fresedde (Italia), y los espa?oles Teatre Lliure y Els Jogiars. Presentan obras de autores cl¨¢sicos que van desde Eur¨ªpides a Strindberg, a los que hay que a?adir textos contempor¨¢neos de Tadeusz Kantor, Albert Boadella, Armando Disc¨¦polo y Moncho Alpuente.
El sistema de teatro de festival se expande. Con ese nombre, o con el de muestras, encuentros, ciclos, se ofrecen representaciones como acontecimientos, grandes o peque?os, locales o internacionales, que se suceden en un lapso breve, con escas¨ªsimas representaciones y, por tanto, para un p¨²blico muy corto. Es un fen¨®meno parecido al de la edici¨®n en Espa?a: muchos t¨ªtulos de tirada muy corta, lo que representa que hay pocos lectores los cuales son muy consumidores.La situaci¨®n es inversa a otros pa¨ªses de nuestra ¨¢rea cultural, donde se trata de favorecer libros de tiradas altas y obras de larga duraci¨®n capaces de repartir sus altos presupuestos entre un n¨²mero elevado de espectadores. Aqu¨ª es un sistema que parece elitista, con una aportaci¨®n de fondos p¨²blicos por los cuales paga el teatro quien no lo ve. La raz¨®n del bien com¨²n en los sistemas estatalistas tiene una defensa l¨®gica, y la fiscalidad obedece, en parte, a esa filosof¨ªa. No deja de ser notable, de todas formas, este aplastamiento de la cultura, que suele ir unido a otro: el teatro de festival presenta unas caracter¨ªsticas dram¨¢ticas, un estilo; se reh¨²ye la palabra en lo posible, porque son obras que se montan para pasear por el mundo, y se acent¨²a la expresi¨®n corporal, la importancia del decorado. El reciente encuentro hispano-franc¨¦s, por ejemplo, se ha reducido al teatro visual, y su lema, Tout bouge, indica ya que hay una prioridad al movimiento. El teatro mudo, o que utiliza otros lenguajes ¨²nicamente es, como se sabe, muy limitado desde el punto de vista cultural, o de pensamiento.
Este de Madrid escapa este a?o de esa peligrosa trampa y se decide por la actual corriente del teatro de texto, a¨²n con las dificultades naturales de comprensi¨®n. Una forma de aproximaci¨®n es la de que se representan, principalmente, obras muy conocidas: no es dif¨ªcil para un p¨²blico iniciado -como tiene que ser ¨¦ste- seguir el desarrollo de La se?orita Julia o de Las troyanas, aunque se hagan en sueco o en japon¨¦s. La parte adversa es que no llegan, as¨ª, novedades en el terreno de la literatura dram¨¢tica, sino, una vez m¨¢s, en lo visual, en lo espectacular: interpretaci¨®n, direcci¨®n, escenograf¨ªa. La anulaci¨®n del texto se sustituye por la repetici¨®n de textos.
La reducci¨®n del p¨²blico a grupo especializado, con frustraci¨®n de muchos -hace d¨ªas que hay largas colas para adquisici¨®n de abonos y de entradas sueltas-, es inevitable. Y no es distinta de lo que sucede en los festivales de otros pa¨ªses, aunque en esos otros pa¨ªses el sistema dominante sea el del teatro estable. La manera de aceptar esta limitaci¨®n es la de pensar que el grupo que acude y corre de un acontecimiento a otro est¨¢ formado en gran parte por creadores de cultura teatral, que tienen as¨ª una ocasi¨®n ¨²nica de estar en contacto con grandes montajes; es decir, de aprender. A trav¨¦s de ese grupo enriquecido as¨ª culturalmente puede producirse una mejora del teatro espa?ol, una transmisi¨®n de valores.
Por todas estas razones, es dudoso que sirva para la formaci¨®n de p¨²blico. Se ha ido comprobando, a lo largo de los a?os y de los diversos festivales que concurren entre s¨ª, que una parte de sus espectadores est¨¢ tambi¨¦n especializada, y que luego no se trasvasa al teatro cotidiano. Cuando lo hacen, van ya con una intenci¨®n comparativa, y se sienten frustrados. Esta posici¨®n hipercr¨ªtica no es justa, por cuanto el teatro cotidiano ofrece muchas veces obras y montajes de, calidad muy equiparable, pero con otro estilo.
Aparte de los problemas de pol¨ªtica cultural, o de sociolog¨ªa, que plantea un festival de esta envergadura la. programaci¨®n de este a?o parece, en principio, de gran inter¨¦s. Kantor es afortunadamente inevitable; el Dramaten de Suecia pas¨® ya por Barcelona y levant¨® pol¨¦micas; la compa?¨ªa japonesa de Suzuki es una de las novedades m¨¢s importantes. Las ¨²ltimas creaciones del Lliure de Barcelona -Strindberg, Goldoni, Shakespeare, Neruda...- merecer¨ªan m¨¢s tiempo en Madrid que las dos o tres representaciones de cada obra: es una compa?¨ªa y una manera de montar y de interpretar que gustan mucho en Madrid. Los italianos son un poco t¨®picos -Dario Fo es admirado y querido aqu¨ª: escapa de una muestra, como pasa con el Lliure; los sovi¨¦ticos ofrecen al grupo selecto la ocasi¨®n de comparar su Tio Vania y su Historia de un caballo con las que se hicieron en Espa?a; tendremos en cambio un mes de Boadella con sus Virtuosos de Fontainebleau, y se sumar¨¢ el estreno de un musical ins¨®lito, La reina del Nilo, de Moncho Alpuente, que es una producci¨®n de la Comunidad de Madrid y que seguir¨¢, naturalmente, en cartel: si el p¨²blico -fuera de la elite- lo quiere as¨ª.
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