A¨²n ricos, pero algo menos
Los pa¨ªses del golfo P¨¦rsico acomodan su vida a la ca¨ªda del petr¨®leo
La reparaci¨®n de coches es en estos d¨ªas el negocio m¨¢s boyante del golfo P¨¦rsico. Con el precio del petr¨®leo hundido, los ingresos financieros reducidos en un 50% y la recesi¨®n instalada desde 1982, aunque sin ning¨²n problema de deuda exterior, la ¨¦poca de los ¨²ltimos modelos de Rolls-Royce, Cadillac, Mercedes y Porsche ha pasado a la historia. Todav¨ªa se ven, no cabe duda. Pero ya no son cosecha del a?o, como el Beaujolais Nouveau. Est¨¢n tan reparados o manipulados como ciertos vinos austr¨ªacos. Tanto como el hundimiento del precio del crudo, agente de uno de los cambios -econ¨®mico, cultural, qui¨¦n sabe- m¨¢s evidentes registrados en los que otrora parecieron ser los pa¨ªses m¨¢s ricos del mundo: Arabia Saud¨ª, Kuwait, Emiratos ?rabes Unidos, Om¨¢n, Qatar y Bahrain.
La recesi¨®n se ha instalado en el golfo P¨¦rsico. La continua ca¨ªda del precio del petr¨®leo desde 1982, agravada en espiral en los ¨²ltimos tres meses, ha sacudido sin piedad a los ricos emiratos que bordean una de las zonas m¨¢s densas en reservas probadas de crudo y, curiosamente, menos pobladas del planeta. Quiz¨¢ esa escasa densidad de poblaci¨®n haya aliviado, al menos externamente, el drama de la lenta, pero machacona reducci¨®n de los ingresos exteriores. Pero el problema est¨¢ ah¨ª y afecta -no mucho todav¨ªa, la verdad- a seis de los reg¨ªmenes m¨¢s ancestrales que todav¨ªa subsisten en nuestro mundo.La reacci¨®n de estos pa¨ªses y de sus Gobiernos a la nueva situaci¨®n no ha sido la misma. Algunos, como Arabia Saud¨ª, renuncian acomodarse a los nuevos aires, muy probablemente porque est¨¢n convencidos de que el drama no va a durar mucha tiempo. Otros, como Kuwait, hace tiempo que prepararon su econom¨ªa para una eventualidad de este tipo, reduciendo dr¨¢sticamente su dependencia del monocultivo petrolero. Otros, como Om¨¢n, apenas han tenido tiempo para hacerse la idea de que estaba dentro, te¨®ricamente, de un club de superricos. Los m¨¢s, y peque?os, son tan pocos en n¨²mero de habitantes que tardar¨¢n algunos a?os m¨¢s, si llega el caso, en reducir a un l¨ªmite peligroso el calibre de las reservas financieras que acumularon en la d¨¦cada dorada de los altos precios.
Las p¨¦rdidas en ingresos que estos seis pa¨ªses experimentar¨¢n por la reciente ca¨ªda del precio del crudo -16 d¨®lares/ barril en la actualidad, frente a los 28 de 1984 y los 34 d¨®lares de 1981- se estima que alcanzar¨¢n una cifra del orden de los 24.000 millones en 1986.
Con un 90% de sus ingresos dependiendo de la exportaci¨®n de crudo, los efectos ser¨¢n decisivos en unas econom¨ªas que han pasado del camello y el turbante al autom¨®vil de lujo en menos de 10 a?os. Crecimiento negativo, deflaci¨®n, hundimientos de los mercados burs¨¢tiles e inmobiliarios y otros males antes desconocidos ser¨¢n la moneda com¨²n que sustituir¨¢ a unos d¨ªas de superabundancia.
