Francia colabora en la Alianza sin estar integrada militarmente
Francia es un caso especial en el seno de la Alianza Atl¨¢ntica. No forma parte de la estructura militar, pero mantiene una estrecha colaboraci¨®n con los mandos de la OTAN. Sobre el papel, puede pensarse que se trata de una diferenciaci¨®n bizantina. En realidad, la separaci¨®n inventada por De Gaulle en 1966 responde, seg¨²n los expertos franceses, a una concepci¨®n pol¨ªtica, con implicaciones m¨¢s serias de lo que generalmente se admite. La pertenencia de Francia a la Alianza Atl¨¢ntica tiene un car¨¢cter peculiar y limitado, que se justifica, seg¨²n Par¨ªs, por la existencia de una fuerza de disuasi¨®n nuclear exclusivamente francesa.
El general Charles de Gaulle, presidente de la Rep¨²blica, dirigi¨® el 10 de marzo de 1966 un memor¨¢ndum a todos los pa¨ªses firmantes del Tratado de Washington, en el que anunciaba la inmediata retira da de Francia de los mandos integrados de la OTAN. El documento dec¨ªa textualmente: "Desde hace a?os, el Gobierno franc¨¦s ha venido explicando, p¨²blicamente y en sus entrevistas con los Gobiernos aliados, que la Organizaci¨®n del Tratado del Atl¨¢ntico Norte no responde ya, por lo que le concierne, a las condiciones que prevalecen hoy d¨ªa en el mundo". "En particular", a?ad¨ªa, "Francia se dota de un armamento at¨®mico cuya propia naturaleza excluye que est¨¦ integrado... Es un hecho, adem¨¢s, que Europa ya no es el centro de las crisis internacionales. Ese centro se ha trasladado a otros puntos, especialmente a Asia, donde el conjunto de los pa¨ªses de la Alianza Atl¨¢ntica no tiene, evidentemente, ning¨²n papel que jugar". De Gaulle aseguraba, sin embargo, que "el Gobierno franc¨¦s no pone en discusi¨®n, en forma alguna, el tratado firmado en Washington el 4 de abril de 1949".Francia estaba haciendo distinci¨®n, por primera vez, entre la Alianza propiamente dicha y la organizaci¨®n que se hab¨ªa derivado de ella. Desde su punto de vista, esa organizaci¨®n se hab¨ªa convertido en algo demasiado constrictivo, que obligaba a los miembros, cuando el tratado en s¨ª (art¨ªculo 5) establec¨ªa ¨²nicamente el compromiso de asistir a cualquiera de los aliados, si era atacado, dejando libertad a cada pa¨ªs para decidir el momento y las modalidades.
De Gaulle pensaba que, a trav¨¦s de los mandos integrados y de una serie de comit¨¦s, Estados Unidos estaba creando y regulando mecanismos autom¨¢ticos para la intervenci¨®n de los aliados. La crisis de Cuba no estaba lejos y el general recordaba que Washington hab¨ªa puesto a sus tropas en Europa en estado de m¨¢xima alerta, sin consultar con la Alianza. EE UU estaba adem¨¢s, en aquella ¨¦poca, plenamente inmerso en la guerra de Vietnam. El presidente franc¨¦s empez¨® a interrogarse sobre el riesgo de verse implicado en un conflicto nuclear que se iniciase fuera de territorio europeo y en el que los intereses de su pa¨ªs no estuvieran directamente amenazados.
Continuar en la organizaci¨®n militar integrada representaba, a los ojos de De Gaulle, un peligro porque, aunque te¨®ricamente siempre ser¨ªa necesario un acuerdo pol¨ªtico aliado para desencadenar esos mecanismos, su mera existencia y su car¨¢cter constrictivo limitaban la libertad de acci¨®n de Francia. La situaci¨®n, francesa era, adem¨¢s, peculiar porque pose¨ªa una fuerza nuclear propia que, a diferencia de la brit¨¢nica, no deb¨ªa nada a la buena voluntad de los norteamericanos, sino que pod¨ªa ser completamente independiente. De Gaulle quer¨ªa concentrar sus inversiones en el desarrollo de esa fuerza at¨®mica (t¨¢ctica y estrat¨¦gica, o de largo alcance) y no deseaba someter sus planes al examen de sus aliados y, sobre todo, de EE UU.
La decisi¨®n de retirarse de los mandos iniegrados provoc¨® inquietud en la Alianza y no suscit¨® el aplauso un¨¢nime en Francia. Los aliados conoc¨ªan ya la opini¨®n del Gobierno franc¨¦s, pero esperaban que Par¨ªs propusiera la revisi¨®n del tratado, un procedimiento largo y farragoso, que hubiera permitido moderar las ambiciones francesas y congelar, en la pr¨¢ctica, la retirada. El anuncio unilateral de marzo de 1966 les cogi¨®, en cierta forma, por sorpresa.
