Olof Palme, un hombre de paz
EN EL despacho de primer ministro de Olof Palme, en Estocolmo, dos primeras p¨¢ginas enmarcadas de la edici¨®n de EL PA?S correspondiente al 23 de febrero de 1981 -fecha del intento de Golpe de Estado- daban fe desde hace a?os de la amistad que el malogrado estadista profesaba hacia Espa?a y de la admiraci¨®n y solidaridad que ten¨ªa por el proceso democratizador de nuestro pa¨ªs.A la hora en que se escribe este comentario son pr¨¢cticamente desconocidas las circunstancias de su muerte en atentado, los m¨®viles del crimen y las consecuencias que puede tener para el futuro de la pol¨ªtica sueca e internacional. Pero una cosa es segura: con Palme desaparece uno de los m¨¢s firmes defensores del desarme, un aut¨¦ntico pacificador. Sus planes para desnuclearizar una amplia zona de Centroeuropa (una franja de 150 kil¨®metros a ambos lados de lo que un d¨ªa se llam¨® el tel¨®n de acero) y sus intentos fallidos de mediaci¨®n en la guerra de Irak e Ir¨¢n, son dos ejemplos recientes de la actividad desarrollada por este incansable pol¨ªtico que un¨ªa a sus dotes de horribre de Estado la imaginaci¨®n propia de un artista y una simpat¨ªa abierta y creadora.
Palme era un hombre de costumbres sencillas, ausente del boato que suiele acompa?ar a los mandatarios de otros pa¨ªses y acositumbrado a los gestos que podr¨ªamos denominar callejeros. Su deseo de acercarse a los problemas de la gente, de comunicarse con ella, su aproximaci¨®n al mundo de la juventud, le llev¨® a aparecer -siendo ministro sin cartera a principios de los a?os sesenta- en una famosa pel¨ªcula, Yo soy curiosa, que caus¨® esc¨¢ndalo en su tiempo por la franqueza de sus escenas sexuales. En la memoria de todos los dem¨®cratas espa?oles quedar¨¢ para siempre su imagen distendida, enarbolando una hucha en una cuestaci¨®n, realizada personalmente por ¨¦l en el aeropuerto de Estocolmo, para ayudar a las v¨ªctimas del franquismo. Esta disposici¨®n suya a comportarse como un ciudadano m¨¢s puede considerarse como una de las circunstancias que han facilitado el atentado, en pleno centro de la capital sueca. Palme ten¨ªa un servicio de seguridad restringido, y su austera oficina de primer ministro era de relativo f¨¢cil acceso.
En cuestiones de pol¨ªtica interior, el l¨ªder asesinado era un genuino representante de la socialdemocracia n¨®rdica. Defensor a ultranza de las libertades pol¨ªticas y de la econom¨ªa mixta, se distingui¨® lo mismo por su prudencia en las reformas que por su decidida batalla en pro de la igualdad social. No obstante, tuvo que enfrentar una seria batalla en 1983 contra la oposici¨®n, por parte de los sectores conservadores y la derecha empresarial, que se opon¨ªan a la creaci¨®n de fondos colectivos de asalariados, mediante los cuales los sindicatos iniciaron un proceso de control de gran parte del capital de las empresas suecas. Muchos creyeron que eso le costar¨ªa el puesto en las elecciones del pasado a?o, pero sus ¨¦xitos en la lucha contra la inflaci¨®n y en la creaci¨®n de empleo le permitieron renovar el mandato.
Entre sus gestos m¨¢s elocuentes se cuentan el amparo que prest¨® al Tribunal Rusell sobre cr¨ªmenes de guerra en Vietnam, conflicto que le llev¨® a una tensi¨®n creciente, cercana a la ruptura con Washington; su apoyo al proceso de paz en Centroam¨¦rica; su preocupaci¨®n por el desarrollo de los pa¨ªses del Tercer Mundo y la hospitalidad que brind¨® a los latinoamericanos que hu¨ªan del terror de las dictaduras del Cono Sur. Por lo dem¨¢s, Palme fue el primer jefe de Gobierno sueco que estrechara la mano de un Papa en los ¨²ltimos tres siglos, poco despu¨¦s de que el Gobierno de Estocolmo restableciera las relaciones con el Vaticano, rotas hac¨ªa casi 300 a?os.
Es pronto para saber si su muerte es simplemente la obra de un loco o el fruto de una conspiraci¨®n. En realidad, es dif¨ªcil creer que en la sociedad sueca, una de las menos castigadas por la crisis econ¨®mica, de un alto nivel de vida y un ejemplar comportamiento ciudadano, pueda florecer una intriga de ese g¨¦nero. Internacionalmente no es concebible que nadie pueda estar seriamente interesado en cambiar la pol¨ªtica de neutralidad del pa¨ªs, y aun si ha habido tensiones en el pasado reciente, debido a las incursiones de submarillos sovi¨¦ticos de observaci¨®n en aguas territoriales suecas, el mantenimiento del neutralismo sigue siendo una constante apreciada por todos los sectores.
Amigo personal de Felipe Gonz¨¢lez, Palme visit¨® oficialmente Espa?a -cuya lengua entend¨ªa y de cuya cultura era un enamorado- en 1984. En esa ocasi¨®n se reuni¨®, a petici¨®n suya, con un grupo de intelectuales espa?oles en la sede de nuestro peri¨®dico. El pragmatismo de sus explicaciones sobre las dificultades objetivas para que Espa?a fuera un pa¨ªs neutral, las diferencias entre neutralismo y pacifismo, la conveniencia de crear zonas desnuclearizadas y sus opiniones favorables a la pol¨ªtica del Gobierno socialista espa?ol contribuyeron a dibujar ante los asistentes el perfil de un pol¨ªtico que hu¨ªa de todo esquema preestablecido y Iera incapaz de someterse a los clich¨¦s. Con Palme desaparece uno de los grandes estadistas del siglo XX; un hombre ejemplar y sencillo, de una sabidur¨ªa e inteligencia refinadas, que dedic¨® toda su vida y su pasi¨®n a la pol¨ªtica de paz.
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