La recesi¨®n ha afectado a todas las capas sociales de los seis pa¨ªses. Menos, por supuesto, al conjunto de familias (los Al Sabah, Al Saud o Al Khalifa) que siguen dominando estos reg¨ªmenes ancestrales, pero firmes en sus convicciones religiosas y morales. M¨¢s a la enorme poblaci¨®n importada de egipcios, indios, coreanos o palestinos, que han soportado, muy bien pagados, por supuesto, la burocracia y el funcionamiento de sus estructurales sociales y administrativas en los a?os de la riqueza.
No hay paro
En Kuwait, por ejemplo, no existe y probablemente no existir¨¢ paro, pase a la p¨¦rdida de ingresos. Los numerosos aviones que se detienen en su moderno aeropuerto cargan sin pudor con los parados, los emigrantes que han perdido su empleo por culpa de los nuevos tiempos, y que son devueltos, con buenos modos pero irremediablemente, a sus pa¨ªses de origen.En Om¨¢n, el pa¨ªs menos dependiente del crudo, pero tambi¨¦n el m¨¢s pobre de los que conforman el Consejo de Cooperaci¨®n del Golfo, se han suspendido llamativos y ambiciosos planes de diversificaci¨®n de la econom¨ªa. En la mayor¨ªa de las naciones se ha puesto en entredicho y ha entrado en crisis la denominada econom¨ªa del bienestar (servicios gratis, desde el tel¨¦fono hasta los hospitales, pasando por la educaci¨®n) que el crudo caro trajo consigo.
Todos ellos, adem¨¢s, han dejado de ser la meca de los comerciantes occidentales y orientales -l¨¦ase exportadores de cualquier producto manufacturado- que a?os antes cursaban sus frescos y limpios aeropuertos y sus anchas autopistas de cuatro v¨ªas. Las importaciones astron¨®micas est¨¢n suspendidas y los multibillonarios planes de desarrollo han sido archivados. Tan s¨®lo la industria del armamento, tanto del Oeste como del Este, parece estar ahora en puja, quiz¨¢ como, consecuencia de la psicosis defensiva que produce tener una guerra, tan sangrienta e il¨®gica como la irano-iraqu¨ª, a menos de 100 kil¨®metros de distancia.
Prensa libre
Algunos expertos dicen que la recesi¨®n ha tenido un efecto menos virulento, porque muchos pa¨ªses y sus habitantes, se han refugiado en la religi¨®n y en las viejas costumbres. No cabe duda de ello. La religi¨®n y la tradici¨®n -si se excluye a Bahrain, centro de diversi¨®n de la zona- fueron antes un ant¨ªdoto contra los males de la f¨¢cil riqueza y el despilfarro. Ahora son el mejor remedio contra los efectos de la recesi¨®n. Naciones como Kuwait, que gozan del ¨²nico Parlamento efectivo de la zona, prohiben la importaci¨®n, consumo y distribuci¨®n de cualquier bebida alcoh¨®lica y de revistas supuestamente pornogr¨¢ficas. Las mujeres y los centros p¨²blicos de diversi¨®n, con excepci¨®n del cine, contin¨²an siendo un tab¨². Ofrecen, como contrapartida, la Prensa m¨¢s libre del ¨¢rea y, sin excluir a otras, del mundo no occidental.En cifras, sin embargo, la recesi¨®n es m¨¢s que evidente. El servicio de estudios de uno de los bancos kuwait¨ªes predice que con un 30% de descenso en el precio del petr¨®leo -aproximadamente, la tarifa existente en diciembre, unos 23 d¨®lares por barril- la econom¨ªa conjunta del ¨¢rea se hundir¨¢ un 4% en 1986. Con una ca¨ªda del 50%, como demuestra ya la realidad, el declive del producto nacional bruto (PNB) ser¨¢ superior al 7%. La p¨¦rdida de ingresos supondr¨¢ la acumulaci¨®n de nuevos d¨¦ficit exteriores, que tendr¨¢n que ser compensados con un declive paralelo en las ingentes reservas del pasado.
