Italia, modelo de consenso para Felipe Gonz¨¢lez
Felipe Gonz¨¢lez, al someter su dec¨¢logo a consenso, se inspir¨®, seg¨²n reconoci¨® ¨¦l mismo, en la evoluci¨®n sufrida por las fuerzas pol¨ªticas italianas. En Italia, tanto socialistas como comunistas han terminado aceptando la OTAN. Los comunistas, incluso, consideran a esta organizaci¨®n garante del camino hacia el socialismo. Un periodista del diario romano Il Messaggero analiza la evoluci¨®n de la izquierda de su pa¨ªs.
En estos ¨²ltimos a?os se ha debilitado notablemente el frente de quienes, en Italia, se oponen a la Alianza Atl¨¢ntica. Las conversiones m¨¢s destacadas, producidas en dos fases sucesivas, han sido las de comunistas y socialistas.Para los primeros, la aceptaci¨®n del sistema de alianzas de Italia no implica la renuncia a la lucha por la consecuci¨®n de los objetivos tradicionales de su programa ni al enfrentamiento con las directrices espec¨ªficas de la pol¨ªtica exterior gubernamental.
No obstante, siguen considerando v¨¢lido el principio enunciado por Enrico Berlinguer en v¨ªsperas de las elecciones parlamentarias del 20 de junio de 1976, seg¨²n el cual el desarrollo del camino hacia el socialismo se encuentra pol¨ªticamente garantizado en el sistema ,de la Comunidad Atl¨¢ntica.
Eran los a?os del eurocomunismo, y el secretario general del PCI se?alaba as¨ª, adem¨¢s -si bien no de modo expl¨ªcito-, su rechazo del modelo sovi¨¦tico de organizaci¨®n de la sociedad y de estructuraci¨®n de las relaciones entre los Estados de r¨¦gimen comunista. Al siguiente a?o, 1977, los parlamentarios del Partido Comunista de Italia (PCI) firmar¨ªan -por primera vez en la historiade la Rep¨²bl¨ªca- documentos conjuntos sobre cuestiones de pol¨ªtica internacional con los grupos mayoritarios. Todav¨ªa hoy, aunque critiquen duramente muchos, de los actos diplom¨¢ticos del Gobierno, siguen sin poner en tela de juicio la validez de la Alianza Atl¨¢ntica.
Por lo que se refiere a los socialistas, su aceptaci¨®n de la Alianza se produjo de forma gradual, tras el abandono del Partido Socialista de Italia (PSI) de la l¨ªnea pol¨ªtica frentepopulista que le vinculaba al PCI y, en especial, despu¨¦s de la grave crisis de 1956 (discurso de Jruschov denunciando los cr¨ªmenes de Stalin y represi¨®n militar sovi¨¦tica de la revuelta popular h¨²ngara).
A partir de ese momento, y en una serie de fases sucesivas, reelaboraron totalmente sus posturas internacionales, adhiri¨¦ndose a los principios de la unidad europea y aceptando todas las razones de la solidaridad occidental. El cambio de direcci¨®n tuvo lugar antes incluso de que el PSI asumiera tareas de gobierno y de que, con su repudio del marxismo, alterase radicalmente su propia plataforma program¨¢tica y organizativa.
Debe indicarse, asimismo, que tambi¨¦n los socialdem¨®cratas adoptaron en su momento posturas favorables a.la Alianza Atl¨¢ntica tras sil inicial oposici¨®n al ingreso de Italia. La direcci¨®n del partido se hab¨ªa opuesto a dicho ingreso por nueve votos contra ocho, pero su secretario general, Giuseppe Saragat, logr¨®, tras no pocas dificultades, dar la vuelta al fallo, que por otra parte hab¨ªa sido reforzado por varios parlamentarios del PSDI durante el debate celebrado para la autorizaci¨®n de la firma del tratado (11 abstenciones en la C¨¢mara de Diputados y cuatro en el Senado de la Rep¨²blica).
La adhesi¨®n de Italia a la Alianza Atl¨¢ntica no fue el resultado de un proceso f¨¢cil. Apenas hac¨ªa seis a?os que el pa¨ªs hab¨ªa sido derrotado en la II Guerra Mundial (1943) y s¨®lo dos (febrero de 1947) desde que un tratado de paz humillante hab¨ªa golpeado la conciencia popular. Se discut¨ªa la conveniencia de asumir nuevas responsabilidades militares en un momento en que la guerra fr¨ªa atravesaba una fase ¨¢lgida y en que, adem¨¢s de permanecer abierto el contencioso de la frontera oriental, continuaba la hostilidad de Yugoslavia hacia Occidente (pese a la ruptura, acaecida ya, entre Stalin y Tito).