Reacci¨®n tormentosa
A nivel interno, las fuerzas pol¨ªticas francesas reaccionaron tambi¨¦n tormentosamente. De Gaulle no hab¨ªa consultado con el Gobierno ni con la Asamblea Nacion al y un grupo de diputados, entre ellos Fran?ois Mitterrand, decidi¨® presentar una moci¨®n de censura contra el primer ministro, Georges Pompidou. Los gaullistas, con el apoyo del partido comunista, derrotaron la moci¨®n, que s¨®lo obtuvo 137 de los 462 votos de que se compon¨ªa la C¨¢mara. En el mismo memor¨¢ndum en el que se anunciaba la retirada de los mandos integrados se propon¨ªa tambi¨¦n abrir discusiones con los aliados para garantizar el enlace entre el mando franc¨¦s y los mandos de la OTAN y para determinar las condiciones en las que las fuerzas francesas participar¨ªan, en caso de guerra, en operaciones conjuntas, si llega a entrar en vigor el art¨ªculo 5 del Tratado de Washington". Se trataba de poner en marcha los famosos mecanismos de cooperaci¨®n.La primera parte se resolvi¨® creando misiones de enlace, que Francia mantiene desde entonces en 10 escalones importantes de la organizaci¨®n militar integrada. Tanto en Mons como en N¨¢poles, Norfolk y los Pa¨ªses Bajos, existe un peque?o -y discreto- grupo de oficiales franceses (un centenar en total, siete de ellos con el grado de general o almirante), encargados de asegurar la comunicaci¨®n entre Par¨ªs y la OTAN.
El segundo cap¨ªtulo -determinar las condiciones en las que se producir¨ªa la intervenci¨®n de fuerzas francesas- ha quedado, por el contrario, en la m¨¢s completa nebulosa porque Par¨ªs se ha negado siempre a una definici¨®n precisa. Seg¨²n los especialistas franceses, la norma es no participar en discusiones o en comit¨¦s que puedan afectar a los principios de no beligerancia y no automatismo. El primero significa, seg¨²n palabras del ex primer ministro Pierre Mauroy, que "Francia no est¨¢ dispuesta a sufrir las consecuencias de conflictos a los que se sienta extra?a". El segundo, que Francia "mantiene una libertad total sobre el empleo de sus fuerzas, sobre su derecho soberano de elecci¨®n en materia de proyectos militares y sobre la autonom¨ªa de la fuerza de disuasi¨®n nuclear".
Los ¨²nicos documentos que regulan la cooperaci¨®n militar entre Francia y la OTAN son los llamados Acuerdos Ailleret-Lemnitzer (el nombre de los dos generales, que lo negociaron), cuyo contenido no es p¨²blico, pero que, seg¨²n fuentes francesas, tratan s¨®lo de la participaci¨®n en ejercicios comunes.
La filosofia general de la cooperaci¨®n fue definida recientemente por el general Jeannou Lacaze, antiguo jefe del Estado Mayor: "A fin de preservar la acci¨®n del Gobierno y salvaguardar los intereses franceses en el seno de la Alianza", escrib¨ªa, "la pol¨ªtica continuar¨¢ bas¨¢ndose en estos tres principios: la cooperaci¨®n afecta s¨®lo a las fuertas cl¨¢sicas y excluye toda planificaci¨®n sobre el empleo de las fuerzas nucleares. No existe compromiso autom¨¢tico por parte de las fuerzas armadas francesas, lo que excluye, en particular, que reciban, en tiempo de paz, responsabilidad de zonas terrestres, mar¨ªtimas o a¨¦reas. En caso de entrada en, acci¨®n al lado de la OTAN, las fuerzas francesas continuar¨¢n agrupadas bajo mando nacional y en direcciones o zonas que cubran el territorio nacional".
La cooperaci¨®n militar co la OTAN excluye, pues, desde el punto de vista de Par¨ªs, la presencia de bases operacionales extranjeras en territorio franc¨¦s (De Gaulle dio un plazo de un a?o, en 1966, para que EE UU abandonara sus instalaciones militares en Francia y repatriara sus 26.000 soldados), el acceso autom¨¢tico de los aliados a su espacio a¨¦reo o a sus puertos y aeropuertos y, sobre todo, la posibilidad de que la OTAN especifique, desde ahora, cu¨¢les ser¨¢n las tareas de las fuerzas armadas francesas en caso de conflicto.
El pre¨¢mbulo de la ley de Programas Militares, de 1983, no deja dudas sobre el car¨¢cter que Par¨ªs atribuye a la organizaci¨®n militar integrada: "Francia se colocar¨¢ al lado de sus aliados si ¨¦stos son v¨ªctimas de una agresi¨®n, pero la elecci¨®n del momento y de las modalidades de ese compromiso pertenecen al ¨¢mbito de, su propia decisi¨®n... Francia rehusa los automatismos que implicar¨ªa su presencia en el seno del dispositivo militar integrado en la OTAN".
Examen anual
No pertenecer a los mandos integrados -explica, por su parte, el especialista Claude Delmas- supone, adem¨¢s, no someterse al llamado examen anual de defensa, en el que se eval¨²a la contribuci¨®n de cada pa¨ªs a la defensa com¨²n, y se fijan los objetivos y planes, as¨ª como los compromisos contra¨ªdos por cada uno. La OTAN se reserva el derecho de inspeccionar las fuerzas que le han sido asignadas (aunque permanezcan en sus respectivos territorios nacionales) y a aconsejar sobre su equipamiento y entrenamiento, de acuerdo con las te¨®ricas funciones que deber¨¢ cumplir en caso de conflicto. Francia no admite ese tipo de inspecciones ni de consejos, puesto que sus tropas no tienen encomendadas tareas en el seno de la organizaci¨®n."La regla de conducta de los sucesivos, Gobiernos franceses ha sido evitar toda actividad de car¨¢cter demasiado pol¨ªtico y toda participaci¨®n militar demasiado acentuada", asegura un informe publicado en 1984 por el Instituto Internacional de Estudios Estrat¨¦gicos, de Londres. Una regla tan general y ambigua que permite a Par¨ªs elegir, sin problemas, el tipo de comit¨¦s en los que desea estar presente o, como dijo el presidente Valery Giscard d'Estaing, "servirse a la carta".
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