El hundimiento del precio del petr¨®leo, por otro lado, ha tra¨ªdo adem¨¢s otros males asociados. La guerra irano-iraqu¨ª, que ha atemorizado la zona por si virulenta cercan¨ªa, ha congelado muchos planes por s¨ª sola, y el fin del boom de la construcci¨®n, hecho evidente con tan s¨®lo mirar por la ventana de uno de los lujosos hoteles de la regi¨®n, se ha visto acompasado con el crack de algunas de las bolsas m¨¢s boyantes, como la de Kuwait en 1982. Este ¨²ltimo factor ha hecho que mucho dinero acumulado en ¨¦l pasado haya buscado un refugio m¨¢s seguro en plazas extranjeras. La ca¨ªda de los precios del real state (inmobiliarios) ha llegado a ser del orden del 40% en los ¨²ltimos tres a?os.
El fen¨®meno del retraso en el pago ha hecho su aparici¨®n en esta regi¨®n, y los Gobiernos han tenido que recurrir, quiz¨¢ porque sus ingresos han disminuido, a retrasar o suspender proyectos de inversiones p¨²blicas que, en Ios tiempos buenos, manten¨ªan la econom¨ªa rodando. El margen de beneficio se ha reducido tambi¨¦n, y los hombres de negocios, acostumbrados a tasas de retorno sin precedentes en otras zonas, han buscado ahora el refugio de inversiones financieras m¨¢s seguras y estables, muchas de ellas en el exterior. El hundimiento de la econom¨ªa es, en este sentido, tan evidente como el del precio del crudo.
Una excepci¨®n a esta regla quiz¨¢ haya sido el Sultanato de Om¨¢n, una naci¨®n dividida hasta hace pocos a?os por el fantasma de la guerra civil y que bajo el mandato del sult¨¢n Qaboos emprendi¨®, tras derrocar hace 15 a?os a su conservador padre, un camino acelerado al desarrollo. Su tasa de crecimiento es hoy la ¨²nica positiva del ¨¢rea y, sin pertenecer a la Organizaci¨®n de Pa¨ªses Exportadores de Petr¨®leo (OPEP), sus vecinos le permiten que venda todo el crudo que quiera, al precio que pueda, en los mercados libres. La idea es que este pa¨ªs, sumido en la Edad Media hace s¨®lo unos a?os, equipare su nivel de existencia al resto de colegas del Consejo del Golfo.
La econom¨ªa de Arabia Saud¨ª, junto a la de Kuwait, es quiz¨¢ la m¨¢s occidental de toda la regi¨®n y sufre por ello muchas de las consecuencias del hundimiento de los precios. Pero la familia reinante, quiz¨¢ porque sabe hasta qu¨¦ punto puede dar la vuelta al mercado mundial, de petr¨®leo si se lo propusiera en un momento dado, se niega a admitir p¨²blicamente la recesi¨®n. Sus gastos se han restringido, es cierto, pero tiene todav¨ªa en sus manos el arma de la producci¨®n y las enormes reservas de crudo que esconde su subsuelo. Lo mismo sucede con Kuwait, econom¨ªa escasamente dependiente ya de la producci¨®n de crudo y mucho m¨¢s vinculada a la venta de los productos que escilipen sus modernas refiner¨ªas y petroqu¨ªmicas.
Con todo, la recesi¨®n ha trastocado toda una filosof¨ªa, y no s¨®lo en el aspecto social. Las clases dominantes, acostumbradas al gasto, apenas consiguen adaptarse a una situaci¨®n econ¨®mica como la actual, que necesita permanente vigilancia. Pero hay justificaciones para todo: "Si durante los ¨²ltimos 10 a?os no hemos Sabido hacer otra cosa que gastar, est¨¢ claro que nadie espere ahora de nosotros que, de la noche a la ma?ana, comencemos a ahorrar o invertir. Todo lleva su tiempo" , declaraba un joven empresario, kuwait¨ª. En ese tiempo, este joven, y muchos de sus conciudadanos no muy alejados en edad, debe decidir qu¨¦ tipo de sociedad debe construir: la que ciegamente disfrut¨® en el pasado de la bonanza del petr¨®leo o una m¨¢s pr¨®xima a la realidad del nuevo Tercer Mundo.
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