En el plano internacional, algunos pa¨ªses se opon¨ªan al ingreso de Italia, temerosos de que la inconsistencia de su aparato militar y la fragilidad de sus instituciones pol¨ªticas pudiesen constituir una carga para la Alianza. De hecho, en el curso de las negociaciones diplom¨¢ticas no result¨® f¨¢cil superar esas objeciones y reservas.
La situaci¨®n no era menos compleja en el interior. Las elecciones parlamentarias del 18 de abril de 1948 hab¨ªan confirmado la derrota del bloque popular (comunistas y socialistas), que manten¨ªa la l¨ªnea sovi¨¦tica. Por otra parte, las posturas en materia de pol¨ªtica internacional no eran unitarias entre los vencedores (democracia cristiana, socialdem¨®cratas, republicanos, liberales).
Ya nos hemos referido a la diversidad de pareceres dominante en el seno del partido socialdem¨®crata. Liberales y republicanos se hab¨ªan inclinado abiertamente en favor del ingreso de Italia en la Alianza Atl¨¢ntica: el ministro de Asuntos Exteriores, conde Carlo Sforza, era un republicano, firme defensor de la conveniencia de la adhesi¨®n.
Entre los dem¨®crata cristianos, el primer ministro, Alcide de Gasperi, tambi¨¦n se mostraba -no sin ciertos titubeos iniciales- favorable al ingreso, actitud que compart¨ªa mayoritariamente su partido. Pero tambi¨¦n los grupos que propugnaban la neutralidad, dentro de la propia Democracia Cristiana, eran fuertes e influyentes, aunque minoritarios, y representaban la postura de no compromiso de la Iglesia cat¨®lica frente a las tensiones Este-Oeste.
No obstante, el papa P¨ªo XII declaraba ante los representantes pol¨ªticos italianos que se opon¨ªa "radicalmente a la idea de que, en caso de guerra, y dada su incapacidad para defenderse, Italia pueda quedar al otro lado del tel¨®n de acero". No pocos dem¨®cr¨¢ta cristianos segu¨ªan manteniendo su reticencia tradicional frente a los protestantes anglo-norteamericanos y a sus formas de concebir el capitalismo y la organizaci¨®n de la sociedad.
La oposici¨®n situada en la derecha del espectro pol¨ªtico era menos influyente y m¨¢s difusa: hab¨ªa quienes exig¨ªan que la adhesi¨®n a la Alianza Atl¨¢ntica quedara subordinada a la satisfacci¨®n de las ireivindicaciones italianas sobre el trazado de su frontera oriental; otros, sobrevivientes de la pol¨ªtica prefascista, segu¨ªan concibiendo las relaciones con Mosc¨² en los t¨¦rminos cl¨¢sicos en que se hab¨ªan desarrollado durante el imperio zarista.
Como la situaci¨®n era extremadamente compleja, el prirner ministro De Gasperi se decidi¨® por un procedimiento parlamentario inusitado: la conveniencia de que Italia firmase el tratado fue debatida durante ocho d¨ªas en la C¨¢mara y durante siete en el Senado.
?speras discusiones
Las discusiones alcanzaron gran aspereza, especialmente en lo que se refiere a los diputados,y se desarrollaron entre peleas, agresiones f¨ªsicas e intercambios de acusaciones. La ¨²ltima sesi¨®n de la C¨¢mara se prolong¨® ininterrumpidamente durante tres d¨ªas con sus nocnes, hasta concluir en la hist¨®rica votaci¨®n que arroj¨® 342 s¨ªes, 170 noes y 19 abstenciones.Los partidarios del s¨ª en el Senado fueron 188, 112 los del no y ocho se abstuvieron. Estas pos¨ªciones se mantuvieron pir¨¢cticamente inalteradas durante el debate celebrado, en el verano,del mismo 1949, con vistas a autor¨ªzar la rat¨ªficaci¨®n del tratado de adhesi¨®n a la Alianza Atl¨¢ntica.
La ¨²nica novedad fue el descenso del n¨²mero de abstenciones, debido a que los socialdlem¨®cratas se inclinaron esta vez por el voto favorable. Sin, embargo, las discusiones tuvieron id¨¦ntica violencia y hubo necesidad de repetir la votaci¨®n de la C¨¢mara a causa de las irregularidades cometidas.
Con la experiencia que brindan los 37 a?os transcurridos desde entonces, una nutrida mayor¨ªa de italianos de a pie y de grupos pol¨ªticos parlamentarios reconoce hoy que la Alianza Atl¨¢ntica constituye un factor estabilizador en las relaciones internacionales. Adem¨¢s, ha motivado la ainpliaci¨®n del consenso, entre otras razones, al comprobarse que, gracias a esta organizaci¨®n, los asociados europeos pueden hacer o¨ªr su voz en el conflicto Este-Oeste, algo que parece ser prerrogativa exclusiva de las grandes potencias.
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